miércoles, 25 de abril de 2012

'Es que...'

Si no está aportando resultados, entonces está planteando excusas.

Cada vez es menos frecuente que alguien pague por el trabajo que usted haga por ellos. Les da rematadamente igual el tiempo que haya invertido, las dificultades que haya encontrado, la cola tan larga que había para hacer ese papeleo, que no haya oído el despertador o que se haya averiado el tren, de verdad como te lo cuento.

No le pagan para que trabaje; la excusa perfecta para no conseguir nada.

Le pagan para que resuelva.

Si no va a aportar soluciones, nadie le va a comprar sus excusas.

(¿Más sobre esto?: en Coaching para Emprender).

lunes, 23 de abril de 2012

Permanente conflicto

Crecemos en escasez, con la percepción frustrante de la abundancia inalcanzable.

Crecemos mirando por el rabillo del ojo ese tanto más que nuestro vecino (parece que) disfruta, y así nos lo guisamos: nuestra casa es algo más pequeña, nuestro coche algo más viejo, nuestros dineros algo más exiguos, nuestra pareja algo menos esbelta, nuestra hipoteca algo más asfixiante.

Después, aprendemos acerca de diferentes filosofías o concepciones que buscan resolver la incomodidad de esa frustración:
  • Trabaje duro, duro, duro para poder comprar todas esas cosas, o todas esas experiencias que tantas cosquillitas le hacen a usted en el pecho. Claro: cuanto más trabaje, más dinero ganará más trabaja.
  • O, lo contrario: si lo desea con suficiente fuerza, sus deseos se harán realidad. Si no, siempre puede decir que no lo deseó lo suficiente, mientras se toma la enésima aspirina para reducir ese mayúsculo dolor de cabeza de tanto concentrarse en sacar conejos que no tiene de una chistera que no hay.
  • O bien (esta es buena), deje de desear, deje de anhelar tantas cosas sexies, interesantes, excitantes, que ofrece esta vida. A fin de cuentas, no es tan estimulante viajar a playas de aguas transparentes, ascender cotas imposibles, fotografiar faunas inimaginables, montar a caballo por estepas inhabitadas, navegar en kayak sin ver un alma en semanas o atravesar un continente por vías terciarias con la prisa del que nunca ha visto un reloj en su vida. Claro que no.
Estas opciones se centran en eliminar lo que nos parece bello, deseable, apetecible, bueno para nosotros. Como si apretando fuerte los ojos fuera a desaparecer de la mesa esa tarta de chocolate con nuestro nombre por encima. Sin guinda, gracias.

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Prácticamente todos los conflictos se originan en la escasez: percepción de escasez o escasez real.

Desde el que le hinca a usted el codo en las costillas por ese último asiento en el autobús de la mañana, hasta el brutal ataque de celos por echar el cerrojo sobre el amor de su vida, pasando por el envenenado ambiente de una empresa en la que se está despidiendo hasta a las grapadoras.

Emprender (no necesariamente tener, montar, crear, una empresa), quizás pase por crear (ampliar) escenarios n-u-e-v-o-s, abrir senderos donde la nieve aún es virgen, encontrar estrechos que conecten una vida pasada (actual) con una actual (futura) en la que disfrutar de dinero y tiempo para beberse (y compartir) lo que siete mil millones de personas y quinientos millones de kilómetros cuadrados de Tierra pueden ofrecer. (Plan B: ponga fotos de palmeras en el panel de corcho del cubículo donde trabaja y recuérdese cuán aburrido está de ver las mismas caras reuniéndose por memeces cada día).

Hoy puede ser otro día igual que el pasado lunes, martes, miércoles... de la última semana, mes, año, lustro...

Mire bien: sigue sin haber una chistera sobre la mesa.

Pero ese pastel, demonios, no hay manera de que se vaya.

martes, 17 de abril de 2012

¿A qué jugamos?

Cuando iba a la escuela, aprendí que la vida sin duda era como un combate de boxeo: uno entrenaba solo, se ejercitaba solo, se preparaba solo, para competir durante ochenta años contra otros púgiles solitarios. Había un único trofeo, reservado para un único primero. Nadie, a fin de cuentas, pasa a la Historia por ser el mejor segundo que nunca hubo.

Cuando me cansé de pelear, aprendí trabajando que la vida, en realidad, es como una guerra, en la que un bando (y sus incontables reservas) lucha ferozmente durante cuarenta años por causar el máximo de bajas al contrario. Dedicar la vida a subir quitar cuota de mercado como sea es la consigna.

Cuando me cansé de disparar, aprendí que la vida, quizás es más bien una permanente ascensión al siguiente ochomil. Hollamos con nuestros propios pies, pero escalamos el hielo y la roca con un equipo en el que todos se cuidan, todos tienen una misión, todos cuentan: el sherpa, el que abre vías, el que mantiene el ánimo cuando el frío más ya no puede bajar y los dedos dejaron hace días de sentirse.

Sin copa, sin fanfarrias, sin estrellitas doradas en el uniforme.

Ni la montaña ni nuestro reto se moverán de ahí. Ambos nos aguardan inmóviles e inamovibles, pacientes, expectantes, neutros.

Aceptarlos o no como desafío los dejan indiferentes. No es su historia de lo que debemos hablar, sino de la nuestra.

A nosotros es a quienes nos debemos sobreponer cuando nos duela el cuello de mirar hacia arriba con la boca abierta... o hacia abajo con el no puedo en los labios.

No competimos contra nadie. Nosotros somos el que asciende, el que holla, cordaje, campamento, guía y montaña.

Se acabó el entrenamiento.

Anochece.

Es hora de subir.

viernes, 13 de abril de 2012

Enseñar | Aprender | Emprender

La educación de los niños en los últimos 250 años y su ¿utilidad? para la vida real que les aguarda tras su acto de graduación:
  • Los examenes son estrictamente individuales, ojito con copiar. (En la vida real, quien coopera, ¡imita!, y mejora lo existente, gana).
  • Los niños no se mueven físicamente de su pupitre durante quince años. (En la vida real creerán que hay que hacer lo que sea para asegurarse que tampoco tengan que moverse de su oficina durante cuarenta. Manifestarse, quién sabe).
  • Espera durante esos quince años a que le den la tarea. (En la vida real quien sigue esperando hoy *a que le llamen* para que le den trabajo lo lleva jod claro).
  • Regurgita información empollada, con comas y todo, concretamente el capítulo 3, página 62, los seis párrafos, tienen una hora señores. (En la vida real, el 99% de las decisiones deben tomarse con información incompleta o errónea... que no viene en ningún libro o Wiki).
  • Si estudia memoriza, triunfa. (En la vida real, triunfa quien *aprende*. Toda la información del mundo ya cabe en un smartphone).
  • Avanza de curso si piensa linealmente y en asignaturas estancas. (En la vida real, el pensamiento necesario es radial, caótico, simultáneo, relacional, abstracto, paralelo, holístico, creativo, progresivo-regresivo, explosivo o por goteo. Ah sí - y a veces, también, lineal).
Si tienen hijos, allá va una idea de lo que pueden hacer ellos para divertirse... y, de paso, abrirles a la posibilidad de que se independicen antes de los treinta y nunca necesiten un coach*:



Ah, claro - es que este chaval tiene muchos recursos, es estadounidense, ha nacido así, sus padres deben ser unos descerebrados o tampoco-es-para-tanto-eso-lo-hace-cualquiera.

Está bien, disculpen.

Quizás entonces quieran ver este otro.

Menos recursos. 

Más ingenio.

Dos meses de verano escolar completando libros de repaso de microbiología lunar o de hábitos culinarios en las culturas mesopotámicas...

... o haciendo esto otro.

¿Lo habrá aprendido en un aula?

Lo dudo.



*Gracias por el vídeo a @oliverbarreto, Presidente del Club de Alumni ESADE Canarias, emprendedor y Business Analyst en ATOS R&D.

Solamente los he hallado en inglés - si alguien sabe como 'castellanizarlos', los sustituyo encantado.

martes, 10 de abril de 2012

Coaching y Liderazgo: (Re)Escribiendo la Misión

A veces nos obsesionamos con el proverbial, casi mítico 'haz lo que quieras hacer, realmente, en la vida'. Y esto, en efecto, en multitud de ocasiones lleva a la frustración.

En ocasiones, la Vida pone delante problemas o circunstancias serios que, en realidad, encierran en su cáscara el germen de ese cambio preciso, de esa transición necesaria para trascender a esa vida deseada. Hay personas que descubren, a base de un extenuante desbrozo, sus oportunidades a partir de unas circunstancias de pérdidas severas. A fin de cuentas, es fácil crear una empresa con dinero heredado. Es sencillo ser invitado a una cena romántica cuando se nace con belleza. Es fantástico ser enchufado para un gran puesto sin haberse sudado los galones. Pero no es tan fácil crear una empresa sin recursos, mientras el individuo estudia y trabaja, pagando una habitación de alquiler y cuidando de alguien cercano; no es tan sencillo tornarse atractivo a través del cultivo de un rasgo de personalidad potencialmente seductor; requiere generosas paladas de paciencia pasar la mili de becario para ganar una valiosísima experiencia como líder.

Así, muchos proyectos vitales mueren en cuanto se los tilda de 'fracasos' y arrojamos la toalla con dolor, con ira, con resignación. Muchas personas acabarán asociando el fracaso de ese proyecto a su propia personalidad: en lugar de verbalizar ante otros y ante sí que 'mi proyecto fracasó' o 'fracasé en mi proyecto', comunican 'yo soy un fracasado' - y comienzan a moverse por la vida como tales. No es de sorprender que en ese punto algunos se acaben estancando y enlodazando durante meses, años... o toda la vida.

Quizás sea este tan solo un matiz, pero fundamental: las personas, podría interpretarse, a veces nos equivocamos, mientras que los proyectos fracasan. Un cerebro sano tiende a moverse en la dirección que mejor le beneficie, por lo que hará lo mejor que sabe y puede para asegurar el cofre del tesoro de su éxito con la información, siempre incompleta, de la que dispone en ese momento y situación. Un proyecto que no funciona sencillamente ha añadido en la coctelera la totalidad del resto de ingredientes y variables, incluyendo aquellas sobre las que no podemos ejercer ningún control, dando en ocasiones un resultado que no es el que nosotros anticipábamos o deseábamos.

Es así que muchos, muchos proyectos acaban fracasando. Sea porque la motivación, simplemente, no era arrebatadora; sea porque faltó conocimiento, apoyo de un equipo o una pura acción y activación dinámica del cambio. En otras ocasiones, los proyectos no se materializan tan solo porque no debían ser, existir, por razones e interacciones con nuestro Universo que aún se nos escapan.

Pero el que ciertos proyectos y deseos fracasen no quiere decir que no lo hagan para el mayor bien del individuo en el largo plazo, por doloroso e insoportable que se presente ahora: un divorcio tortuoso libera tiempo y energía para rehacer una vida y permitir una relación amorosa (propia y con otros) constructiva; un despido fulminante puede acoger la semilla de la emprendeduría y la libertad de decisión sobre el propio tiempo; una lesión permanente en un deportista puede albergar la oportunidad del reciclaje en una habilidad aún más excepcional en otra disciplina; una quiebra financiera encierra lecciones que jamás se podrán encontrar en las mejores escuelas de negocio.

Si nos aferramos y nos definimos en función de nuestros proyectos estamos condenados a la montaña rusa del éxito en la cúspide y del fracaso en las bajadas, de paso magnificando los primeros ante otros y nosotros mismos y justificando los segundos ante nuestro entorno o, peor, engañándonos a nosotros mismos cada noche antes de dormir.

El éxito es efímero.

Pero el fracaso, también.

Lo que permanece en ese zigzag vital, sin embargo, es lo que nos ancla a un estado de neutralidad emocional que nos permite actuar con mayor criterio o mayor intuición sin descentrarnos por el éxtasis de la fantasía del éxito perpetuo ni sucumbir a la amargura de los logros que nunca serán. Los mapas quedan obsoletos. Las brújulas no.

Lo que resiste los vaivenes de la Vida es nuestro Propósito, nuestra Misión en la vida.

La Misión es como la luz de un faro en mitad de la neblina del fracaso o como recordatorio de humildad cuando los vientos nos son muy favorables. La Misión, el Propósito de cada uno, los podemos reflejar por escrito en una frase, un pequeño párrafo, recogiendo aquellas actuaciones, acciones, proyectos, valores, en los que nosotros florecemos, eclosionamos; aquellos que nos acercan a un mayor bienestar o felicidad o como prefiera usted definirlo: 'me siento dichoso cuando asesoro a emprendedores a hallar nueva financiación y crear más empleos'; 'soy feliz cuando hallo nuevos medicamentos que mejoren la calidad de un enfermo crónico'; 'desarrollo mi potencial cuando ayudo a niños a aprender a escribir'; 'encuentro paz al ofrecer hospedaje rural a urbanitas estresados'; 'me gusta constatar el aprendizaje de las personas a las que formo desde mi departamento', y un eterno, y exclusivamente personalizado, etcétera.

¿Cuál es pues esa Misión en su vida que refleja los valores que únicamente a usted le pertenecen?

Cuando encuentre defina la suya, lo sabrá.

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Entrada presentada a concurso para su inclusión en un eBook sobre “Coaching y Liderazgo: Crecer en Valores” en el II Congreso Nacional de Coaching y Liderazgo.
Si le ha gustado, gracias por compartirlo.




domingo, 8 de abril de 2012

8 ideas antes del verano

Dos patadas más y estamos en verano.

Serán esos meses de descanso solamente si usted está... cansado. Si lo está (y esta tarde anda en esa mala l*che previa antes de volver al cole mañana), allá van unas ideas con las que jugar:
  1. Compruebe si lo que está haciendo es una misión de vida o un trabajo. Si va para que le paguen a fin de mes, es lo segundo.
  2. Rompa las reglas. Si no hace más que recibir críticas por lo que quiere hacer fuera de la caja - enhorabuena: ya tiene un pie fuera de ella.
  3. Conozca gente nueva. Si emprender le intimida, es porque sigue relacionándose con quien no lo hace. El trabajo por cuenta ajena ha muerto, DEP. Ábrase en persona a quien emprende para que le revele un mundo que se está desplegando ante usted. Seguir a alguien famoso en Twitter no cuenta.
  4. Trabaje en versión beta. No apunte y luego dispare; dispare y luego vaya corrigiendo los tiros posteriores. En lo que hace su estudio de mercado en la cuneta, otro tipo con menos recursos le está rebasando por la izquierda.
  5. Pregunte ¿cómo? Cuantas más certezas tenga, menos creativo es. Pregúntese continuamente cómo (mejorar, incrementar, beneficiar, simplificar, optimizar, eliminar, triplicar) aquello que le rente dinero *Y* tiempo (escoger uno de los dos ya lo sabe hacer todo el mundo). No, el emprendedor no nace; el emprendedor cuestiona lo que hay a su alrededor. Cada día.
  6. Prepárese. Si huele a despidos en su empresa, deje que los demás hagan su trabajo de agarrarse a una situación que ya no existe y quemen neumáticos a la puerta de la sede. Usted tiene cosas más importantes que hacer para su futuro. Ni la frustración ni la ira consiguieron nunca retroceder un segundo ningún reloj.
  7. Trabaje en materializar su visión. Y deje de soñar. Los sueños desaparecen al abrir los ojos. Las visiones del futuro que desea son lo que le moverán con determinación mientras los demás siguen soñando. O durmiendo.
  8. Persevere. De majestuosas ideas están llenas los cementerios... y las papeleras de los bares. Mientras en una servilleta pondrá 'qué buena idea', en la otra habrá un calendario de acciones. Y primeros clientes.
Es abril.

Asegurémonos que esta entrada no tenga ningún sentido en septiembre.