¿Cómo podemos facilitar que nuestros hijos no acaben convirtiéndose en Ni-Nis?
¿Podemos mostrarles cómo hacerse cargo de sus decisiones desde que son muy jóvenes... para que nunca sean víctimas de los vaivenes que ocurran en su vida adulta?
Mis propuestas en un artículo de hoy en ABC (aquí), con la periodista Carlota Fominaya.
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"Martin se levanta todas las mañanas a las 6:30 en cuanto su madre se sienta en su cama para darle su beso de buenos días. Se estira, se despereza, se lava la cara, se viste y se peina. Va a la cocina y desayuna tranquilamente, en la mesa y con la televisión apagada, su vaso de leche con cacao, un panecillo con mermelada, un yogur y una porción de fruta.
Cuando termina, Martin coge su plato, limpia las migas y lo deja en el lavavajillas. Regresa al baño, se cepilla los dientes —ya completamente despierto— y se va a la puerta de la casa, donde se calza sus pequeñas botas, su abrigo, su bufanda y su gorro favorito, que su abuela le tejió para su cumpleaños. Nadie le ha tenido que decir, y menos ordenar, que debe hacer cada una de esas cosas. Para eso ha amanecido con el tiempo holgado tras haberse acostado a las 20:00 la noche anterior.
Fuera en la calle está nevando, otro día más: esto es Alemania después de todo. Martin toma su bicicleta para ir a clase y se encuentra, a unos pocos metros de su casa, con sus dos mejores amigos y el padre de una de ellos, con quienes habitualmente pedalea cada mañana al colegio y con los que regresa a casa unas horas más tarde. Martin ya tiene ganas de que llegue el año que viene, pues podrá demostrar que ya es mayor: tras pasar un curso con la policía local, él y sus amigos ya podrán ir solos en bicicleta por las aceras habilitadas y cruzar la calle sin la ayuda de ningún adulto.
Por fin.
A fin de cuentas, Martin ya tiene 6 años.
El pasaje anterior, que se desarrolla en (para continuar leyendo, clic aquí.)
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