Hemos sido educados para no destacar y, en el caso de que lo hagamos en algo, para no mostrarlo públicamente.
Quizás sea una distinción sutil -y subjetiva- pero hay una diferencia clara entre mostrar y ostentar:
- 'Mostrar' aquello en lo que somos buenos no es solo importante, sino crucial: ¿qué valor tiene si no ser excepcionales haciendo algo si no lo compartimos con el máximo número posible de personas?: si puedo ayudar a mil personas, ¿por qué debiera ayudar ahora solo a diez?
Dejemos la humildad -barata- aparcada a la puerta: el proverbial 'dime de qué presumes...' ha hecho mucho daño ocultando a genios en timideces y anonimatos por los que han dejado de aportar valor a muchas personas que lo hubieran necesitado con tal de no tener que aparentar altivez.
Solo el mediocre ataca al genio: una de las mejores indicaciones de admiración.
- 'Ostentar', sin embargo, es cuando intentamos 'mostrar' que somos muy buenos en algo en lo que no tenemos -aún- la necesaria destreza. Estos, mejor, quizás deberían continuar practicando hasta alcanzar la genialidad en sus disciplinas. Y, los más impacientes, dejar de crear ruido en mitad de la sinfonía de los genios.
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Sin embargo, ambos tienen algo en común: están a un solo paso de la auto-complacencia -- la más letal de las concesiones a nuestro ego. 'Saber' que somos muy, muy buenos en algo no es lo mismo que 'creernos' que no nos hace falta continuar avanzando.
Comparto con ustedes dos leyendas: Muhammad Alí, el gran boxeador, decía que aborrecía entrenar. Cada día lo odiaba. Pero el placer que le otorgaba ganar un campeonato merecía su esfuerzo, su dolor físico. Y en cuanto ganaba un combate y lo celebraba esa noche, a la mañana siguiente ya estaba entrenando duro (aborreciéndolo) para el siguiente encuentro.
Por su parte, el legendario Michael Jordan, cuando ganó su cuarto campeonato de la NBA fue fotografiado levantando los cinco dedos de una mano: solo los más ambiciosos tienen la fuerza de no ser arrastrados por las mieles de un éxito temporal para comenzar a tramar el asalto al siguiente campeonato. Acabó ganando seis.
Sigue trabajando en tu maestría -- y no solo para ti: de qué sirve guardarte solo para ti lo que sabes hacer si los miles de personas que te rodean pueden aprender de ti y crecer contigo.
Dejemos la humildad mal entendida a la puerta.
Seamos no solo extraordinarios; mostrémoslo también al mundo.
Todos saldremos ganando --
Incluso los que, por ahora, solo hacen ruido.
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