Momentos en los que reconectar, desconectar, enfocar, desenfocar, elegir y des-elegir.
Nuevas perspectivas, otras para abandonar. La montaña siempre enfrenta con uno mismo aquello que, realmente, importa. Lo demás, simplemente, es superfluo. Puede descartarse.
Caminar, correr, respirar, sudar, pasar frío, dolor.
Agradecer.
Este fue uno de esos momentos.
Si tienen el tiempo, enfréntense a su propia montaña.
Y si no lo tienen… hállenlo: ahí donde no hay ruido, se encuentra uno a sí mismo.
Ese es, quizás, el camino más crucial.
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