martes, 31 de mayo de 2011

Legado

Si tienes hijos, sin duda querrás lo mejor para ellos: que no les falte de nada, que puedan disponer de la mejor educación, los mejores cuidados. Que estén siempre secos, calentitos, protegidos, que coman lo que quieran, cuando quieran, que disfruten de todo lo que no pudimos disfrutar nosotros.

¿Acaso no es eso lo mejor para ellos?

Quizás no.

Cuando éramos pequeños, venir con las rodillas sucias y con sangre seca era la evidencia de que lo habíamos pasado bien en el parque... sin supervisión de adultos pues, por alguna razón, no hacía falta que montaran guardia para prevenir que alguien nos hiciera mal. Si veníamos sucios, nuestra madre nos mandaba a la ducha, y la ropa a la lavadora. Esto quería decir, también, que habíamos estado experimentando, socializando, lidiando con los otros chavales de la panda, negociando canicas y chicles. Nadie se quedaba en casa para ver la TV.

Cuando era pequeño, no teníamos ni la más remota idea de qué demonios era un préstamo: si tenías el dinero, lo comprabas. Si no lo tenías, a ingeniárselas para generar y ahorrar más (con ocho años yo vendía flippers hechos con cartón y pinzas de ropa), pues 'el dinero no crece en los árboles' (¿les suena?).

Hoy sobreprotegemos a los pequeños. Sí: se tienen que ensuciar para aprender a integrarse (¿quién quería ser el del pelo engominado?). Sí: se tienen que hacer daño para aprender a cuidarse a sí mismos (¿quién quería ser el llorica?). Sí: se la tienen que jugar para aprender a arriesgar... y a levantarse cuando se pierden todas las canicas o las chapas durante la partida (¿quién no admiraba al que se había convertido en un crack jugando al guá o al futbolín?).

Lo importante, y esto también, es que se sientan queridos - no ungidos en cosas: una ingente parte de las causas por las que los adolescentes (y adultos) acaban cometiendo agresiones contra otros y contra sí mismos tiene que ver con la ausencia de cariño durante la infancia, de afecto, de contacto humano, de comprensión, de calidez. La 'ausencia-presente' (presencia física pero ausencia mental/emocional) del padre/madre o adulto primario también es tan lesiva como una agresión violenta en el futuro del chaval. Y esto no hay PlayStation que lo subsane.

En otras palabras: lo que los pequeños necesitan es tiempo. El nuestro. Que nos esmeremos en entresacar sus virtudes con las que nacen de fábrica - en lugar de saturarles con convertirles en lo que nosotros sabemos (¡) que ellos deben ser.

No: nuestros hijos no son propiedad nuestra. Nuestra misión para con ellos, paradójico, es que, sí, algún día, sean tan independientes de nosotros, que nos inviten a su casa a comer los domingos.

Ese es el legado: su autonomía de los padres.

Y también de cualquier cosa, persona o institución que le subyugue a trabajar por menos de lo que vale su talento o a vivir su vida escatimándose a sí mismo lo que se merece.

domingo, 29 de mayo de 2011

¿Plusvalía?

En Alemania acaban de destapar un nuevo escándalo corporativo: una de las aseguradoras más grandes (aquí) recompensó a sus agentes comerciales más efectivos con, nada menos que, una orgía con un considerable elenco de prostitutas.

No, no piensen que voy a puritanizar el evento: francamente, en términos de sexualidad, lo que se haga entre adultos que consienten (quizás mucho asumir en el caso de las mujeres involucradas) les atañe a ellos.

Ahora bien, lo que sí me da para pensar es en que, resumiendo el asunto, los asegurados (los clientes, vamos) están siendo estafados.

Háganse cargo: imaginen que, pongamos, ustedes pagan 300€ al año por asegurar su hogar. El agente asegurador que les ha vendido la póliza es un crack y le ha calzado pólizas similares a otros 3.000 individuos. Hasta aquí, normal: para eso le pagan. Ahora bien, si nos enteramos que a él y a otros 99 super-agentes les llevan de parranda faldera (espacio patrocinado por su Departamento de Recursos Humanos)... díganme ustedes quién está pagando la factura de las señoritas. En efecto: de esos 300€ de póliza anual, sesenta centimitos que usted se ha sudado en ganar se van a una meretriz - que para eso ha trabajado el señor agente. Llámenlo si quieren el descanso del guerrero, pourquoi pas.

Ahora bien, también, de esos 299,40€ que quedan, un euro enterito está encastrado en la carrocería del Aston Martin de fin de semana del directivo - que hay que mostrar status, no se piense usted. De los 298,40€ restantes, otro eurito va para pagar la gasolina de la macchina, y otro para comidas de negocios; uno más va destinado al despacho (casi) oval, madera de roble, oiga; y otro más para el piso corporativo, el colegio-élite de los hijos, viajes en business, vacaciones, asistenta, nanny, cocinera y demás Equipo A, etc. etc.

Si siguiéramos descontando y descontando, resultaría que la póliza en cuestión, de hecho, está siendo financieramente subcontratada al... propio asegurado. Esto, en plata, se llama tomadura de pelo o, peor aún, estafa. Pero las grandes corporaciones (cuanto más grandes, más tentadoras son estas prácticas al haber más jerarcas que sustentar) lo llaman servicio – 

O plusvalía.

Eso sí: los agentes se lo debieron pasar de traca.

sábado, 28 de mayo de 2011

Hacer coaching no es ser optimista

Considero que, cuando se avecina un huracán (o está en mitad de uno, como sienten muchos coachees-clientes), un optimista aguarda, sonriendo (¿la sonrisa del ahorcado?) a que la tempestad amaine.

No, en coaching no somos optimistas: somos positivos - que no es lo mismo. La diferencia estriba en que con una disposíción positiva tienes la certeza (o casi) de que hay una (y más) soluciones ante esa tormenta: es cuestión de pensar, visualizar, actuar. Con esa certidumbre, nuestro cerebro se relaja y puede anticipar con criterio... y agilidad. Sin él, el miedo puede pasar de un salto al pánico. Y entonces ya no regimos - nos arrastra el instinto de supervivencia.

No, no somos optimistas.

Pero somos incombustibles co-buscadores de opciones válidas.

Eso es ser positivo.

lunes, 23 de mayo de 2011

Cantos de Sirenas

A veces, con la decisión no basta.

Sucede a menudo: nos encontramos delante de la situación que nos tiene dubitativos, preocupados. Incluso, estancados. No sabemos qué hacer: cualquier decisión nos parece la perdedora.

Finalmente, nos armamos de valor, nos lanzamos al agua, y decidimos emprender ese cambio tan necesario en nuestras vidas.

Pueden suceder a partir de este punto, entre otras, dos cosas: 1) que, de repente, todo parece encajar... como si el Universo estuviera, simplemente, ahí sentado, silbando aburrido, esperando a que nos decidiéramos; 2) que algo muy suculento nos tiente a desviarnos del rumbo tras el esfuerzo de soltar amarras. (En la Mitología, los cantos de las sirenas enamoraban a los recios navegantes, haciéndoles desviar el curso de su embarcación, sin saberlo pero ciegos de amor, a las rocas, al naufragio. Todo perdido por dejarse distraer en su rumbo).

Como ejemplo de lo segundo: me llevó años decidirme a ser mi propio jefe. Años. Y, sin embargo, a las dos semanas de comenzar a serlo, me tentaron con, posiblemente, uno de los puestos de dirección de Recursos Humanos más relevantes y con mayor visibilidad del país. Un salario de seis dígitos. 'Éxito', en el sentido quizás más popular del epíteto. Todo aquello para lo que (se supone) uno se prepara en su vida laboral. Y cuando, sí, decliné la oferta, el cazatalentos incluso se enojó conmigo, tachándome de irresponsable por seguir mi camino

Sí: creo que, en ocasiones, la Vida te lanza cebos, para ver si muerdes y así testar cuán comprometido te hallas con tu propia causa.

Como ejemplo de lo primero: tengo una amiga que llevaba años muy muy vapuleada en su puesto de trabajo. Ella aspiraba a cambiar de profesión, para lo que se pasó más de una década estudiando por las noches. Once años, nada menos.

Quería abandonar su puesto, estaba harta, machacada. Y, sin embargo, todo el mundo le reprochaba su ingratitud por sus bendiciones, máxime visto el panorama de desempleo. Y sintió miedo, mucho miedo.

Pero tras esos largos años, se decidió a lanzarse al vacío: dejar un empleo estable que le quemaba, en la fe (no religiosa: ella es atea) de encontrar algo mejor.

Et voilà: el trabajo de sus sueños apareció (se lo ofrecieron - ella no mandó ni un solo CV) a los cuatro días de estar oficialmente desempleada (ella decía 'libre').

Cuando el alumno está preparado, el maestro aparece. La suerte aparece cuando la oportunidad se encuentra con la preparación.

Todo encajaba. Era tan solo cuestión de prepararse, prepararse, prepararse. Y dejarse fluir. Confiar.

Qué difícil es esto.

A veces.

viernes, 20 de mayo de 2011

Rebelión

Lo que está sucediendo en Madrid (y otras ciudades) era algo que, si bien era difícil de prever, desde luego no sorprende.

El ciudadano medio, que ya se ha enterado de qué va este juego (democracias bipartidistas con planteamientos de ideología-única, servidumbre de partidos políticos a banqueros y otras especies similares, pugna por el poder porque ahí arriba uno tiene acceso a la decisión de cuanto debe cobrar uno mismo, etc.) ha alcanzado el punto de cocción... y está empezando a ebullir.

Únanse muchos ciudadanos que ya van calentitos (FB, Twitter, etc.) y se comienzan a alcanzar masas críticas sucesivamente más elevadas: desde la que meramente se manifiesta... hasta la que hunde gobiernos.

La gente está harta – y ve que lo que se ha hecho en Islandia se puede replicar: el islandés medio pierde sus ahorros a manos de unos banqueros que, seducidos por el dinero rápido-de-otro (cualquiera comienza una empresa con un millón de euros en el bolsillo), abandonan cualquier principio de contabilidad razonablemente conservadora y se lanzan a especular, a endeudar (¡a sus propios clientes!) frente a terceros (Reino Unido y Holanda, de aperitivo). El islandés medio sale a la calle y, pacíficamente, busca encarcelar a los responsables (los bancos y los machos-alfa que los dirigen), negarse (¡negarse!) a pagar la deuda contraída in absentia por algún señorito en un despacho noble, y tumbar a un gobierno que, sea por ignorancia (malo) o aquiescencia (peor), había favorecido el asalto a las arcas de uno de los países que, hasta hace nada, era de los que ofrecían una calidad de vida mundialmente envidiable a los habitantes de esa isla.

Si no lo han hecho aún, vean el documental ganador de un Oscar 'Inside Job' (trailer, al pie) y horrorícense con el sutil, silencioso, premeditado, planificado, insultante, robo que un puñado de banqueros ha hecho (y hace) para enriquecerse obscenamente a costa de (sí: digo 'a costa de', literalmente) jugar con, y especular contra, los dineros de sus propios clientes. Si ganaban, se llevaban un bonus – si perdían, se llevaban uno más gordo. Total: ellos tenían (tienen) el poder de decidir cuánto debían pagarse ellos a sí mismos, en comandita con el resto de gerifaltes, repartiéndose de esta guisa el bacalao pescado por otros. Después de ver esta película, Freddy Krueger les parecerá más dulce que Blancanieves.

Miren si no, acabe o no el responsable del FMI en la cárcel (que será que no), quién será el/la que le suceda. Si echan mano de hemeroteca, verán (y seguirán viendo), que son las mismas caras cambiándose de silla (FMI, Reserva Federal, Ministerios de Economía...) a lo largo de los años.

Sí: la gente está arrecha. Y mucho.

Nunca subestimen el poder de la determinación de un grupo, por pequeño y ausente de poder que este parezca tener:

De hecho, todas las revoluciones empezaron así.



jueves, 19 de mayo de 2011

No saber lo que se quiere

Nadie lo admite, pero es así. Un número elevadísimo de personas no tiene ni idea de qué es lo que quiere de veras, de veras, de veras hacer con su vida.

La inercia, ya lo decía Newton, es el estado que consume menos energía. Es más fácil dejarse llevar que emprender un cambio. Aunque sea a nuestro favor. 'Más vale malo conocido....' es el mantra.

Es predecible: nos pasamos más de veinte años siguiendo las directrices de otros y, ojo, cuidado con salirte de la foto.

Sin embargo, también se puede ir deshojando la margarita: deshaciéndonos, cada día algo, de lo estéril de la vida, de lo que nos consume tiempo y energía, de lo que nos debilita. Descremando de nuestra existencia aquello que no nos funciona: relaciones, trabajos, sueños que no son realmente tales, agujeros por donde perdemos energía emocional o física...

A veces hay que prepararse a ciegas: no sabemos por donde saltará la oportunidad. Pero que esta nos pille preparados es primordial para que la identifiquemos como tal.

Si no, ni nos daremos cuenta que esa oportunidad nos pasó de largo extendiendo un brazo para ver si la agarrábamos.

Y, sí, habrá más oportunidades viniendo.

Pero seguiremos sin ver ni una si seguimos distraídos en la rutina de la inercia que nos mantiene anestesiados.

miércoles, 18 de mayo de 2011

Problemas

Hay muchas plataformas desde las que observar lo que le pasa a una persona: la aparición (¿o apariencia?) de problemas en muchas ocasiones son reflejo de la manera en que pensamos, nuestras creencias. Nuestras creencias se plasman en expectativas de esas creencias: estamos pre-dispuestos a ver lo que queremos ver (o ya pre-vemos en nuestra imaginación), a experimentar lo que esperamos experimentar, a 'tener razón' al ver que lo que precisamente evitábamos acaba siendo realidad.

Si un problema tiende a repetirse (¿cuántas personas se siguen enzarzando con similares parejas, las mismas relaciones laborales tóxicas, las mismas situaciones financieras, una y otra vez?), quizás haya que alterar la perspectiva. El observador (la persona) es la que debe cambiar - en lugar de empecinarse en cambiar el problema, el entorno, o a los otros.

Quizás el susodicho problema no sea tal: quizás esa dificultad sea, en realidad, una suerte de mensajero. Un portador de pequeñas epístolas, como post-its, acerca de... nosotros mismos. Una especie de ¿maestro?.

Solamente la presencia, la toma de conciencia, el darse cuenta, de que lo que nos atenaza ha sido, en muchas ocasiones (¿todas?) permitido, creado, provocado por nosotros mismos - al evitar un cambio, escondernos ante el miedo, posponer esa decisión que sabemos hay que tomar antes o después - nos abre la vía a crear realidades diferentes para nosotros: más de algo que deseamos, menos de algo que no, algo diferente a lo que vivimos.

Los problemas dejan de tener culpables (los otros), para convertirse así en aliados (¿qué es lo que este problema me está diciendo acerca de mí mismo?). 

Tener problemas significa que uno sigue vivo.

martes, 17 de mayo de 2011

Procrastinar

O el arte de poner en funcionamiento las perfectas excusas para no hacer algo. Perderse en la web ('miraba, a ver qué hay'), reunirse ('recopilar opiniones'), posponer acciones importantes para uno ('mucho trabajo en la oficina'), deshacerse de relaciones vacías ('tengo que contestarle - nunca se sabe').

Somos artistas en convertir cualquier excusa en algo creíble, digerible, justificable para nosotros y los demás.

Los demás seguirán haciendo como que se lo creen.

¿A quién engañamos entonces?

Y, mientras, el tiempo sigue pasando.


lunes, 16 de mayo de 2011

¿Dinero o Experiencias?

Cenaba hace unos días en un pequeño restaurante muy demandando que abre solo los días 1 a 25 de cada mes (los otros días los dueños están fuera del país) y hablábamos acerca del mega-viaje que se dieron mis contertulios hace unos años a varios Parques Nacionales canadienses. Tras años de ahorro, era la primera vez que salían de Europa.

Uno decía (¿se quejaba?) que con el dinero que se gastaron en esas semanas se podrían haber comprado un buen coche.

Otra correspondió: si hubieran comprado un coche, jamás hubieran vivido esa experiencia. No habrían disfrutado como lo hicieron. No hubieran podido atesorar tan gratos recuerdos. No hubieran podido recopilar el soberbio álbum de fotos que recopilaron. No hubieran podido sonreir ahora al rememorar la vivencia.

Ese alter coche, sin duda, hoy sería un montón de kilos de metal por los que seguir pagando cada mes.

Cuánta diferencia hay entre 'gastar' dinero y 'emplear' dinero. Es absolutamente personal lo que signifique cada extremo.

Cuando uno muere, no se puede llevar ni un solo céntimo. Cero. Nada. Rosco. Nothing.

Pero la vida, cuando desborda por las incontables experiencias (muchas de las cuales han sido compradas con dinero), gana sentido para el que la vive.

¿Qué hace cuando llega el dinero?

¿Compra cosas... o vive experiencias?

1% inspiración, 99% trabajo

Los cambios acaban siendo solamente posibles mediante la insistencia, la implantación, los procesos, las acciones concretas. Muchos buscan el 'arreglo rápido', esa varita mágica que dé la vuelta a la situación por la que vive una persona.

Secretos, pocos. En coaching, y antes de que existiera éste, las cosas se conseguían mediante el esfuerzo de materializar (la parte que nos toca, al menos, no la que depende de factores externos) las ideas creativas de uno. De magníficas ideas sin realizar están llenas los cementerios. Todos somos espectacularmente creativos en una charla de café.

A veces, sí, es necesario dejar de tener ideas para no dispersar la energía de convertir una concreta en realidad. Muchos pre-emprendedores aguardan una idea maravillosa cuando estas son efímeras, fáciles de imitar, volátiles. Es la ejecución de las mismas la que encierra el fruto del éxito.

Sí, los milagros existen - si por ellos entendemos la capacidad de materializar cosas que antes no había, en un margen de tiempo que no siempre controlamos... pero cuyo kairós (momento preciso) se acerca un segundo cada vez a nosotros con nuestro premio.

Lo que no existe es la magia.


sábado, 14 de mayo de 2011

Tarea para Casa

La tarea no podía haber sido más concreta: 'diseñad una app. Conseguid que la gente la use. Repítase'.

Por el camino, los estudiantes consiguieron que millones de usuarios, en un tiempo récord (algunos en cinco semanas), emplearan y recomendaran a sus contactos estas apps gratuitas diseñadas para funcionar en Facebook. Y, claro, lo que sucede cuando tienes millones de usuarios es que los millones (de dólares) empiezan a brotar desde los anunciantes.

Un par de docenas de estudiantes (que rondaban la veintena) de esa clase se hizo millonario... así como sus profesores - echando abajo, de paso, el precepto de que 'para emprender hace falta dinero'.

Números rápidos:
  • Coste de la inversión: casi cero.
  • Número de usuarios: millones.
  • Tiempo en viralizar esos millones de usuarios: semanas.
  • Ingresos subsiguientes por publicidad: 2.500€/día, millones anuales.
  • Tiempo empleado de producción (escribir el código de la app): unas cinco (no, no es una errata) horas.
Era indiferente que la app no tuviera muchos aderezos. La consigna de los profesores: 'distribúyanlas rápido y mejórenlas después'.

Tipos de apps: mandar abrazos, besos, peleas de almohadas, votar cuán 'hot' eran sus amigos... Nada particularmente denso.

¿El año?: 2007. ¿El lugar?: Universidad de Stanford.

Algunas de las cositas en las que derivaron estas apps embrionarias: Friend.ly, Buzzeo o Sharethrough.

No, no hace falta dinero necesariamente para empezar una empresa (o para retirarse en un par de años).

Es algo de ingenio...

... y un desprecio absoluto por los paradigmas de los mayores: 'estudia. Escoge una carrera con salida. Apriétate el cinturón toda tu vida. Hipotécate para siempre. Empieza a vivir a los 65 años'.

Va a ser que no. Ya no.

Maravilloso.

En El Blog Alternativo

Comentario de 'Coaching para Emprender' en EBA, aquí.

Y, ya que lo visitan, déjense perderse entre sus entradas... hallarán infinidad de, sí, alternativas al mainstream que nos rodea.

Hablemos de Emprender y Coaching

Este 27 de mayo, en el Auditorio de la Feria de Valladolid (aquí), daré una ponencia acerca de Emprender y Coaching para la Escuela de Negocios Training Consulting. Puede ser una buena ocasión para vernos si se pueden acercar (el evento es gratuito).

Además estarán, entre otros:
  • Pablo Trillo, VP de la Agencia de Inversiones y Servicios de Castilla León.
  • Francisco de Andrés, Director Regional de RRHH de Benteler, quien junto a la Directora de Desarrollo de RRHH del Sur de Europa, Montserrat Serrano, hablarán de casos de éxito en la empresa.
  • Juan Manuel López Iturriaga, Subcampeón Olímpico de Baloncesto en Los Ángeles 1984, quien nos hablará de liderazgo.
El programa completo, aquí:

Para inscribirse, aquí.

lunes, 9 de mayo de 2011

'... es que tengo miedo de...'

Es habitual, frecuente. De hecho, esperable. Constadado científicamente que quien no lo siente, es que tiene a) un desequilibrio químico o b) una estructura morfológica diferente. El miedo está ahí para movilizarnos... si así lo decidimos.

Cualquier individuo siente miedo. El valiente, el que muestra coraje, siente tanto miedo como cualquier otro. La diferencia es que hace algo al respecto.

Tenemos, básicamente, tres cerebros: el reptiliano (sí, que compartimos con cualquier bicho vertebrado, no se crean, con los mismos instintos primarios - véase supervivencia o, ergo, miedo); el límbico (emocional); y el córtex cerebral (el de los tests que miden -según se mire- la inteligencia de nosotros bípedos).

Si el miedo no se controla, canaliza, entonces, en el córtex se funden los plomos y se conecta el reptiliano. Es el salto del miedo (donde aún regimos) al pánico (bajo cuyo auspicio podemos tomar decisiones erróneas en las situaciones mal calibradas).

El elenco de opciones es triple - pero a su vez infinito: huir ('a lo mejor, si no miro, no me ve', en una réplica, a veces no tan graciosa, del juego que hacen los niños pequeños. Ejemplo: la persona que ve que están despidiendo a todo el mundo en su empleo mayor de 45 años y piensa que, seguro, trabajando más duro, como él/ella es especial, podrá salvar su trabajo. Es la negación ante los nubarrones). O, quizás, paralizarse (eso sí: airando las injusticias que nos tocan vivir, por qué a mí, nos preguntamos y a todo el que quiera escucharnos). Finalmente, encararse, recibir el golpe si hay que recibirlo. Nos asusta a veces, sí. Pero actúan, hacen algo. Aunque sea, precisamente, no hacer nada (por el momento) - que, paradójicamente, ya es hacer algo.

Los anglos lo mencionan con tres 'f': flight, fight, freeze (huir, luchar, congelarse).

La Vida, no hay excepciones, nos pone delante situaciones para actuar que nos dan miedito: cualquier cosa que tenga la palabra nuevo o diferente de nuestro escenario vital actual.

Cada nuevo día, vamos.

miércoles, 4 de mayo de 2011

No-Autoridad

Hace años que me di cuenta que tener problemas con la autoridad es muy saludable.

Durante años fui súbdito-tirando-a-empleado antes de decidir que quería estar al otro lado de la mesa: el de los que mandan.

Me llevó su tiempo, tras quemarme las pestañas, respetar las (absurdas y no escritas) normas cultural-corporativas de aquellas organizaciones, sufrir los encabritados ataques de reunionitis de mis jefes fines de semana y fiestas de guardar, supervisores, presidentes, vicepresidentes o VPs, sus VVPs, los VVVPs, y demás estratificaciones del poste del gallinero. Hasta que, al final, lo conseguí.

Tuve entonces cientos de personas que dependían de lo que hacía yo en ese despacho: sí, ciertamente, hicimos cosas maravillosas, francamente interesantes, pioneras incluso - de hecho, yo era, hum, feliz, haciendo lo que hacía. Hasta que empecé a dejar de serlo aquella tarde de invierno.

Qué tontería, esto de abrir la boca uno cuando no debe: estaba yo en aquella reunión (¿había dicho reunionitis?) con estos los de los galones, mientras debatían si despedir a un tipo. ¿Su crimen?: recibir rentas por el alquiler de su casa, las cuales añadía a su salario mensual (que percibía por un trabajo que tenía cero que ver con el negocio de la empresa), que había gestionado en su tiempo libre. Mis engalonados colegas, creciéndose entre ellos y azuzándose entre sí (mucha testosterona sin liberar, hubiérese dicho): '¡En esta empresa tiene que haber lealtad!', '¿Qué se ha creído este gilipo**as?', coronado con un asombroso (para mí): '¡Y no nos ha informado!'.

Y, como decía, cometí la imprudencia de emplear aquello de la libre expresión para cuestionar tanta honor herido por tan poca chicha. Me debió pillar desprevenido (de hecho estaba yo mentalmente calculando el coste/hora de tanto Mando junto desperdiciado en la discusión, haciendo números, calladito -mis galones no tenían tantas estrellitas-), hasta que pregunté que qué había de malo en que un individuo, de manera legal, inteligente, en su tiempo libre y sin violar ningún código interno de concurrencia se ganara unos dineros invirtiendo.

Supongo que hubo un antes y un después, tanto en mi forma de ver el mundo, como en su forma de verme ellos como un peligro desde esa tarde gloriosa: a los que mandan, les suelen ac*jonar aquellos que (parece que) piensan por sí mismos - los cuales, supongo que por alguna inconexa razón, tienen el poder de vaporizar sillones de cuero y mesas de madera noble. (No lo intenten en casa).

Me di cuenta que no me gusta tener jefes (he tenido docenas y solo guardo relación - y buena - con los dos que me dejaban hacer lo que me daba la gana... paradójicamente con los mejores resultados de entonces para todos)... y que tampoco me gusta ser jefe de nadie: si alguien le tiene que decir a otro lo que tiene que hacer (teniendo el conocimiento y los medios para hacerlo solito), entonces es que uno de los dos sobra.

________

Hace unos días, me contaban el caso de un cliente de Coaching que 'tiene problemas con la autoridad'.

'¿Está arrestado?', pregunté.

'No: es que se lleva mal con su jefe'.

Qué bueno.

Bienvenido, amigo.

Te estábamos esperando.

domingo, 1 de mayo de 2011

Somos Como Termitas...



Si disponen de 21:25 minutos (y creo que sería una buena inversión de su tiempo), vean este vídeo acerca de la 'Historia de las Cosas' (http://www.storyofstuff.org/): un microanálisis del destrozo que hacemos en este mundo al educar (y no es casualidad) desde niños a las personas a ser consumidores compulsivos - no ciudadanos librepensantes.

Traducido al español. (Si lo prefieren en inglés, aquí.)

Gracias a Isa por el enlace.