Debatíamos acerca de si la envidia es un 'deporte nacional', como dicen algunos, o, simplemente, es consustancial a algunas 'personas humanas' (entrecomillo de un ex-jefe mío, bastante canelo él: va por ti, Miguel).
Mi fisio (por cierto, erudito como pocos y profundo conocedor de los clásicos) y yo llegamos a una especie de consenso:
La ambición es 'buena' (disculpas por la simplificación moral dicotómica), en tanto que estimula al individuo a actuar, hacer lo necesario, para alcanzar lo que desea en la vida. Si ve a otro que ha triunfado en ese mismo objetivo, le ve con un punto de vista constructivo: 'yo también puedo conseguirlo'.
La envidia es, por contra, su antagónica. No solo la persona no actúa para conseguir lo que desea, a lo que aspira, sino que, cuando ve a quien sí lo ha conseguido, le desea que lo pierda. Vaya manera de quemar su vida.
Varsavsky, en su blog, incluye un vídeo en el que se lleva por delante (argumentadamente) a todos esos individuos que le (pre)juzgan como poco más o menos que un anticristo por el sencillo motivo que construye una empresa-la hace crecer-y (si la vende) se forra.
¡Pero si es suya!
Si a eso añadimos el nuevo pecado capital de la riqueza 'obscenamente excesiva' (este Benedicto XVI representa al mayor poseedor de bienes raíces del planeta, ojo), entonces, tal vez deberíamos asumir el destino del entorno social y económico en el que le toque a cada uno nacer y, simplemente, aguantar allí hasta que dejemos de existir.
[[Damasio, un neurólogo excepcional (personalmente me parece más sólido en su 'Looking for Spinoza' que Punset en su 'Viaje a la Felicidad', quien por cierto es prologado por aquel en la versión en inglés), argumenta que el ser humano está programado no solo para subsistir -life preservation-, sino para prosperar y hacer prosperar a otros al darse cuenta hace milenios que la cooperación (acuerdo) lleva más lejos que la competencia (guerra) por los recursos (comida, resguardo, procreación).]]
Vuelta a Varsavsky. Incluyo extracto del comentario que hice a su post (no oculto mis respetos por su labor) que dedica a esos 'mediocres':
...También he recibido, como muchos, por e-mail, en el blog, etc. todo tipo de lindezas como ‘lobo capitalista’, ‘especulador’ (despectivo), ‘te aprovechas de las miserias de los demás’ y otras similares, sin conocer ni saber - supongo que una pequeña porción de lo que tú recibes cada día.
Pero, sí, también es cierto, que cada vez (a veces por necesidad, otras voluntariamente) cada vez en este país nos vamos orientando más a la ‘emprendeduría’. Por fin.
‘Dime con quien andas…’, y, si les hubieras escuchado hace años, jamás estarías aquí en este blog y con tus iniciativas. Serías un currante más, rascando para llegar a fin de mes y, quizás preguntándote ‘¿por qué demonios escuchaste a tanto mediocre diciendote “no, Martín, no vas a poder conseguirlo”‘?
Menos mal, para millones de personas, desde los niños a los que educas, a los clientes que sirves, que no les escuchaste.
A eso lo llaman ‘la soledad del pionero’ - la misma que, con calma, experimenta el escalador cuando llega a la cima… porque no hay nadie más ahí arriba.
Para eso el es primero.
Por tanto, Martín, acostúmbrate a que mucha gente te seguirá viendo desde la cómoda llanura al pie de la montaña, cotilleando entre ellos que ’seguro que la vista desde allí arriba no es tan bonita’, o ‘que suerte tiene, pero seguro que no se lo merece’. Todo excusas perfectas para no-hacer-nada ellos mismos con sus vidas ¿’predestinadas’?.
… pero, sí, Martín, cada vez hay más gente que, también, mira hacia arriba y se dice a sí mismo: ‘yo también puedo’.
Y comienzan a escalar.
Mis respetos por tu ejemplo para demostrar que, ’sí, es posible’ conseguir que una idea flotando en la materia gris puede valer más para la sociedad que los millones en que lo valoran los banqueros de inversiones.
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