jueves, 31 de mayo de 2012

Equivócate

Son apenas 20 minutos*, pero no le dejarán indiferente. En su discurso, Neil Gaiman nos retrata lo que sin duda muchos experimentamos a lo largo de la vida y no nos atrevemos a compartir pensando que únicamente nos pasa a nosotros.

No solo a veces trabarse en obstáculos es lo normal.

En ocasiones es lo necesario.



*(El vídeo está en inglés... si alguien lo encuentra en castellano o subtitulado, lo añado encantado).

martes, 29 de mayo de 2012

En el Observatorio Europeo del Coaching

Para aquellos de ustedes a los que les interese apasione el desarrollo humano, tanto como individuos como comunitariamente dentro de su 'tribu', les invito a visitar el recientemente lanzado OEC. En él hallará novedosos apuntes y propuestas que no le dejarán indiferente. Asuma el riesgo de romper los moldes que le limiten en sus proyectos.

Esta semana, un breve artículo que escribí para quienes aún estén en proceso de 'me estoy pensando' si emprender o no.

Si consigue desarmar su duda, no olviden compartirlo.

La entrada, aquí.

En eBook del Congreso Nacional de Coaching y Liderazgo

Mi entrada 'Coaching y Liderazgo: (Re)Escribiendo la Misión' ha sido elegida por el Observatorio de la Blogosfera de RRHH entre los diez mejores posts para ser incluidos en el eBook del II Congreso Nacional de Coaching y Liderazgo en Barcelona.

El eBook se está editando y lo publicaremos aquí en cuanto salga del horno ;)

lunes, 21 de mayo de 2012

miércoles, 16 de mayo de 2012

¿(In)aceptable?

Cuando a alguien se le ocurrió que, en lugar de producir un par de  automóviles, podían invertirse millones para que las fábricas escupieran miles de unidades cada semana, se dió cuenta también que ahora tendrían que vender como fuera esos miles de coches que resultaba que sobraban.

Para lograrlo, era fundamental que hubiera una masa crítica de operarios con el suficiente jornal como para poder permitirse adquirir algo que ya no solo era un medio de transporte, sino todo un símbolo de status. (Mira, mira: el mío es más grande).

Bingo. Al subir la demanda de coches, subió el precio de los mismos (Economía de 1°, descubrimos la rueda). Como llegó el momento en el que no podían adquirir ya esos vehículos pagándolos al contado, ponderaron si, quizás, alguien les pudiera prestar ese dinero. (Cuántas deudas se han adquirido en la Historia por querer tenerlo más grande).

Los bancos, avispados, se dieron cuenta que aquí había negocio: si en lugar de prestar poco dinero que se pudiera devolver en un plazo corto de tiempo, comenzaban a prestar mucho dinero en un plazo muy extendido, podrían inflar sus beneficios durante más tiempo. (Peropordiós, ¿cuánto de grande es suficientemente grande?)

Por tanto, esa masa crítica de compradores-de-cosas-cada-vez-más-grandes tenía que continuar ampliándose, lo que implicaba el tener que salvar un pequeño inconveniente: aquella insidiosa tendencia natural humana a salirse de la foto, despuntar, a ser individuo, único, diferente.

A no aborregarse, vamos. No, no lo quiero más grande, para qué.

Así que algunos se inventaron unas normas consideradas como aceptables y, de paso, las barnizaron con el calificativo moralinmoral.

Los que se identificaban con lo moral y aceptable (la mayoría yo-también-quiero) se elevaron sobre los que no seguían las normas, quienes se convirtieron en inmorales e inaceptables.

Los primeros recibieron su ración de educación. Socialmente aceptable.

Mantuvieron las reglas de esa cosa informe llamada la sociedad.

Consiguieron trabajos definidos como decentes, en empresas moralmente (re)conocidas, con imponentes (y aceptables, muy bien, muy bien) tarjetas de visita en neón acartonado.

Se forzaron a amar a una sola persona, encamarse con una hipoteca, agachar la frente ante un jefe, obedecer a una figura religiosa, tener un hijo, una hija y un perro labrador en un jardín de petunias y garaje para dos coches (hay que comprar, que se hacen muchos), con una semanita todo incluído en un metro cuadrado de playa, mira-cuánta-gente-de-vacaciones-no-puede-haber-crisis. En suma, marcaron las casillas correspondientes del test que la sociedad esperaba que ellos superaran. Una crucecita, un logro, una sociedad satisfecha.

Y así quedaron los otros. Descolgados.

¿Que vive de alquiler?: es que es raro.

¿Que no se quiere casar? Es que es un bala perdida.

¿Que no quiere tener hijos? Es que es un irresponsable

¿Que quiere ser su propio jefe? Sin duda, está loco.

¿Que tiene 24 años y quiere (e idea, y propone, y desarrolla) un sistema nuevo? Es que es un perroflauta.

Pero ahora resulta que esa ¿minoría? de raros, balas perdidas, irresponsables, locos, perroflautas está creciendo ante nuestros ojos.

Quizás, quién sabe, tan solo necesitaban darse el permiso de ser quienes realmente son.
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Es cierto que nos gusta conformar, pertenecer, ser aceptados.

Pero también ser independientes, únicos, diferentes.

Gandhi, Mandela, Einstein, Jesús de Nazaret, Churchill, Jobs, o esos héroes de paisano que se sientan cada día a su lado en el autobús fueron, son o serán considerados inaceptables para una mayoría que se autoproclama aceptable.

Ser único es caro. Es el precio de la libertad de escoger lo que realmente es importante, relevante, efectivo, consecuente, con nosotros. Aunque los demás lo consideren inaceptable. (Esto es, claro, hasta que dejan de hacerlo y se conviertan en fervientes fans).

Diluirse en la masa, sin embargo, es aún más caro. Es el coste de seguir marcando casillitas en cada paso, como tranvías sobre raíles oxidados con parada en todas esas estaciones donde no se nos ha perdido nada más que poder decir que hemos estado ahí.

Sea único.

Aunque sea inaceptable.

jueves, 10 de mayo de 2012

No-trabajo

Un buen médico sana. Un médico excepcional previene que la gente enferme.

Un buen líder dirige. Un líder único asegura los recursos que su equipo requiere... y se quita de en medio.

Un buen profesor enseña. Un profesor magnífico asegura que sus alumnos aprenderán durante toda su vida sin que les tengan que enseñar.

Un buen padre protege a su hijo para que no se lastime. Un padre extraordinario le enseña a levantarse una vez más de las veces que se caiga.

Un buen coach acompaña a su cliente a que éste consiga la vida a la que aspira. Un coach único en su clase se asegura que su cliente nunca más necesite coaching.

Es curioso. A veces, el mejor trabajo que podemos hacer por otros es asegurarnos que no necesiten más que lo hagamos.

Trabajar no es lo mismo que estar ocupados.

Tener un trabajo no es lo mismo que tener un propósito.

lunes, 7 de mayo de 2012

¿Todavía no?

Nunca se está suficientemente preparado para dejar de estudiar y comenzar a independizarse. O para continuar sacándose títulos.

Nunca se está suficientemente preparado para emprender. O para continuar pidiendo trabajo.

Nunca se está suficientemente preparado para la primera vez. O para la última.

Nunca se está suficientemente preparado para comprometerse. O para dejarlo marchar.

Siempre se está suficientemente preparado para dejar algo para el momento en el que estemos, vaya, suficientemente preparados.

Cualquier día, con tal de que no sea ahora.

¿Hasta cuándo?

Hasta que estemos suficientemente hartos de continuar esperando.

jueves, 3 de mayo de 2012

'Coaching para Emprender', en eBook

Si van a tomarse este verano como punto de inflexión para decidirse a despedir de una vez a su jefe mientras leen en la tumbona, la Casa del Libro tiene ya la versión digital de mi segundo libro.

Para verlo, aquí.

'Es que eres un vago'

Somos vagos de serie, por naturaleza.

Nuestro cerebro representa un 2% de nuestro peso corporal pero consume un 20% de nuestra glucosa. Es como si para desplazar a un niño desde el salón hasta el comedor a la hora de la cena necesitáramos la combustión de una lata de Gasolina-Cola. Algo costoso. Y caro.

Un porcentaje altísimo de nuestros mecanismos cerebrales (incluyendo aproximadamente diez mil pensamientos diarios) necesitan ser automatizados pues es como menos glucosa consumimos. A la Naturaleza no le gusta gastar recursos superfluamente.

El término más conocido de llamar a esos mecanismos-cerebrales-automatizados-low-cost es hábito.

Por eso, cuando queremos cambiar algo de nosotros mismos, de nuestro entorno o (más ilusamente) de la gente a nuestro alrededor, necesitamos consumir ingentes cantidades de energía para tornar un hábito inconsciente que no funciona en un nuevo hábito que requiere consciencia (atención permanente) durante un período relativamente extendido en el tiempo; concretamente, hasta que este último y nuevo hábito se automatice.

Y esto nos da pereza - porque nuestro cerebro tiende más a protegerse (supervivencia) que a sobresalir (excelencia).

Es más barato.

También es esta una de las razones por la que tendemos a pensar de manera pesimista pues, antes que convertirnos en paradigmas de éxito (lo cual implica un riesgo), nuestro cerebro tiene que asegurarse que sobrevivirá (mantener un riesgo cero). De ahí que vea peligros por todos sitios, precedidos por las omnipresentes palabras ¿y si...?:

¿Y si me despiden?, ¿y si me deja mi pareja?, ¿y si mi negocio quiebra?, ¿y si suspendo la oposición?, ¿y si Urano se sale de su órbita?

Parte del éxito de la adquisición de un hábito nuevo más efectivo para nosotros, paradójicamente, se encuentra haciendo algo que no tiene nada que ver con el hábito: para generar más energía, hay que a) alimentarse y b) entrenarse físicamente como un deportista de élite. Con lo primero, incrementa las calorías de calidad a disposición del cerebro. Con lo segundo, convierte la grasa en músculo y genera bienestar vía los mismos neurotransmisores que le entonan en esas titánicas noches de pasión. (Si no recuerda la última, es momento de cambiar algunos hábitos).

La excelencia es un hábito nuevo que lleva toda una vida de atención y creación.

La supervivencia es un hábito que nos viene de serie. Poco que hacer ahí, salvo que queramos que nos crezca musgo en el cerebro.