Tengo tres clientes A, B, y C. Las tres son consultoras, las tres tienen buenos clientes, las tres con buenas facturaciones, las tres con buenos equipos directivos, con experiencia. Las tres tienen menos de 7 años en el mercado.
Las dos primeras, A y B tienen modelos de negocio 'clásicos' del siglo XX - replican lo que funcionó en los 80 y los 90: grandes apalancamientos (deudas con el banco) para financiar despachos nobles en zonas nobles, con tecnologías de última generación. Lo más caro, oiga.
A y B tienen clientes de renombre que, desde hace unos meses, no pueden pagar a estas consultoras porque a su vez sus propios clientes no les pagan. A y B recurren por tanto a los bancos para intercambiar pagarés, letras y empeñar el reloj para poder pagar las nóminas de sus consultores (ah, sí, y los despachos nobles).
Pero hete aquí, que el banco ha dicho 'no' cuando poco antes era 'sí'.
Lo que hacen dos letras: N-O. La consultora A está prácticamente en quiebra técnica. Y eso que no le faltan clientes. Pero su estructura de costes fijos está tan cargada que, simplemente, no pueden pagar el circulante (nóminas incluidas) del mes siguiente. El CEO ya está yendo al psiquiatra. El tío financiero, en proceso de divorcio. El de RRHH, despidiendo a gente recién contratada.
(Para el perspicaz: no, lógicamente, ya no es mi cliente).
La consultora B va por los mismos derroteros. Valga un 'bis' de lo arriba expuesto.
La C, por contra, está autofinanciada por un modelo cooperativo. Si un banco les ofrece un producto, nuestro C les dice que se busquen a otro gaznápiro.
C se permite procesos de venta largos - particularmente práctico en España donde tooooodo lleva un tiempo inmenso. Se permite invertir en I+D+i. Por tanto, mayor valor añadido a menor coste. Se permite jugar con los tiempos del cliente.
Ah, y sí: el equivalente al CEO duerme tranquilo.
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PD: y luego está el modelo D que me comentó ayer un buen amigo emprendedor. Él no tiene propiedades. No tiene herencias. Tiene más de 50 años. Con hijos dependientes. Una experiencia imponente y un rigor inmaculado.
Así que ha decidido ir a lo Hernán Cortés: por las bravas, quemando sus barcos (no le queda otra), por lo que solo tiene una salida: el éxito. O sea, crear una empresa en 5 años que, en fin, le retire para siempre jamás. A lo grande, por cierto.
¿La parte que a mí me toca? ha creado un modelo de negocio que genera éxito compartido en su equipo - basándose en mi libro. (Sí, me hace ilusión, qué pasa).
No me permite publicar su modelo. Pero me ha prometido dejarse entrevistar cuando lo consiga. Quien sabe. Tal vez para mi siguiente libro.
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Cuanto más lo veo (y vivo), más claro lo tengo: si tú te estás pensando emprender, solo un consejo, si me lo permites.
No te hagas esclavo de un banco.
Son más feroces que el más capullo de tus jefes.
Eso sí: por la decisión que puedes, o no, tomar acerca de tu modelo de negocio.
Me alegra saber que en el mundo de la consultoría existen personas que entienden que el éxito de las mismas vendrá de la mano de olvidar antiguos conceptos en declive.
ResponderEliminarVoy a realizar un juego de investigación para encontrar la Consultora C.