Hasta no hace tanto, la formación, la instrucción regladas, eran un lujo reservado a los pocos con los fondos requeridos para ir a la universidad para aprender a replicar los ¿éxitos? del resto de egresados en un cotarro de ungidos corporativo-empresarial en el que el bacalao se repartía entre los bucaneros de camisa y corbata -- mientras los pescadores seguían desangrándose las manos con las redes.
Las universidades y escuelas de negocios se dieron cuenta de la alta demanda de un catálogo de cursos en los que los estudiantes se enrolaban como buscando una tierra prometida que les garantizara, previo peaje, un trabajo, una nómina, una hipoteca, y una vida, pongamos, 'segura'.
Gradualmente, el estrato social ultra-formado académicamente (pero con no necesariamente la experiencia en manejar organizaciones, presupuestos y, primordialmente, las motivaciones y emociones de sus equipos y, de paso, tampoco de ellos mismos) fue entrando en las empresas hasta darse la peculiar situación en la que un minúsculo grupo de remeros tenía por encima varios escalafones de capitanes, vice-capitanes, asesores de capitanes, consultores de capitanes, y demás individuos-satélite igualmente ultra-ornados pero de los que pocos tenían la destreza de saber hacer una 'o' a pesar de tener un canuto de marca.
Como cualquier efecto pendular, sobre todo en economía (y para qué decir en las organizaciones de Sapiens-Sapiens), el modelo crujió: hoy, tener un MBA se ha convertido en algo tan esperable y barato de pagar (Economía de 1°: alta oferta + baja demanda = salario bajo), que hay miles de personas que lo están ocultando de sus CVs para que puedan siquiera llamarles a una entrevista.
No solo eso, muchos de nosotros estudiamos no solo cosas inútiles, sino fácilmente obsolescentes: mientras los contenidos pierden rápidamente valor, las competencias (habilidades, fortalezas, como la capacidad de aprender, la resiliencia, la cooperación) están sacando a más de uno del gigantesco ch*cho en el que nos han metido los zotes a los que estuvimos (¡y seguimos!) votando.
Las personas, para su proyecto, su Gran Proyecto, básicamente necesitan armarse de dos tipos de herramientas: lo que 'saben' (matemáticas, contabilidad, programar o preparar sushi) y cómo 'son' (templados, persuasivos, determinados, carismáticos).
Internet nos ha bendecido, además de con los vídeos de los ángeles de Victoria's Secret (OK, y los de los cuerpos de bomberos, no se me enfaden), con infinidad de recursos con los que formarse infinitamente de un modo gratuito -- o casi.
Desde TED hasta la Khan Academy, siguiendo por blogs, ebooks, seminarios, cursos, webinars -- es indiferente: la oferta on- y offline es tan masiva que nadie puede darse el gigantesco lujo de ofrecer profesionalmente algo sub-estándar por 'ausencia de formación'.
Pionero de su Vida -- por lo que más quiera: invierta en su formación, recíclese, reinvéntese, experimente con campos que le son absolutamente foráneos, en otros idiomas, en otras culturas, del revés o en rodajas. Expóngase a 'elastificar' su cerebro más allá de las 4 paredes de donde le educaron: el mundo, precisamente, está fuera de esas paredes -- Fuera de la Caja.
Y, sobre todo, entre en la corriente y navegue con ella:
Las universidades y escuelas de negocios se dieron cuenta de la alta demanda de un catálogo de cursos en los que los estudiantes se enrolaban como buscando una tierra prometida que les garantizara, previo peaje, un trabajo, una nómina, una hipoteca, y una vida, pongamos, 'segura'.
Gradualmente, el estrato social ultra-formado académicamente (pero con no necesariamente la experiencia en manejar organizaciones, presupuestos y, primordialmente, las motivaciones y emociones de sus equipos y, de paso, tampoco de ellos mismos) fue entrando en las empresas hasta darse la peculiar situación en la que un minúsculo grupo de remeros tenía por encima varios escalafones de capitanes, vice-capitanes, asesores de capitanes, consultores de capitanes, y demás individuos-satélite igualmente ultra-ornados pero de los que pocos tenían la destreza de saber hacer una 'o' a pesar de tener un canuto de marca.
Como cualquier efecto pendular, sobre todo en economía (y para qué decir en las organizaciones de Sapiens-Sapiens), el modelo crujió: hoy, tener un MBA se ha convertido en algo tan esperable y barato de pagar (Economía de 1°: alta oferta + baja demanda = salario bajo), que hay miles de personas que lo están ocultando de sus CVs para que puedan siquiera llamarles a una entrevista.
No solo eso, muchos de nosotros estudiamos no solo cosas inútiles, sino fácilmente obsolescentes: mientras los contenidos pierden rápidamente valor, las competencias (habilidades, fortalezas, como la capacidad de aprender, la resiliencia, la cooperación) están sacando a más de uno del gigantesco ch*cho en el que nos han metido los zotes a los que estuvimos (¡y seguimos!) votando.
Las personas, para su proyecto, su Gran Proyecto, básicamente necesitan armarse de dos tipos de herramientas: lo que 'saben' (matemáticas, contabilidad, programar o preparar sushi) y cómo 'son' (templados, persuasivos, determinados, carismáticos).
Internet nos ha bendecido, además de con los vídeos de los ángeles de Victoria's Secret (OK, y los de los cuerpos de bomberos, no se me enfaden), con infinidad de recursos con los que formarse infinitamente de un modo gratuito -- o casi.
Desde TED hasta la Khan Academy, siguiendo por blogs, ebooks, seminarios, cursos, webinars -- es indiferente: la oferta on- y offline es tan masiva que nadie puede darse el gigantesco lujo de ofrecer profesionalmente algo sub-estándar por 'ausencia de formación'.
Pionero de su Vida -- por lo que más quiera: invierta en su formación, recíclese, reinvéntese, experimente con campos que le son absolutamente foráneos, en otros idiomas, en otras culturas, del revés o en rodajas. Expóngase a 'elastificar' su cerebro más allá de las 4 paredes de donde le educaron: el mundo, precisamente, está fuera de esas paredes -- Fuera de la Caja.
Y, sobre todo, entre en la corriente y navegue con ella:
Esa imparable, inabarcable, poderosa ola donde navega el impulso de Compartir lo que sabe, es, puede, hace, dice.
Compartir por todos, para todos. Nada más -- pero nada menos.
Solo así podremos rediseñar ese sistema nuevo que tanto necesitamos.
Compartir por todos, para todos. Nada más -- pero nada menos.
Solo así podremos rediseñar ese sistema nuevo que tanto necesitamos.
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