sábado, 14 de marzo de 2015

¿En serio?: trabajar por... ¿dinero?




El trabajo convertido en Arte (sea esculpir en mármol, tejer redes de pesca o diseñar apps) 'es', ya, su propia recompensa: a veces, cuando se desvincula trabajo de gratificación es cuando nos inventamos el concepto de salario, volviéndonos así 'nominoinómanos': nuestro chute mensual de dinero para continuar pagando lo necesario + las incontables chorradas que no lo son. 

No hay muchas cosas más gratificantes (y a más largo plazo) que esa sensación de absoluto nirvana cuando uno enchufa lo que 'hace' con lo que uno, en esencia, 'es'. No se distinguen ya.

Y el resto de trabajos, bueno... solo son por dinero.

En España hay cierta propensión por trabajar 'gratis', con el pretexto de aumentar imagen, presencia, posicionamiento. Personalmente, creo que el Arte no tiene precio, aunque sí un valor. Lo segundo es lo que uno percibe y para lo cual 'debería' estar encantado de pagar un precio a falta de algo mejor: si el precio (dinero que sale de su bolsillo) es inferior al valor intangible recibido (que le proporciona un bienestar en su cerebro), entonces pagar el precio es algo sensato, necesario, honorable y respetable. 

En un experimento en la Universidad de Stanford, un equipo de estudiantes inflaba las ruedas de sus compañeros en el campus por 1$. Tras un par de horas, cambiaron la estrategia: en lugar de cobrar ese precio fijo, solicitaban que la gente pagara según quisiera y le viniera en gana. Empezaron a recibir bastante más que 1$ por cliente, pues la percepción ya no era la de 'te pago por un servicio', sino la de 'te devuelvo este favor'. Y el cerebro (sano) tiende a buscar una cooperación yo-te-ayudo-tú-me-ayudas saludable. De ahí que la percepción del valor que recibían ('no tengo que hinchar yo las ruedas') era superior al 'dolor' de pagar el dinero que -cada uno individualmente- decidía pagar: 'si voy con mucha prisa y las ruedas bajas, y me las hinchas en dos minutos, soy capaz de pagarte 20$'.

Todos ya hacen, de partida, el nivel de buen trabajo que pueden -o deciden- hacer: es muy difícil distinguir entre la labor de millones de personas haciéndolo igualmente bien.

Lo extraordinario es convertir un trabajo, cualquier trabajo, tu trabajo, en un Arte. Tu arte.

Alguien, seguramente, te está pagando para aportar un Servicio, un Valor, a otra persona; si no, no lo harían.

Haz que a esa persona no le reste otra opción que quedarse absolutamente arrebatado - no porque haya recibido un servicio.

Sino porque ha recibido una manifestación de puro arte. 

Aunque haya tenido que pagar por él.

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[¿Ver el trailer de #TuMenteEsExtraordinaria? En YouTube, aquí].

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