viernes, 9 de mayo de 2014

¿Por qué salir a correr a las 6 de la mañana?

- Precisamente porque estás calentito en la cama.
- Porque no te apetece.
- Porque tienes sueño.
- Porque cansa.

- Porque ves amanecer.
- Porque afuera está aún calmo.
- Porque te espera un desayuno fabuloso.
- Porque le metes una ronda de endorfinas (bien-estar) a tu sangre que te dura todo el día. [Y lo proteges contra los cretinos y las mediocridades del día].
- Porque desarrollas disciplina propia.
- Porque le dejas claro a tu Pereza quién manda aquí. [Tonterías, las justas].

Y porque puedes.

Con la disciplina de correr de mañana, tienes disciplina para cualquier cosa.

#RompeLaZona

martes, 6 de mayo de 2014

¿Nos creemos todo?


Sin duda son bienintencionados los consejos en los que se recomienda a un individuo no hacer caso de otra persona que lo insulta, humilla, cuestiona o lastima verbalmente. "Pasa de él", le decimos, "no hagas caso y ve a lo tuyo".

Pero tan bienintencionados son estos consejos como inútiles: desafortunadamente, nuestro cerebro evolucionó en su biología para, básicamente, creernos todo, *todo*, lo que nos dicen de partida: lo que nos potencia o nos lastra, lo que nos empuja o nos hunde. 

Nuestro cerebro nació sin un 'firewall' antiminas: tiene siempre las puertas abiertas (nuestros sentidos) de par en par. Por eso, todo lo que nos dicen llega hasta la cocina -o la vital sala de máquinas- de nuestro subconsciente, que es incapaz de dilucidar si la información es constructiva o dinamitadora.

El cerebro no cuestiona ni distingue tampoco de inicio si lo que oye es cierto o no: asume que todo -lo que percibimos físicamente- lo es. Por eso de partida nuestra mente se ‘traga’ todo lo que le dicen (particularmente en lo que atiene a su dueño) y después decide si ‘continúa’ creyéndolo. 

Esto es así porque en nuestra sabana africana primigenia no podíamos andar debatiendo, discutiendo o democráticamente votando si a la vuelta de ese collado había una manada de depredadores con ganas de carne humana: cuando nos advertían nuestros compañeros, nos lo creíamos sin cuestionarlo y, de inmediato, actuábamos en consecuencia. [Quizás, por eso, el concepto de ‘mentira’ ha sido después tan severamente castigada por las religiones que a lo largo de la historia fuimos inventándonos: si la tribu entera habíamos de sobrevivir, el que mintiera nos exponía a que todos pereciéramos].

Por eso, cuando aparece el inepto (que los hay, y muchos) que tienen como misión vital ir poniendo palitos en la de los demás, es tan dañino: basta que nos insulte, nos cuestione, tuerza el hocico desaprobador, para comenzar nosotros (es automático) a pensar que hay algo ‘malo conmigo’: 

Aunque no fuera así, el inepto ya nos habrá doblegado. [Una destreza que acosadores, mobbers, bullies y demás cabestros eleven al rango de profesión].

Consumiremos ingentes cantidades de energía después (propia y la de los que tengan la paciencia y amor de ofrecernos su hombro) volviendo a restablecer nuestro ánimo, nuestra autoconfianza, nuestras fuerzas: sea porque perdamos noches en vela ebullendo en ira, o sea porque nos enfrentemos verbal (o físicamente) a estos mediopelo acoj*nados con su propia vida. Un tiempo que, teniéndolo escaso en esta vida, estaremos malgastando dando nuestra energía a un cap*llo de autoestima subcero en tránsito a hundir al resto del planeta con ellos.

Por eso, lo mejor, es directamente evitarlos:

No es cuestión de cobardía, es de autoprotección.

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En la vida tenemos grandes activos, pero los más importantes, para los grandes proyectos que nos debemos (y debemos al mundo sensato que los acogerá), pasan por no perder el centro, por no perder el enfoque.

El estúpido que nos hace perder el norte no lo hace por estúpido, sino porque le dejamos jugar con nuestra brújula.

Como quien deja a un niño pilotar un caza de combate.

No perdamos el tiempo cayendo bien a todos, intentando convencer a todos de la bondad de nuestro Gran Proyecto: querer llegar a todos de manera excelente es llegar a todos mediocremente.

Nadie pierde el tiempo convenciendo al diablo de las virtudes de tocar el arpa durante la eternidad en el paraíso divino.

Si la persona que tenemos delante no contribuye a incrementar nuestro enfoque, contribuye a destruirlo.

Protege la energía de tus Ideas.

Protege tu propia energía:

Es tu mayor activo.

#RompeLaZona

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domingo, 4 de mayo de 2014

'Coaching para Emprender', en 2ª Edición ;)

'Coaching para Emprender' (mi segundo libro), acaba de salir en 2ª Edición -- gracias! ;)

[Para leer unas páginas, aquí.]




Dolor


Nadie quiere experimentar dolor. Nadie quiere sufrir sus causas, ni beberse sus consecuencias.

Y es injusto, tan injusto.

Porque el dolor no solo no es despreciable – 

- El dolor es deseable.

El dolor físico que se siente hoy tras haber salido a correr esa última milla más que ayer, quebrando el propio límite, supera el aturdimiento babeante de felicidad mercantilizada tras mil horas tirado en el sillón criando musgo.

El dolor traumático de dejar marchar (o de mandar, directamente, a la mi*rda) una relación que se ha tornado en parásita o destructiva o torpedeadora es precursor de la libertad más vibrante para ejecutar el derecho último de crear nuevas relaciones con las que recibir y dar el amor que merecemos acoger y compartir.

El intimidante dolor que produce liberarse de percibir un salario infame haciendo un trabajo que emboba es el severo precio que ha de pagarse para darse el permiso de dignificarnos con nuestro Gran Proyecto y contribución extraordinaria.

El dolor que arrincona tras la enfermedad que uno se auto-inflige al optar por hábitos insensatos es el umbral de fuego que uno ha de traspasar para elegir la salud responsable antes que la evasión alucinógena. 

El dolor de abrazar a pecho descubierto, pero con la espada alzada, los propios miedos es monumentalmente más liberador que la ingenua obsesión por caminar de puntillas por el mundo para evitar despertar a los dragones.

No, el dolor no es despreciable.

Es una bendición.

Lo que hacemos con nuestro dolor es lo que nos ha de distinguir en esta senda de la vida.

No porque hayamos -o no- de triunfar.

Sino porque tenemos la certeza, la fortaleza, la confianza de que pudimos, podemos, podremos, superar y exprimir hasta la última onza de logro de cada uno de los golpes que recibamos.

Eso, sencillamente eso, es lo que hace a un ganador.

Despertemos a los dragones. 

#RompeLaZona


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sábado, 3 de mayo de 2014

Coaches

  • Para cumplir objetivos posibles contrata ya a un buen coach.

    Para cumplir objetivos imposibles, contrata a uno extraordinario.

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viernes, 2 de mayo de 2014

Limpio

Si tu avance está siendo cómodo, limpio, fluido -

- no estás avanzando mucho.

El oro se halla en la suciedad del lodo.

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