Le sacuden una y otra y otra vez.
Por la derecha, por la izquierda, desde arriba, en las costillas, bajo la barbilla, el púgil sigue recibiendo cada golpe en toda su fuerza.
Suena la campana. 'Por fin, Dios mío', musita como puede. Tambaleándose consigue llegar a la esquina del cuadrilátero donde el entrenador le aguarda con una sonrisa forzada para ocultar el horror de lo que está viendo. Le pone hielo en los ojos, vaselina en los pómulos hinchados, unas palabras de ánimo con fútiles consejos de estrategia... hasta que el gong le arroja de vuelta a la lona, a luchar en esa guerra a escala en la que no hay público ni apuestas: tan solo un foco en la oscuridad de la soledad alumbrándole a él y a su contendiente, su situación, ese problema cebado como un puerco y que no hace más que golpearle, cada vez con mayor ferocidad: el trabajo que drena su vida, la relación envenenada disfrazada de amor, el proyecto que le oprime con deudas al peso.
No tiene ningún sentido el coaching. Por muchos meses que le dedique.
La terapia es inútil, no importa las horas o a quién le pague.
Incluso las risas del sábado con buenos amigos se vaporizarán en el éter en apenas horas.
No consiste solamente en potenciar a una persona, sanarle, distraerle de su sufrimiento si el fin es volver a mandarle a pelear con un par de tiritas y la cabeza llena de humo.
Quedarnos mientras nos siguen zurrando el alma no nos hace más heroicos. El ego, en ocasiones, es suicida.
A veces, la única solución sensata que resta es salir del ring.
A veces, lo más valiente que podemos hacer es, precisamente, arrojar la toalla.
Gane o pierda aprenda, escoja únicamente las batallas que merezcan ser luchadas.
Aunque no lo creas, soy practicante de artes marciales, y siempre he identificado mi practica con mi vida laboral y personal.
ResponderEliminarSiento decirte que cuando me he subido a un tatami, he estado preparado,no te voy a negar que minutos antes del combate mi pensamientos era.... "que coño estoy haciendo aquí"...por que estaba super acojonado...pero una vez dentro ...todo fluye ....y como bien dices...los golpes te entran...y sabes que tu contrincante es superior..muy superior....pero para eso tienes que estar entrenado..y esperar...esperar el momento adecuado y utilizar la técnica adecuada....y eso son años de practicas, de tori y con muchos ukes...
Otra cosa es lo que queda de ti después del combate....pero el combate lo termino....
Gracias por hacernos pensar ...
Gracias Loren por la experiencia.
ResponderEliminarSí - supongo que con los años la experiencia acaba por aportar la sabiduría de discernir qué batalla merece la pena, y qué situación es inamovible.
Cuando hay un despido, un divorcio, un cambio severo e irreversible, quizás no tiene sentido seguir batallando por ese algo que está perdido.
Quizás se sepa cuándo empieza la lucha, pero no cuando termina... y es cuando la lucha acaba siendo el fin en sí, no un medio, en el que un quijote sigue arremetiendo contra molinos en su obstinada cruzada contra gigantes.
Un abrazo grande -
G.