El aprendizaje real comienza una vez que nos damos cuenta de que, en realidad, no hemos de aprender 'acerca' del mundo como algo aparte -- pues 'somos parte de' ese mundo.
Una cosa es ejercer de observadores, científicos experimentadores de lo que nos rodea, nos sucede, la manera de impactar con el entorno, como si estuviéramos viendo un laboratorio desde la cómoda, fría y segura pantalla.
Otra es ejercer de 'actores activos', meter las manos en el barro, participar: cuando dejamos de pensar que estamos 'influyendo en' y comenzamos a pensar en términos de 'fluir con', pues somos parte integrante, aquello que nos rodea se revela más claro. (En ocasiones es, precisamente, nuestra altiva inteligencia racional la que entorpece el proceso. Probemos a dejarla, siquiera por unos instantes, de lado).
No hay 'entorno' y 'nosotros'. Nosotros somos entorno. El entorno es nosotros.
Seamos 'parte de', entendamos, armonicemos, armonicémonos.
Cooperemos.
El tiempo es una invención de nuestro intelecto, al igual que el espacio, para acomodar ese entorno a algo que podamos decir con calma que 'entendemos' y, por tanto, 'dominamos'.
El mundo no se domina. No se doma.
En un baile, a veces hay que dejarse guiar por quien sabe mejor llevar el paso.
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