El coach que comienza, de partida, planteando objetivos condena a su cliente a correr como loco a conseguir algo que muy posiblemente no quiere.
El coaching que falla es por obcecarse en seguir 'planes de acción', mapas, al dedillo.
Comienza por su Misión.
La brújula nunca falla.
Comienza por su Misión.
La brújula nunca falla.
Los mapas, sí.
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