1) No le digas 'no corras, que te vas a caer'. Encuentra un parque donde pueda correr... y caerse. Si no pones cara de pánico porque se ha raspado las rodillas, se levantará y seguirá jugando. (¿O acaso no es la forma que te enseñaron a ti?)
2) Hazle caso. Pero no demasiado: si no, crearás a un tipo dependiente emocional que buscará a tu sustituto en sus futuras relaciones sentimentales... para acabar replicando esa dependencia con tus nietos.
3) Si tu hijo lo puede hacer sin ayuda, no lo hagas por él. Por tentador que sea un 'quita que ya lo hago yo por ti' para ganar tiempo. Ajusta mejor tu agenda o no conseguirás más que el crío siga viviendo en tu casa cuando cumpla 40 años. Y sin hacer siquiera los platos.
4) Déjale que aprenda a comer solo, en lugar de hacer el avioncito con la cuchara hasta que tenga ocho años. Ponle un babero de cuerpo entero y dispón un plástico grande debajo de la trona. (Y no le abronques por manchar de tomate su camiseta de Tommy Hilfiger: al chaval le es indiferente cuánto dinero te has gastado en ella para impresionar a vuestros vecinos).
5) Enséñale a untar la mermelada con un cuchillo, en lugar de atemorizarle diciendo que 'son peligrosos'. La responsabilidad es la llave de la libertad. El miedo es la llave de la pasividad.
6) Una cosa es enseñarle a protegerse y otra a no atacar. Enséñale a defenderse de los que se meten con él. Los abusones del colegio suelen tener bajas entendederas y menor aún autoestima. No entienden las buenas palabras [a veces, incluso, las consideran una invitación a seguir abusando del chaval]. Por eso muchos gallitos de patio solo entienden las cosas cuando les está sangrando la nariz después de una trompada de quien no se esperan. Quizás acabéis en el despacho del director que quiere castigar a tu hijo por defenderse, pero el mensaje le habrá quedado claro al machito de que con tu hijo se juega bien... o se le deja en paz.
7) Hazle saber lo que vale el dinero: ni más ni menos, ni para que lo adore ni para que lo tema. Que asuma que cuando crezca va a tener que trabajar mientras estudia y en su casita de alquiler compartido; que no eres un banco, y que no tienes ninguna intención de dejar una herencia cuantiosa para que él se rasque la barriga. Si no aprende a caminar por sí mismo por el mundo pensará que todo el mundo es su chófer.
8) Cuando sufra un golpe que lo entristezca no le digas: 'no pasa nada'. Sí pasa, sí, y para él es un mundo. Abrázalo y enséñalo a gestionarlo y sobresalir a pesar de ello. Las monedas no tienen solo dos caras; siempre tienen una cruz.
9) (Bonus) Ningún niño nace sin autoestima. Y sin embargo, más del 90% de los adultos se sienten inseguros. Si quieres dejar un legado extraordinario, enséñalo a ser seguro [que no arrogante], a ser amable [que no blando], a ser generoso [que no idiota] y a que 'sí' y 'no' son frases completas. Si tu hijo crece con autoestima, tus nietos también la tendrán. Y por fin habremos comenzado a cambiar el mundo.
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