Consigues en función de lo que haces.
Haces en función de lo que piensas.
Piensas en función de lo que crees.
Crees en función de lo que te dices.
Tu lenguaje determina tus resultados – tanto para lo que quieres, como para lo que aborreces.
Si tu lenguaje no está obsesivamente centrado en tu logro, está obsesivamente condenado a hundirte:
Lo que crees genuinamente que es para ti, es donde tus resultados se manifestarán -- porque es hacia donde dirigirás tu acción.
Por eso: céntrate en lograr una, dos, tres metas, con tan transparente claridad que su explicación la entendería un niño de dos años.
Para el resto de acciones secundarias, no hay contemplaciones:
Erradícalas.
Nada diluye más la atención, la energía, que intentar hacerlo todo, siempre, para todos -- menos para ti.
Tu Gran Logro no ‘necesita’ tu completa atención:
La exige.
Si no estás dispuesto a pagar el precio -- es que no lo deseas lo suficiente.
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