Si miramos la infinidad de
variables que inciden o impactan (algo tan impredecible e indefinible como
'suerte', competición por parte de otras personas, decisiones inefectivas... o
desconocimiento de si lo que es 'bueno' en realidad no lo es, o lo contrario),
a veces tener o no 'éxito' en algo es casi obra del azar. Hay personas que,
trabajando durísimo, no consiguen casi nada; y otros que nacieron con una flor
en el c*lo: hagan lo que hagan, todo pareciera irles bien.
Es indiferente. Habitualmente, no
todo trabajo duro da lugar a un éxito, pero lo más frecuente es que todo logro
significativo venga precedido de un trabajo duro. La fortuna favorece al osado
y la suerte es donde se cruzan el trabajo duro con la oportunidad: sin trabajar
duro, es imposible identificar cuándo existe esa oportunidad... y aunque la
identificáramos, si no nos hubiéramos preparado, no podríamos aprovecharla.
O sea: sigamos trabajando duro...
pero en algo que merezca nuestra vida. No tenemos mucho más aquí.
Por otro lado, también es
relevante la 'perspectiva' que tenemos acerca de qué es un logro: para un
atleta, correr 100 m en menos de 10 seg es un hito; para otro que se ha roto el
tobillo, comenzar a caminar de nuevo es un logro. La perspectiva es la que nos
permite disfrutar el 'proceso' de avance (el camino paseado, mirando con la
cabeza alta a los lados, a las personas que encontramos, atendiendo a posibles
desvíos, atajos o retrasos) y no solo el disfrute de llegar a destino. Quizás
el truco del bien-estar (y no, 'felicidad', esa que vende Coca Cola y El Corte
Inglés) sea un cóctel de varias cosas: satisfacción con el trabajo propio,
posibilidad de hacerlo cada vez mejor, realizar tareas lo suficientemente duras
como para suponer un reto -pero no tanto que sea inalcanzable-, posibilidad de
controlar el propio tiempo... y tener una buena red de cariño, relaciones, en
las que apoyarse.
Al final, es lo que nos diremos
con 99 años: mereció la pena. No me dejo nada dentro. Estoy orgulloso. Y tener
a personas a las que hayamos cambiado su vida a nuestro alrededor.
El resto -- es redundante.
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