De hecho, nunca vemos la realidad como la realidad 'es'; la vemos como nosotros 'somos', queremos que sea, o interpretamos que sea.
Es fácil que, en el gran esquema de las cosas, perdamos el norte con frecuencia: apartamos un momento la vista de proa, nos distraemos con el viento, las olas violentas, los marineros que quieren apearse a mitad de travesía.
Sin embargo, es posible navegar a oscuras, en la neblina, sin tener muy claro el camino, sin poder distinguir en la noche las estrellas y sin tener un pedazo de tierra segura de referencia.
Para ello, la brújula debe estar bien calibrada para poder regresar a ella cuando la tormenta nos des-apacigue: qué sentido tiene lo que hacemos, cuál es el propósito, cómo avanzo, cómo aportar valor a otros, en quién apoyarme, qué recursos necesito.
Asegúrate de hallar el tiempo para afinarla con frecuencia: la tormenta, también, pasará.
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