Uno de los peligros de 'emprender' es la hiper-racionalización de lo que rodea a ese tipo de decisiones:
Hay tantas variables, tantos factores, tantas incertidumbres, tantos riesgos posibles o inventados, tantos ejes sobre los que no tendremos absolutamente-ningún-control que, si nos descuidamos, caeremos en la tentación de matematizar lo in-matetizable.
En otras palabras, caeremos en una de las falacias más dulces:
Poder explicar perfectamente todo-todo-todo lo que rodea a nuestro proyecto (aún escrito en una servilleta) nos sentará bien... pero no habremos avanzado en la práctica un solo paso.
Mientras unos emprenden, otros sientan cátedra acerca de emprender.
Mientras unos emprenden, otros sientan cátedra acerca de emprender.
Los segundos teorizan -- con esa idea aún en la servilleta con café.
Los primeros, sin embargo, están muy muy atareados 'empujando' o 'logrando'.
A veces uno se pregunta si, acaso, aquel hiper-análisis no será un entrenamiento de los cátedros para hallar las perfectas-razones-para-explicar-porqué-no-ha-funcionado-demonios a una futura audiencia piadosa.
Ni futura, ni audiencia, ni piadosa:
El mismo espacio físico no puede ser simultáneamente ocupado por un logro y por una excusa.
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