miércoles, 12 de diciembre de 2007

¿Deseas Prosperidad?… ¡ Regálala !

… y próspero Año Nuevo’, decimos por estas fechas.

Es el momento perfecto de regalar Éxito para el nuevo año a esa persona que conoces y que sabes que le vendrá bien.

Comparte con tus amistades las 3 maneras en que desde DEaM queremos que os beneficiéis de mayor control sobre vuestro tiempo – la verdadera definición de libertad financiera:
  1. El libro que ya conoces (para regalarlo, clic aquí).
  2. El Seminario (para grupos) que desarrolla de manera práctica el modo de alcanzar un mayor éxito financiero, profesional y personal (+ info. Próximas fechas y calendario, escríbenos aquí).
  3. Coaching individualizado y ultrapráctico (+ info) para:
  • Mejorar tu empleo y condiciones salariales.
  • Apoyar tu transición de Empleado-a-Emprendedor (Generar Riqueza).
  • Incrementar tu comodidad financiera (Hacer Crecer Riqueza).
  • Canalizar tu interés por enseñar a otros a prosperar (Compartir Riqueza)


A las cerca de 8.000 personas que nos han apoyado y mostrado su interés y motivación en DEaM a lo largo de estos meses, de nuevo,

¡Gracias por haber hecho de 2007 un año tan especial!


Desde DEaM os deseamos que el próximo año os acerque aún más a esa vida más financiera, profesional y personalmente exitosa que deseas...

¡... y sabes que mereces!

Con nuestros mejores deseos,

Gregory Cajina

lunes, 10 de diciembre de 2007

Inspiración

Incluyo la foto de un poster que vi en un colegio público en EEUU.

La reflexión, para cada uno.

Dice algo así:

'PUESTO DE LIMONADA DE ALEX.
Recaudó un millón de dólares para luchar contra el cáncer.
Incluido el suyo'




¿Cuánto cuesta tu sueño?

Hace unos días me puse a hablar con un tipo que lleva una empresa de venta de cosméticos de importación en los pasillos de los centros comerciales de medio país. El chaval, en cuestión, gasta unos 25 años y lleva ya ganados (y ahorrados) algo así como 90.000€. Algo francamente portentoso visto el tiempo que le ha llevado ganarlos: algo menos de un año.

Eterno curioso, le pregunto cómo lo hace: quizás pueda incluirlo en el blog.

Respuesta práctica donde las haya: me invita a presenciar en vivo su particular 'proceso de selección' (le pongo ese nombre por no llamarlo 'acto' de selección) a una chica que venderá para él en los próximos meses. Reproduzco el diálogo:

- Emprendedor: '¿Para qué estás aquí?'
- Entrevistada: 'Porque quiero ganar mucho dinero'
- EMP: '¿Para qué?'
- ENT: 'Porque quiero comprarme muchas cosas'
- EMP: 'No me interesa tu 'por qué', sino tu 'para qué'.'
- ENT: 'Para viajar durante un año por el mundo'.
- EMP: 'Y eso, ¿cuánto te cuesta?'
- ENT: 'Unos 50.000€'.
- EMP: '¿Vas a ser capaz de hacer ese dinero?'
- ENT: 'Sí.' (Ni asomo de duda en su cara).
- EMP: '¿Cuánto deseas viajar por el mundo?'
- ENT: 'Más que nada. Es mi sueño'.
- EMP: 'Perfecto. Empiezas en media hora.'

Cada empleado puede ganar hasta unos 4.000€ al mes. Y no son casos contados. No me sorprende que le vaya tan bien: contrata gente 'con hambre', con la que comparte sus ganancias generosamente, cuando las hay. Si no las hay, todos a fastidiarse, incluido él. Y a trabajar más duro.

El sueño del muchacho en cuestión es producir su propia película en EEUU y, como nadie le daba financiación, ha encontrado el modo de financiarse a sí mismo.

No quiere casas. No quiere coches. No quiere diamantes.

Solo quiere dirigir una película. SU película.

He apuntado su nombre. Tengo la certeza de que lo veré en los créditos de una producción de Hollywood muy pronto.

viernes, 7 de diciembre de 2007

Invirtiendo en ti (III): Contactos y Networking

El dicho está claro: 'no importa tanto qué sepas hacer, sino a quién conozcas'.

Cuando empecé trabajando por cuenta ajena en Recursos Humanos, solía tener un prejuicio contra todos aquellos 'enchufados' cuyos CVs caían en mis manos con la orden expresa de mi entonces jefe de contratarlos tras una entrevista, digamos, 'ficticia'. (Los conflictos que tuve con él a raíz de este tipo de prácticas le animaron a buscar a alguien algo más 'dócil'... Pero ya hablaremos de eso otro día).

Mi prejuicio en cuestión es que todos esos 'enchufados' eran unos vagos cuya falta de capacidad requería de 'papá', 'mamá', o de aquel tío lejano que era vicepresidente de no-sé-qué multinacional para 'ayudar al niño'.

Y sí, ciertamente, hubo unos cuantos de esos, algunos con apellidos particularmente ilustres.

Pero, sin embargo, también hubo profesionales excepcionales que tan solo necesitaban ese empujoncito para situar su CV en la parte superior de la pila de candidaturas y que luego resultaron ser tanto o más competentes como el que más.

Entre las personas a las que preparo para encontrar mayor éxito financiero/profesional, hay quienes prefieren mantenerse por la vía del trabajo por cuenta ajena y que, para encontrar mejores empleos, insisten en sacarse más masters, cursos y cursillos lo cual, francamente, es muy útil. Sin embargo, también preparamos conjuntamente estrategias de networking y generación de contactos de valor para potenciar con ellos situaciones de cooperación yo-te-ayudo-y-tú-me-echas-un-cable que pueden ser más efectivos a veces que el más caro de los masters (a donde, por cierto, se dirigen muchos estudiantes no tanto por el temario, sino por la red de antiguos alumnos que puede ofrecer la escuela de negocios). Los mejores o únicos trabajos NO aparecen solo en los periódicos del domingo en la sección salmón. Hay que moverse.

Y no solo para encontrar mejor trabajo. Acabo de volver de un viaje en EEUU en donde me han ofrecido participar en un desarrollo inmobiliario de alto retorno y riesgo moderado (político) en cierto país del continente. (Para los realmente interesados: mínima inversión, 50.000$; ROI superior al 40% en un par de años; para más info, mandadme un email). No es el tipo de inversión que tampoco se encuentre publicado en el periódico del domingo.

Por cierto, me sigue intrigando en aquel país (EEUU), lo activos y poderosos que son los lobbies, una especie de institucionalización de los grupos de presión (un buen amigo lo tilda de 'oficialización de la mordida') que determina las directrices del país más poderoso del mundo. Una vez comprendida la filosofía que hay detrás, se puede o no estar de acuerdo o juzgarlo. Pero lo cierto es que, a los miembros de esos lobbies, les funciona ejercer su influencia (networking) con el político de turno y, este, a su vez, se ve beneficiado igualmente.

Como todo, muestra su lado oscuro (corruptelas varias), pero, bien ejercida (ganar-ganar), y como animales sociales (zoon politikon, Aristóteles) que somos, no es que sea importante el desarrollo de relaciones de valor, sino que es fundamental para alcanzar lo que se aspire: un mejor puesto, un equipo para lanzar una empresa, un buen compañero de viaje.

Hay un dicho en África que dice: 'viaja más rápido el que viaja solo; pero viaja más lejos el que va acompañado'.

lunes, 29 de octubre de 2007

'Esta es MI empresa'

Un buen amigo colgó hace tres años su corbata de banquero y cambió su vida por un ordenador portátil, dos amigos, un piso prestado, muchas ilusiones y una sola ambición: diseñar las mejores páginas webs, con la mejor profesionalidad y al mejor precio.

¿Las motivaciones? Las que son cada vez más frecuentes encontrar, y que son tan especiales y únicas para cada uno de nosotros: ‘ser mi jefe’, ‘controlar mi tiempo’, ‘crecer ilimitadamente’, ‘dar un buen servicio’, etc.

El primer año apenas cubrieron costes.

El segundo año facturaron lo suficiente como para poder reinvertir en equipos nuevos.

Este tercer año recibieron su primera oferta de adquisición de su empresa, visto su crecimiento, competitividad y, cómo no, su cartera de clientes.

Esto fue antes de verano. Después de verano, en dos meses, han conseguido facturar más que lo de los 24 meses anteriores. Recalculando el valor de la empresa, se dieron cuenta de que la potencial empresa compradora ya no podía permitirse la adquisición.

Si seguimos así’, me dice uno de los tres socios, ‘vamos a tener que contratar a más gente y buscar oficinas más grandes el año que viene’.

Se equivocó: tienen que hacerlo… pero de inmediato porque ya no dan abasto con sus instalaciones actuales.

No les preocupa el dinero, cuánto facturan, cuánto será su ‘nómina’ mensual. Tan solo el que sus diseños sean impecables. Que el cliente vuelva. Que hable bien de ellos.

Que se preparen los grandes, porque además, como ellos dicen: ‘no nos da la gana vender’.

Anita Roddick (la recientemente fallecida fundadora de The Body Shop) dijo una vez que ‘si crees que eres demasiado pequeño para marcar una diferencia, prueba a irte a dormir con un mosquito en la habitación’.

Algunas grandes ya están oyendo los zumbidos.

jueves, 11 de octubre de 2007

¿Master o no Master?

He aquí la cuestión.

Mientras trabajaba para un jefe, tuve la oportunidad de entrevistar a docenas y docenas de personas con excelentes CVs y Masters que, hace veinte años, hubieran dejado con la boca abierta al más pintado.

Hoy, sin embargo, es sorprendente la ingente cantidad de personas que entran a estudiar un master para a) conseguir un trabajo y/o b) subir su salario a la escala de mileurista. Malos retornos para una inversión que supone miles de euros en matrículas, materiales, etc.

He recibido varios emails de personas que, tras leer el libro, se están replanteando si estudiar o no un postgrado, sobre todo en una Escuela de Negocios. (Por cierto, un buen amigo, exdirector de Recursos Humanos e integrante de una Escuela de Negocios, me dice que, en muchísimos casos, la impartición de esos masters son, más bien, un ‘Negocio para la Escuela’, o una ‘Escuela de (sus) Negocios’).

Es patente que en nuestra civilización y siglo, formarse, educarse, entrenarse de manera permanente es absolutamente crítico – no solo por los aspectos profesionales / financieros, sino como pilar del desarrollo máximo del potencial individual al que todos aspiramos.

Sin embargo, la ruta no debe ser siempre: carrera -> postgrado (master) -> trabajo.

¿Y por qué no?

Porque tenemos tal saturación de masters (y universitarios, algunos excepcionales) en el mercado laboral que, por pura Ley de la Demanda y la Oferta, hunde los precios (salarios) con los que ‘comprar’ ese talento.

Muchas de aquellas personas que me escribieron para solicitar una opinión adicional que añadir a su proceso de decisión, se dieron cuenta de que antes de preguntarse ‘¿qué master estudiar?’, es necesario preguntarse lo siguiente:

¿Cuáles son mis objetivos personales en los próximos 3-5 años? Sí, suena muy sobada esta pregunta, ciertamente. Pero me apuesto contigo una cena a que aún no lo has hecho.

Prueba a dedicarte unos instantes a considerarlo: comprobarás lo poderosísimos que son los resultados de invertir tiempo en canalizar tus esfuerzos del día a día, para corregir lo corregible y para celebrar lo celebrable – que es mucho. (Por cierto, hace unos días vi en un colegio un póster dirigido a niños de 5 años en el que había escrito algo así: ‘Shhhhh, dedica todos los días unos minutos de silencio para pensar’. ¡Por fin!: alguien se dedica a enseñar a los niños a reflexionar y estar consigo mismos en vez de reventarles la agenda de actividades de 8:00 a 20:00 cada día).

¿Cuáles son mis objetivos profesionales? Ojo, no los financieros – no los confundamos. Es cierto que tu profesión te puede servir para colmar tus necesidades financieras. Pero si no lo hace, descuida: es normal (digo ‘normal’, no ‘aceptable’), porque así nos llega desde pequeñitos el mensaje: 'estudia esa carrera con salida para encontrar trabajo, que el dinero llegará solo'.

'Sí, sí; claro, claro'.

En mi caso, hasta hace unos meses, trabajaba solo porque quería cuando quería, y en lo que quería y me gustaba. Sin embargo, y en honor a esos profesores que tuve en el colegio, he de darles la razón: trabajar es necesario para la salud mental y emocional. Así que me puse de nuevo en movimiento para llevar adelante algunos proyectos que siempre quise hacer (sí: el Seminario es uno de ellos). Por tanto, mi recomendación es: haz lo que puedas para forrarte, pues es la mejor y única manera de ser realmente ‘libres’ (siendo la ‘libertad’ la capacidad de hacer con tu tiempo lo que te venga en gana), pero nunca dejes de trabajar – especialmente para beneficiar a otros. La satisfacción que percibirás valdrá mucho más que la suma de todo el dinero que puedas imaginar. Y eso, como me dijo un chaval hace unos meses en una charla en una universidad, ‘mola’. Sobre todo al irte cada noche a dormir.

¿Cuáles son mis objetivos financieros? Sorpresa, hay estudiantes que salen de un master prestigioso con -100.000 euros/dólares en su bolsillo, ya que deben devolvérselos al banco que se los prestó para ir a estudiar. Y no todos ellos están precisamente contentos con una situación por la que tienen que encontrar un buen trabajo para quitarse de en medio la deuda y, solo entonces, comenzar a crear su propio patrimonio en números negros.

Una de las personas que más me inspiró en su momento para comenzar a invertir me lo dijo muy claro: ‘lo difícil es hacer los primeros 100.000; pero una vez que los tengas, los puedes convertir en un millón’. Pues sí. Qué razón tenía.

Si tuvieras 100.000 euros, entonces, ¿los emplearías en un master? ¿o los invertirías para convertirlos en un millón?

¿Cuál es la mejor respuesta?

Está claro:

La tuya.
_________________________

Solo cuando tengas esas tres cosas claras (objetivos personales, profesionales y financieros) decidirás con mayor claridad:

¿Master o no Master?

domingo, 23 de septiembre de 2007

Lidera. Decide. Crece.

Durante años he estado mamando las eternas discusiones acerca de si el líder nace o se hace. La respuesta (‘mi’ respuesta, la que me funciona para mi propia explicación del mundo) es que hay líderes que ‘nacen’ y otros que se ‘hacen’ si, cuando hablamos de ‘liderazgo’ nos referimos a ese tipo que se pone delante de un grupo de gente y los anima, empuja, motiva a que esa gente llegue a conseguir un objetivo común (sea este constructivo o destructivo).

Sin embargo, hay otro tipo de liderazgo, muchísimo más importante y relevante, y que tendemos a obviar:

El liderazgo de nosotros mismos. De nuestra vida. De nuestras decisiones. De las responsabilidades sobre las consecuencias de esas decisiones. De la iniciativa por corregir lo que no funciona. De la humildad de apreciar aquello que funciona. Del coraje de decidir, incluso, aquellas decisiones que sabemos van a ser duras para nosotros o poco populares para la gente que nos rodea pero que, sin embargo, sabemos dentro de nuestro pecho que ‘es lo que se debe hacer’.

Y ese tipo de liderazgo, siempre, se ‘hace’ a partir de la construcción de experiencias y reflexiones de nuestro día a día. Ninguno nacemos haciéndonos cargo de nuestra vida, sino que lo aprendemos a raíz de nuestras vivencias acumuladas… y, sobre todo, de lo que hacemos con esas vivencias.

Entre mis clientes es frecuente la frase ‘no tengo tiempo para terminar lo que tengo que hacer’. Por no mencionar el tiempo que todos hemos de encontrar para reflexionar acerca de la marcha de la propia vida, media hora cada día por lo menos. Yo les animo a que ‘encuentren el tiempo, como sea, para hacer lo que es, realmente importante’. Sobre todo antes de que sigan pasando las estaciones del año tan fugazmente que, cuando nos queramos dar cuenta, habremos consumido el 30%, 50%, 80% de nuestro tiempo en el planeta.

Zip. Así de rápido pasa.

La mayor parte de los cursillos de ‘Gestión del Tiempo’ son maravillosos constructos teóricos pero en muchos casos inaplicables por la misma naturaleza de la vida esta que vivimos: esto es, que es impredecible y que, cada día, nos tira delante de las ruedas situaciones, problemas, decisiones que hemos de acometer con valor…

… particularmente antes de que ‘la Vida’ (comoquiera que la entiendas), decida por ti por no haber actuado por pereza (‘ya decidiré en otro momento’), miedo (‘¿y si me equivoco?’) o por autoengañarnos con visiones ficticias de la realidad (‘sí, veo el tren viniendo hacia mí, qué grande es, pero seguro que se parará antes de llevarme por delante’).

No recuerdo donde leí (¿o tal vez era una película?) que una persona se da cuenta de que ha dejado la infancia y ha comenzado a ser adulta cuando se encuentra con un montón de problemas sobre los que él debe hacer algo… atrás quedaron padres, tutores, profesores, maestros que los resolvieran por nosotros. Es entonces cuando, sí: dependemos de nosotros.

Bienvenidos a la edad adulta.

Algunas veces, esos problemas son menores, por lo que las decisiones no tienen dificultad en ser ejecutadas. Pero otras son tan grandes (o son grandes gracias a nuestra certeza de que el cielo caerá sobre nuestras cabezas – Abraracurcix dixit), que, a pesar del análisis que hagamos (si lo hacemos) o de nuestra experiencia, tememos las consecuencias como si, sean las que sean, fueran a ser desastrosas.

Un día, un discípulo de Sócrates le preguntó: ‘Maestro, me encuentro ante dos decisiones, y no sé cuál he de adoptar.’ Sócrates respondió: ‘no sé cuál has de tomar; pero sí te puedo decir que, sea la que sea la opción que decidas, en un tiempo te preguntarás por qué no decidiste la otra opción’. Naturaleza humana: queremos lo que no tenemos.

Pero sí: es importante querer, también, lo que tenemos. Apreciarlo. Agradecer que lo tenemos. Cuidarlo. Protegerlo. Compartirlo.

Churchill decía que, en la vida, el 90% de las cosas de las que nos preocupamos nunca suceden.

¿Sucede así en tu vida?

¿Tienes alguna decisión de relevancia pendiente y no encuentras el tiempo para reflexionar acerca de ella?

Encuentra ese tiempo si, de veras, esa decisión es importante para ti. Si no, alguien, de algún modo, la decidirá por ti. Y, muy posiblemente, será una decisión que a ti no te guste.

Pero luego no habrá nadie alrededor a quien responsabilizar por las consecuencias.

Sí: somos adultos. Menos mal. Eso de que decidan por nosotros no lo llevamos muy bien.

La concepción de ‘éxito’ y ‘fracaso’ por esas decisiones es subjetivo, personal. Y la vida viene aderezada por ambos. Aceptémoslo tal cual. Total: antes o después, tendremos de ambos.

Si disfrutas de un ‘éxito’, valóralo, date una palmada en la espalda, compártelo.

Si te enfrentas a un ‘fracaso’ (comoquiera que tú lo definas) tienes dos opciones: lamentarte y no hacer nada…

O actuar.

Levántate, pues, una vez más de las veces que te hayas caído en esos ‘fracasos’. Porque, de pie, serás más fuerte, tendrás más sabiduría, más experiencia.

Y nuestro mundo necesita este tipo de personas.

jueves, 30 de agosto de 2007

Seminario DEaM

Gracias a todos los que habéis escrito mostrando vuestro interés en el curso que os comentábamos hace unos posts (¿Realmente quieres dejar de trabajar?).

Pues sí: lo lanzamos y lo estamos ultimando (verano intenso está siendo...) Dado el diverso origen geográfico de los interesados, y creo que para ganar en comodidad, lo vamos a condensar en una tarde de viernes y un sábado completo.

Os contactaremos individualmente para informaros del programa definitivo en fechas breves. Y, por supuesto, si lees este post y quieres saber más, mándanos un email y te mandaremos igualmente la información actualizada.

jueves, 9 de agosto de 2007

Camino de Santiago

Ciertamente, hacía unas semanas que no entraba en el blog, pues he estado de ‘semiretiro’ para viajar, pensar y reflexionar. Algo que, de veras, necesitaba.

Una de las cosas que vengo de hacer es el Camino de Santiago. No estoy adscrito a ninguna religión en particular así que algunas de mis amistades me inquirían ‘por qué’ cuando la gente tiende en estas fechas a escoger, en general, alternativas menos ‘sufridas’ yo optaba por machacarme a caminar, cargar con una mochila que siempre parecía endiabladamente pesada, amanecer antes que el sol, dormir en albergues muy sencillos y modestos, comer de bocadillos, empaparme en barro, lluvia o en mi propio sudor, lavarme la ropa en un fregadero, ducharme con ese mismo jabón de lavar la ropa (todo peso adicional – champú, gel… os aseguro que empieza a pesar después del primer día), curarme ampollas king-size en los pies, cojear docenas de kilómetros por tener una rodilla hecha harina…

Lo admito: no sabía por qué quería hacerlo.

Solo tenía claro que debía hacerlo.
_________

Empezaré por el final. Como dije, no soy religioso, pero he de reconocer que me emocioné, y mucho, cuando el sacerdote que oficiaba la Misa del Peregrino hace unos días tuvo la distinción de mencionarnos a todos y a cada uno de los peregrinos/caminantes que llegamos esa mañana. Nos agradeció nuestra presencia. Nos dio la bienvenida a Santiago. Nos habló en los idiomas de todas las nacionalidades presentes allí. Y esto en la mismísima Catedral, nada menos. Eso es estilo.

En mi primer día de marcha, admito, pensé que ‘vaya tontería esto de hacer el Camino. No es para tanto. Mucho marketing hay aquí detrás’ (los anuncios en televisión me parecieron muy agradables de ver y bien confeccionados. Convincentes, en suma). A mí me gusta hacer marchas por la montaña y, ni estaba impresionado por el camino, ni por las vistas, ni por la aparente ‘trascendencia’ asociada a siglos de caminantes que habían pasado por ahí antes que yo, ni por nada. Llegué tras unas horas a mi destino a paso ligero y pensé para mí que esto iba a ser una pérdida de tiempo mayúscula. Y así amanecí al día siguiente a las 4:00 de la mañana para evitar las horas de sol y terminar lo antes posible con el trámite de la jornada: 24 km. de nada.

Y cuando llevaba una hora de camino esa mañana lluviosa, me rompí. La rodilla derecha, sencillamente, decidió dejar de funcionar. No sé muy bien qué pasó; si pisé mal, si se sobrecargó, o si no calenté adecuadamente antes de iniciar el trayecto. Es indiferente. Lo único claro es que allí estaba, aún de noche en mitad de la absoluta nada, a kilómetros de cualquier presencia humana, sin más luz que la de una linterna que llevaba ni más sonido que el de mi respiración, con una rodilla que se negaba a flexionarse y un dolor como si me estuvieran taladrando el hueso a martillazos.

Mi mente, como todas, planteó opciones. Sentarme. Lamentarme. Enfadarme. O ser prácticos: esto lo hemos empezado y lo vamos a acabar. Como sea.

Y así transcurrieron el resto de los días hasta esa llegada a Santiago.

Fue duro (sin un bastón de marcha que me hacía de muleta creo que hubiera llegado reptando…), pero extremadamente valioso. Hubo momentos de gran soledad (lo que andaba buscando), y momentos en los que charlaba con otros caminantes de todas condiciones, orígenes, nacionalidades. Gente que cruza tu camino, te adelanta o la adelantas, caminas unos kilómetros y no la vuelves a ver en la vida… ni siquiera sabes sus nombres en muchos casos, pero todos dejan una impronta, una idea, una frase casual, una broma, una preocupación, un sueño…

… Y un deseo:

Lo que todos, absolutamente todos, nos deseábamos en esos momentos fugaces, a pesar de ampollas, articulaciones maltrechas, lluvias, fatigas, era un deseo que siempre se transmitía con la mayor sinceridad.

El mismo deseo que quiero compartir con vosotros que estáis buscando, persiguiendo vuestros propios éxitos, como quiera que los hayáis concebido para vuestra vida: éxito financiero, profesional, personal…

Habrá momentos duros y no tanto, pero el destino se traza en cada fracción de segundo en el que decides, crees, actúas, te mueves en pos de aquello que, para ti, es importante. Al igual que comprendí entonces, cada paso en ese camino es como cada paso en la vida. 800 kilómetros son, ciertamente, muchos pasos. Pero no hay prisa. Pero tampoco hay piedad para con aquellas vocecitas que nos dicen en la cabeza más de una vez: ‘coge un autobús’ (busca la vía rápida, evita trabajar duro para conseguir lo que quieres), ‘abandona: esto es muy difícil’, ‘ya lo intentarás en otra ocasión’, ‘no vas a llegar’, ‘esto es para otros (más/menos listos, altos, guapos...)’, ‘es demasiado pronto’, ‘es demasiado tarde’, ‘no es el momento’…

En mitad de uno de los momentos en los que no podía caminar más por el dolor y estaba a punto de abandonar, leí detrás de una señal de tráfico un mensaje que alguien anónimo dejó escrito en rotulador para otras personas anónimas – un mensaje que sentí como si llevara allí años esperando para ese preciso instante.

Una frase que, desde ese momento, va conmigo y que quiero compartir con vosotros.

Ese mensaje es:

(A lo que quiera que aspires en esta vida): ‘PUEDES y DEBES llegar’.

Buen Camino.

DEaM en Training & Development


DEaM en la revista Ejecutivos

El libro 'De Empleado a Millonario' en la edición de Junio de la revista Ejecutivos.

viernes, 29 de junio de 2007

Invirtiendo en ti (II): Control de costes

Austeridad. Es difícil anticipar cuándo vamos a necesitar un dinero por una emergencia… y es fácil pensar que, si vendiéramos esa super cámara digital, conseguiríamos el dinero que gastamos originalmente en su momento.

Ni de cerca. Merced a la depreciación, obsolescencia, desgaste de ese producto.

Antes de sacar la billetera, considera si *necesitas* o *quieres* lo que vas a adquirir. Y si es lo más económico para lo que necesitas de veras. Si consideras montar una empresa, particularmente al principio, hay que mirar donde va cada euro que tanto te ha costado ahorrar o pedir prestado.

Un cliente empleado se queja de que en una iniciativa que llevaba en su tiempo libre en una asociación con una empresa de turismo, esta última no le daba ni un despacho: solo una mesa, silla y ordenador.

Claro’, replico. Quien llevaba la empresa usaba cada céntimo para expandirla, para hacer lo que siempre tenía en mente: hacerla crecer para… venderla a una empresa mayor. Y, de paso, hacer una buena pasta por el camino, como así ha sido.

He visto despachos nada lujosos de emprendedores muy exitosos (algunas salas parecían ratoneras), porque para ellos es más importante reinvertir en su negocio que en aparentar estatus. Para estatus ya están los despachos de madera noble de las grandes corporaciones con ejecutivos con nóminas millonarias para un desempeño mejor o peor.

Ah, el estatus. Cómo gusta. Sobre todo para intentar que lo vea el vecino. 'Pues yo, más' que decíamos de (no tan) pequeños.

Es un buen hábito vivir un poco por debajo de nuestras posibilidades. Para vivir por encima siempre tendrás un banco en tu calle que te preste el dinero… o una empresa de reunificación de deudas o de préstamos inmediatos a tipos de interés por los que quemaban a la gente en la Edad Media por usureros.

Ahorrar para invertir es más fructífero a largo plazo (¿acaso la vida no es más una maratón que una carrera de 100 metros lisos?). Ejemplo: ahorras 100 y pides prestado 200. Mueves esos 300 en una inversión que te rente un 10% anual. Tras 4 años recuperas tu 100 inicial como interés de tu inversión y ya puedes volver a moverlo, mientras los 200 prestados se van pagando solos… y generándote un rédito. Los números son simplistas, cierto, pero la idea queda clara.

Y, lo dicho: austeridad.

Aunque no esté de moda.

Por de pronto, por si el Euribor sigue asomando los colmillos.

domingo, 24 de junio de 2007

Invirtiendo en ti (I): Formación

Aprovecha toda la formación que te dé tu empresa, sea ‘reglada’ (cursos) o ‘on the job’, o sea, currando.

De la primera, como especialista, ya te anticipo lo que vas a aprender:

Nada.

Ojo, no digo que sea una pérdida de tiempo. Digo que no vas a ‘aprender’ nada, ya que ‘aprender’ implica interiorizar e integrar en nuestro bagaje una manera (o muchas) de conseguir determinados resultados. En ese sentido, mientras no ‘hagamos’ algo, realmente nunca lo aprenderemos. Simplemente lo memorizaremos, entenderemos, racionalizaremos, comprenderemos.

Pero solo es haciendo cuando realmente se aprende. Aunque saquemos matrícula de honor.

A mí me explicaron una manera de invertir. Y lo entendí. Perfectamente.

Pero hasta conseguir un primer éxito, y hasta ‘conseguir’ un primer disgusto, no saqué la lección.

Eso solo lo puede aprender uno por sí mismo. Haciendo.

Hay dos tipos de esa formación ‘reglada’ que puede abrir muchas puertas a valiosos aprendizajes: técnicas (lo más ‘duro’: a hacer un análisis de inversiones, a llevar una contabilidad, a programar un software…); o de competencias (lo más ‘blando’: a negociar, trabajar en equipo, liderazgo…).

Participa en todas las formaciones que puedas: nunca sabes donde (y cuando) las vas a necesitar. Pero sobre todo, empléalas ‘on the job’: practica, practica, practica.

Y si la empresa no te ofrece esas opciones, busca en el mercado a quien te proporcione lo que necesitas para tus propios planes de futuro. En mi caso, mi primer curso de inversión en inmobiliario lo hice tomándome días de vacaciones mientras trabajaba por cuenta ajena y pagándolo de mi bolsillo.

La formación te debe producir un retorno (y el aprendizaje, al ser relativamente intangible, es difícil cuantificar) para tu futuro financiero. Sea el que sea el retorno que para ti sea importante.

Con buen criterio, será una de las mejores inversiones que podrás hacer con tu tiempo, energía, dinero.

Ya tendrás tiempo de recuperar esas vacaciones holgadamente.

lunes, 18 de junio de 2007

Entrevista en 'Expansión & Empleo'

Entrevista con Gregory Cajina en la edición digital de 'Expansión & Empleo' (14 de junio), acerca de las ventajas y desventajas de trabajar por cuenta ajena o propia. Para leerla, haz clic aquí.

miércoles, 13 de junio de 2007

¿(Des)Lealtad a una empresa? ¿(Des)Lealtad a uno mismo?

Empresa de auditoría. Se decide desvincular a un individuo por falta de ‘compromiso’ con la empresa. Su error: quejarse (con firmeza pero con elegancia) ante los cambios de última hora que le obligaban a modificar las vacaciones que tenía reservadas (y aprobadas por su jefe) desde hacía meses. Y no había, objetivamente, razón alguna para tal urgencia – menos aún porque se cercioró de dejar las cosas bien atadas. Allá que te vas, Estatuto de los Trabajadores.

Banco internacional. Se despide a una más que competente mujer perteneciente a un Comité Directivo tras solicitar (y ser aprobado) que las reuniones del CD tuvieran lugar por la mañana para poder asistir una vez se le hubo concedido la reducción de jornada por maternidad. No solo no se respetó ese acuerdo, sino que comenzaron a organizar las susodichas reuniones a partir de las 8 de la tarde de los viernes. Se la despidió por falta de ‘flexibilidad’.

Universidad. Se decide despedir a una persona por ‘deslealtad’. Su pecado: aprovechar que la residencia de estudiantes tenía ‘overbooking’ para adquirir una propiedad (un chalet – cuando los precios aún eran permisivos) y ofrecérsela en alquiler a los chavales que no pudieron acceder a la residencia. Una manera adicional de generar ingresos más allá de la nómina. Incluso se la criminalizó por ‘competencia desleal’ (una empresa de 70 millones anuales de facturación y una residencia saturada x 2 contra una persona con una nómina de 24.000€ brutos al año. Decididamente peligroso para sus intereses).

Cada día se produce una ingente cantidad de libros, seminarios, metodologías, cursos y herramientas para ‘tener mejores empleados’, ‘alinear las motivaciones de la totalidad de la organización’, ‘evaluar el compromiso con la empresa’, etc.

No me extraña: no hay nada más difícil que intentar ‘alinear’ (¿o es ‘alienar’?) a individuos con sus propias aspiraciones, deseos, preocupaciones para que ‘acaten’ (oh, perdón, quiero decir ‘ejecuten con diligencia profesional’) las órdenes de otro que está exactamente igual que él, pero con mayor nómina.

Mi experiencia (propia y contrastada con unos cuantos profesionales): es im-po-si-ble que una persona tenga su corazón en la empresa de otro a largo plazo. Antes (hace apenas unos años), hasta tendría su sentido: la empresa correspondía al esfuerzo del empleado en un círculo semi-virtuoso.

Hoy es, francamente, raro.

Tengo un amigo que, por defecto, desconfía incluso de los cazatalentos… a fin de cuentas, argumenta, ¿por qué oscura razón debería tener una empresa dificultad de encontrar cómo cubrir los puestos de personas que, se entiende, optan por alternativas profesionales fuera de esa empresa?

___________________________________

Personalmente, creo que la primera lealtad que debe haber es hacia uno mismo. Naturalmente, eso no quiere decir que le mandemos al jefe a tomar viento (que seguro que hay más de uno que lo está pidiendo).

No por ahora, al menos.

En lo que invertimos nuestro tiempo trabajando para otro en conseguir cinco cosas:
  1. Formación
  2. Ahorros
  3. Contactos
  4. Experiencia
  5. Tiempo

Eso sí: con integridad. Nada de aprovecharnos de la empresa para la que trabajamos (y que nos da de comer). Hablo de aprovechar nuestro tiempo mientras estamos en esa empresa.

Es una buena lección si finalmente construimos nuestra propia empresa, ya que una de las cosas que habremos de hacer es atraer el talento necesario… que se marchará si no somos lo suficientemente hábiles para retenerlo, con todo el inmenso coste que eso supone: coste de selección, de formación descapitalizada, de incorporación de un sustituto, o de perderlo ante un competidor, entre otros. Una broma, vamos.

Lo vemos en los próximos días.

'De Empleado a Millonario' en 'El País' (Negocios)


'De Empleado a Millonario' en la sección de Negocios de 'El País' (10 de junio de 2007).

'De Empleado a Millonario' en las noticias de la CEC


sábado, 9 de junio de 2007

¿REALMENTE quieres DEJAR de trabajar?

¿Estarías dispuesto (de veras) a invertir TRES TARDES Y UN SABADO de tu vida a asistir a un curso/seminario/jornada para aprender cómo hacer tu primer millón?

Me lo han propuesto, me lo han insinuado, me lo han preguntado y me lo han pedido. Pero siempre ha sido a través de algunos emails, algunas conversaciones, o, como la última, tanteándome tras una cena. O sea, nada científico como encuesta.

Así que os lo pregunto a vosotros.

Tú decides: Si la respuesta final es ‘’ entre los suficientes de vosotros, lo organizaremos para ofrecéroslo.

Puedes responder mandándome un email con solo cuatro cosas acerca de ti:

  • Nombre.
  • Email.
  • Ocupación actual (profesión, estudiante, emprendedor...).
  • Ciudad y país donde resides.

Entre las respuestas, además, hay ganador:

  • Si el curso sale, sortearemos una inscripción para el mismo.
  • Si el curso no sale, sortearemos un libro (dedicado o no, al gusto del interesado) de ‘De Empleado a Millonario’ o una sesión uno-a-uno de coaching profesional conmigo (también al gusto).


Tú tienes la última palabra.

lunes, 4 de junio de 2007

DEaM en la Feria del Libro (II)


Gracias a los que vinisteis a la Feria del Libro el sábado pasado; fue realmente una experiencia muy agradable haber conocido y conversado con gentes de todos los rincones: España, Argentina, México, República Dominicana, Estados Unidos… Con personas como Federico, Rafael, Tomás, Lina, José Luis, Francisco, Liliana, Javier, Mónica, Óscar, Paola, Alberto, Luis…

... y Alicia, una futura lectora de ¡6 años! a quien su padre quiere ofrecerle mayor información para que cuando llegue el momento decida cómo generar su propia prosperidad más allá de lo que le inculquen en la escuela.

La foto es de aquel día… Como se podrá apreciar: ni rastro de Photoshop...

Es posible que volvamos otro día antes del domingo, último día de la Feria. Si es así, lo contaremos más adelante.

‘¿Por qué has escrito este libro?’

Pregunta a bocajarro de un lector el sábado pasado.

No: no lo he hecho para forrarme. (Si me apellidara Gala, Vidal, Brown o Rowling, tal vez, pero no es el caso…) Fue gracioso cómo una persona que se acercó a la caseta musitaba para su pareja acerca del libro que ‘(el autor) lo habrá escrito para enriquecerse’, sin saber que yo estaba delante. Después de responderle que ‘¡ojalá!’ se rompió el hielo con unas risas. Un par de minutos más tarde acabamos hablando de lo que esta persona hacía y, lo más importante, de lo que quería hacer con su vida en términos de algo tan personal como es el éxito.

No: no lo he hecho porque crea que tengo todas las respuestas. Hablo de lo que creo que funciona. Pero no aspiro a escribir para decirle a nadie ‘hey, aquí estoy yo’, como alguien me comentaba al concluir la lectura de otro libro (cuyo título y autor, naturalmente, he de obviar). No creo en ese tipo de mesías.

Y sí, rotundamente sí: lo escribí para ‘ayudar’. Entrecomillo esta palabra porque no se me ocurre ninguna mejor. En otras palabras, no asumo que la gente necesite (o no) ‘ayuda’, sino que, a base de entrevistar, formar, desarrollar, coachear a cientos de personas (yo vengo del área de Recursos Humanos), al final uno acaba viendo cosas que extraña que no le hubieran enseñado antes de comenzar a trabajar (de ahí el subtítulo del libro) y que creo DEBEN ser compartidas con el máximo número de personas.

Hablo de lo que sé, conozco, he hecho y he visto que han hecho otros. De lo que funcionó y creo que sigue funcionando.

Y no se me ocurría mejor manera de llegar a muchas personas simultáneamente que escribir este libro.

Así que, si eres lector, confío en que esta aspiración apoye a la consecución de tus propios objetivos profesionales, personales, financieros.

Ya lo dije: para mí no hay dinero que pueda comprar satisfacer esa aspiración.

Así (posiblemente) funciona tu jefe

Las cosas no cambian.

Comiendo con un buen amigo me presenta la situación en la empresa en la que trabaja, en el área de la publicidad:

  • Al menos doce horas de jornada de trabajo diario. ‘¿Fin de semana? ¿eso qué es?
  • Título del puesto que no cabe en la tarjeta de visita, del tipo ‘director de…’
  • Salario irrisorio. Incluso para un ‘mileurista’.
  • Eso sí: los altos ejecutivos de ‘la Casa’ rondando los 300.000 € anuales brutos al año.
  • Niveles de estrés equiparables al de nuestros antepasados australopitecos delante de un bisonte en celo y en ayunas.
  • Equilibrio vida personal / laboral = 0

He aquí la realidad de las cosas. Lo siento por los del ‘club de los 300.000’.

Pocos trabajos justifican un salario de 300.000 €… a no ser que las ciento y pico personas que haya por debajo no lleguen al salario que yo cobraba de becario hace unos añitos.

Ergo, la batalla por producir (o aparentar producir, mejor aún) mientras se asciende la escala organizativa, es la batalla por que llegue el día en el que, simplemente, ‘estemos’ (no ‘produzcamos’) durante doce horas al día para justificar lo injustificable (25.000 € al mes de nómina).

Una vez allá arriba, el tipo se blinda en el Comité de Dirección junto a los otros 3-5 elegidos del Olimpo para que nadie les quite el preciado despacho de 100 m2 en madera de caoba y muebles de diseño (¡¿pero cuántos becarios cuesta ese espacio?!)

Comoquiera que el individuo en su fuero interno *sabe* que su trabajo no vale tanto (pero tampoco le apetece/sabe hacer otra cosa) entonces recurre a una de las mejores autodrogas naturales que existen para ‘colocarse’ y así apaciguar esa especie de culpable vergüenza de cobrar tanto por ‘conseguir’ hacer tan pocas cosas:

La adrenalina.

Caso típico:

Comienza un nuevo proyecto (contrata, plan, acuerdo) con un plazo de consecución de X meses.

El superejecutivo 300 se reunirá, reunirá, reunirá con el equipo hasta extenuar su tiempo y paciencia. Reuniones típicas que comienzan con el consabido ‘vamos a hacer una reunión de seguimiento’, que no siguen nada, que no tienen hora de fin y en las que no se concluye, en fin, nada. Y digo nada: pero nada de nada de nada.

Cuando pasan los X meses -3 días, las reuniones se tornan más tensas, necesarias y estresantes… porque ‘no llegamos a tiempo al cliente’.

¿Cómo responde entonces el cuerpo del tipo? Liberando una sobredosis de adrenalina (sí: como la que nos servía para cazar esos bisontes) y, por tanto, activando al 110% la atención, fortaleza física, capacidad del adrenalínico.

Sintiéndose, en suma, un poco más superhombre (o mujer).

Y de paso, sintiéndose necesario. Algo que añora. Pobre.

Total: alguien tiene que sostener el látigo, ¿no? Y, a fin de cuentas, ‘para eso me pagan’.

Y le gusta sentirse, de nuevo, (aparentemente) necesario, útil… no vaya a ser que se dé cuenta el Presidente (este es del club 500) de que el tipo no está haciendo nada.

Corre de un sitio a otro por el pasillo, de un despacho al otro despacho, grita desde su silla, manda emails punzantes, truena por teléfono, y trata a su gente por debajo de lo aceptable en la mismísima Convención de Ginebra.

Y justifica (in)conscientemente para sí, lo que el resto de personas sigue viendo claramente:

pero ¿cómo es posible que este tío esté cobrando lo que cobra?

____________________

No le des más vueltas. Las cosas son así.

Puedes ponerte a la cola en esa escala jerárquica y esperar (e intrigar) hasta llegar a lo más alto…

O, tal vez, hacer algo más (o menos, o diferente) para conseguir más tiempo para ti.

Tu jefe, desde luego, no lo va a hacer por ti.

Está ocupado con 300.000 € que justificar.

'De Empleado a Millonario' en 'Directivos y Empresas'



Reseña de ‘De Empleado a Millonario’ en la Revista ‘Directivos y Empresas’ nº 57.

lunes, 28 de mayo de 2007

‘De Empleado a Millonario’ en la Feria del Libro de Madrid 2007



Para aquellos de vosotros que lo deseen, estaremos en la Feria del Libro de Madrid el sábado 2 de junio desde las 18:00 horas en la Caseta 106 de la Editorial Díaz de Santos firmando ejemplares de ‘De Empleado a Millonario’.

¿Adicto a la nómina?

Casi siempre empieza de la misma manera:

- ‘Mamá/papá: ¿me das dinero?’
- ‘¿Para qué, hijo/a?’
- ‘Para mis gastos’.
- ‘¿Cuánto quieres?’
- ‘Trescientas pesetas’
(o 2 euros, para las nuevas generaciones)
- ‘¡¿Trescientas?! ¡¿Acaso crees que soy un banco?! ¡Doscientas a la semana, y ya!’

Con un poco de suerte, por eso de criar en los buenos hábitos, nos regalan un cerdito (yo tenía un tamborcito) para aprender a ahorrar. Total: ¿qué gastos teníamos entonces además de pipas y cromos?

Con un poco más de suerte, nuestros sufridos progenitores nos darán ese dinero… a cambio de un trabajo: pintar una valla, segar el césped, recoger la mesa, fregar los platos, sacar la basura…

O sea: un trabajo por cuenta ajena…

… a cambio de nuestra primera nómina: la paga semanal.

Crecemos, y esa paga se empieza a hacer insuficiente: los adolescentes fueron (fuimos), son y serán muy sofisticados – y, a fin de cuentas, no hay aceptación social sin esas zapatillas de 120 €.

Y el cerdito pasa a formar parte del mobiliario en la estantería de una infancia que quedará atrás.

__________________________

La lección que nos llevaremos puesta desde entonces una vez comenzamos a ser adultos:

  1. Dependemos de un proveedor de dinero para nuestra paga/nómina: el jefe (de la empresa de otro).
  2. La paga/nómina es, por definición, inferior en cuantía a lo que somos capaces de producir/ahorrar/generar/vender para la empresa para la que trabajamos. Por tanto:
  3. La paga/nómina siempre nos da la sensación de que es insuficiente para nosotros. Y lo es.
  4. Ahorrar es para otros. A fin de cuentas:
    - ‘el Euribor no tiene por qué subir mucho’ (y llevamos 20 subidas seguidas);
    - ‘si hace falta, me pido un préstamo’ (reunificación de deudas: 24% TAE);
    - ‘¿pero cómo me voy a quedar sin coger esa oferta al Caribe todo incluido este verano’ (hay agencias que permiten pagarlo en 10 meses… todo el año pagando las vacaciones del año anterior).
    - O, simplemente, la nómina no da para ahorrar.

___________________

Nuestra economía es como cualquier empresa que comienza.

No hace falta irse a los grandes bancos de renombre mundial (que también) para verlo. Tan solo hay que fijarse en la panadería, el videoclub, la academia de idiomas de enfrente… casi todas siguen los mismos pasos:

  • Empiezan desde abajo: poco capital inicial, tal vez un préstamo.
  • Todo lo ganado se reinvierte en la empresa.
  • El empresario cobra el último.
  • Cuando la empresa crece, comienza a expandirse: franquiciar, abrir sucursales, invertir en infraestructura.
  • El empresario, por fin, empieza a vivir.
  • Y SOLO cuando la empresa comienza a generar mucho dinero… ENTONCES es cuando el empresario empieza a vivir… y a vivir bien...

Más de lo que hubiera ganado nunca si hubiera seguido con su nómina por cuenta ajena y un jefe que (admitámoslo) también trabaja solamente para su nómina.

______________________

¿Que requiere tiempo crear tu propia empresa como tu fuente personal de riqueza y desarrollo como individuo, como profesional?

.

¿Que requiere esfuerzo, sudor, dedicación?

Sí, también. Y cariño, y el orgullo de saber que lo estás creando tú.

¿Que el esfuerzo merece la recompensa?

Eso lo has de decidir tú.

miércoles, 23 de mayo de 2007

¿Liderazgo o Democracia?

Ahora que andamos inmersos en plena campaña electoral (menos mal que solamente son dos semanas: no tengo yo tan claro que tanta pegada de carteles y debates realmente convenzan a tantas personas a cambiar su voto, y todo este jaleo ya empieza a aburrir) uno se plantea, de veras, si el sistema democrático es tan bueno como nos dicen que debe ser.

Me explico. Según la RAE, la democracia es:

1. Doctrina política favorable a la intervención del pueblo en el gobierno.
2. Predominio del pueblo en el gobierno político de un Estado.

El propio Churchill admitía que la democracia era el menos malo de los sistemas – pocos estadistas (‘estadistas’, no solo políticos) estuvieron en situación de opinar al respecto al haber sido testigos cercanos tanto de la democracia más pulcra como de la dictadura más sangrienta.

Sin embargo, la democracia o ‘la dictadura de la mayoría’ tiene también sus aberraciones: Hitler ascendió en 1933 democráticamente al gobierno alemán (las consecuencias las vemos hasta nuestros días). O, incluso, más en la actualidad, Hamas fue elegido democráticamente en los Territorios Palestinos. En ambos casos, el pueblo intervino en la determinación del tipo de gobierno que eligieron. El proceso electoral, supuestamente, fue limpiamente democrático. Sin embargo, ambos partidos tenían/tienen en su base fundacional un principio de destrucción de otros, lo cual realmente requiere muchísima energía, dinero y tiempo… que podría centrarse en algo un poco más complejo y práctico: procurar el bienestar y prosperidad del pueblo que les otorgó el poder. Que ya es difícil de por sí.

Cuando estuve viviendo en Suiza, pude constatar que las propuestas no se llevan a cabo hasta que se agotaba su debate, en la pretensión de satisfacer al máximo número posible de ciudadanos. Nada de brechas tan profundas como las que están pasando estos días en España.

_________________

Pongamos que soy IBM y convoco elecciones a elegir al Director Financiero. Sin duda mis empleados escogerán a mi querido amigo Pedro: un político buenísimo (sus conversaciones de café son de lo que uno no se encontrará jamás en la cafetería del Congreso), pero que se lleva tan mal con los números que necesita una calculadora para comprar un periódico. Mal augurio para mi empresa, me temo.

Todavía no he visto en ninguna empresa u organización el que se elija a su Comité de Dirección, CEO o Presidente… mediante una votación de los empleados. Sería ridículo. La selección de los miembros directivos y ejecutivos suele (no siempre) realizarse buscando a los mejores que puedan cumplir una serie de criterios: experiencia contrastada, relaciones, cartera de clientes aportados, etc.

A esos mismos directivos se les pagan unos emolumentos que corresponden con el presupuesto (gastos o facturación) que se espera alcancen o gestionen: cuanto mayor es esa cifra de responsabilidad, mayor salario puede esperar el individuo. En parte, este sistema es consecuencia de sesudos análisis para objetivar (cuantificar en números) la responsabilidad de cada puesto en lo que en Recursos Humanos se llama Valoración de Puestos.

Y sin embargo, en todos los Estudios de Clima Laboral siempre sale lo mismo: el empleado quiere mayor involucración en las decisiones; el directivo no sabe lo suficiente, no escucha…

El empleado medio pide democracia en un entorno en donde, sí, tiene que haber liderazgo-no-democrático.

Vulgo: ‘yo-mando-y-tú-obedeces’. Y si no te gusta, ya sabes.

_________________

Por su parte, en las instituciones públicas (desde las universidades a los gobiernos) se elige a sus máximos mandatarios por elecciones democráticas… dando pie a la llamada ‘política’, o sea, satisfacer (diciendo o prometiendo lo que sea) las expectativas del máximo número de personas para que le entreguen su voto.

El fin es conseguir esa ‘dictadura de la mayoría’ que puede situar/sitúa a casi un 50% del electorado (sea de la tendencia que sea) en tensión.

No importa que el Ministro de Economía de turno, por poner un ejemplo, no sea economista-gestor. Que el de Defensa no sea un militar-gestor. Que el de Sanidad no sea un médico-gestor. Que el de Exteriores no sepa ni hablar otro idioma, etc. Lo que importa es que el pueblo me vote para poner al frente de un ministerio, alcaldía, concejalía, etc. a un cargo-político-no-experto-en-el-área-que-gestiona.

_________________________

Adicionalmente, cada voto vale lo mismo: Es indiferente que el que se acerque a la urna sea capaz de declinar en latín de arriba abajo el programa electoral de propios y extraños (por tanto, supuestamente, votando con conocimiento de causa, sea del color que sea), o que el que vota vaya al colegio electoral, simplemente, porque un candidato ‘es más majo’, porque el otro ‘es un rojo/fascista’ (u otras lindezas ramplonas) o porque está en un grupo social (familia, entorno, empresa) en donde pesa un partido u otro.

De tal modo que la mayoría es la que tiene razón. Y si no hay mayoría, pues a coaligarse tocan, aunque sea entre formaciones con ninguna compatibilidad (todo sea con tal de que ‘no gobierne el otro’).

Y esto para manejar los miles y miles de millones de euros en presupuesto para gestionar un país.

Comparemos, pues, de nuevo:

  • Empresa que gestiona millones de euros => selecciona directivos competentes y con experiencia.
  • País que gestiona miles y miles y miles de millones de euros (¡de nuestro bolsillo!) => gobierno elegido por una población compuesta por un 40% de individuos que no votan y un 60% que votan con información parcializada y subjetiva.

______________________

Pero claro, la alternativa, hasta que se inventen un sistema mejor, es la dictadura que, sí, representa académica y técnicamente hablando un tipo de Liderazgo (Reddin lo hubiera definido como ‘autócrata’, Hay-McBercoercitivo’.Yo lo llamo ‘mejor-emigra-del-país’).

Lamentablemente, ya hemos visto en la Historia a lo que llevan.

Me temo entonces que la especie humana está condenada a entenderse.

Y a formar coaliciones.

________________________

Por cierto, recuerda votar por mi Director Financiero.

Ha prometido café para todos.

'De Empleado a Millonario' en el Diario de Tarragona


Reseña del libro 'De Empleado a Millonario' en el Diario de Tarragona (13 de mayo de 2007).

jueves, 17 de mayo de 2007

Todo el mundo quiere vender… pero nadie quiere ser el vendedor

Cuando estudiábamos en la universidad recuerdo cómo, al buscar nuestras primeras prácticas en ‘el mundo real’, huíamos de cualquier oferta que oliera o sonara a ventas o comercial.

Cuando buscábamos trabajo al terminar la Facultad, nos explicaban que las entrevistas de trabajo eran como un proceso de venta de uno mismo… y a muchos nos daba una especie de urticaria al oír la palabra ‘venta’ porque, ¿para qué si no estábamos estudiando sino para no tener que vender?

Cuando empezamos a trabajar, nos parecía (arrogancia de juventud) que el que estaba en un puesto de ventas era porque no valía para hacer otra cosa de mayor calado o prestigio.

Los años han pasado y los que nunca se han encontrado con que han tenido que vender se han perdido unas lecciones magistrales… las mismas lecciones que los que sí han tenido la oportunidad de vender se llevarán puestas durante su vida:
  • Superar los miedos –por debilidades reales o no–
  • Sobreponerse al ‘portazo en las narices’.
  • Dejar atrás la indiferencia –o desprecio– de clientes.
  • Superarse a sí mismos.
  • Ganar la ‘educación-de-la-calle’ que no enseñan en el aula.
  • Soportar el fracaso y, mejor aún, levantarse de nuevo.
  • Conocer mejor la psique humana.
  • Buscar satisfacer las necesidades de otros.
  • Humildad…
  • Y autoconfianza.

Hace unos años estaba en conversaciones con la más conocida empresa global de Selección online cuando me enviaron a visitarme/convencerme a una agente comercial, a quien yo creí entonces que sería otra ‘vendemotos’ de las docenas que lo intentaban cada semana.

Sin embargo, de nuevo, los prejuicios hicieron su trabajo.

La tal 'agente' llegó, vio y venció. En mi vida había experimentado un grado de profesionalidad tal. Su atención, su comprensión de la problemática, su disposición, su savoir-faire, la destreza y fluidez con la que solventaba obstáculos… era asombroso.

Naturalmente, firmamos y, poco después, le ofrecí un puesto en la que era por entonces mi organización, la cual, acongojada por el calibre de esta chica, decidió ‘congelar’ (vulgo, ‘echarse atrás’) el proceso para redefinir la estrategia (vulgo, ‘no tenemos ni p*ta idea de qué hacer con el presupuesto de marketing’). Cuando tuve que llamarla para comunicarle la torpe decisión de nuestro amado departamento, comenzamos a hablar de carreras, profesiones y trabajos… y de sus ambiciones y aspiraciones en la vida. Una vida futura en la que, como ella exponía con una admirable certeza exenta de arrogancia, ‘muy pronto jamás volveré a vender para nadie más. Soy buena en esto, así que, simplemente, estoy ganando tiempo y experiencia antes de montarme mi historia’.

Nunca se lo dije, pero ella fue una de las personas que me hizo caerme del guindo: vender no es que no sea un trabajo ‘inferior’ (mi primer trabajo ‘serio’ fue vendiendo –y haciendo de ‘botones’- en una tienda de ropa de lujo), sino que es ab-so-lu-ta-men-te vital para nuestra propia subsistencia financiera.

Ya he dicho en otras ocasiones que soy un creyente y defensor de la cuenta ajena… a medio plazo. Porque a largo plazo la nómina incapacita, adormece, entumece ese software tan precioso que tenemos alojado en el cráneo para buscar nuestro propio camino sin andar amarrados al aparentemente seguro puerto que supone trabajar para la empresa de otro.

De ideas excepcionales y pobremente vendidas están llenas las papeleras.

Pero las ideas quizás no tan maravillosas, pero sí ciertamente que aportan valor a un colectivo… bien presentadas, con entusiasmo, pasión, con espíritu de servicio… bien vendidas, en suma, son las que crecerán y harán prosperar a su dueño si las gestiona bien.

Piénsalo bien, a fin de cuentas, siempre estás vendiendo: a tu jefe (una propuesta), a tus amigos (un plan), a tus relaciones (un compromiso)... a tus socios (una idea), a tus potenciales inversores (un beneficio), a tu sociedad (una solución).

Practica la venta. Da igual lo que vendas. No es el ‘qué’, sino el ‘cómo’ donde se encuentra la lección.

Solo una vez vayas dominándola es cuando lo que sea que vendas te aportará réditos. Y cuanto antes empieces, mejor.

A mí me costó horrores cuando tenía 19 años venderle el primer bolso a una señora. Para el décimo ya lo encontraba hasta divertido (hacía apuestas con mi colega de tienda... que no siempre ganaba). Hoy me sigue costando, pero menos, vender por ejemplo una propuesta a un socio.

Supongo que algunos nacen y otros aprenden… yo, si he de ser alguno, soy de los segundos. Pero, desde luego, sé apreciar a un gran vendedor cuando lo veo. Especialmente por lo que pueda aprender de él y de mí mismo.

Y tú, ¿qué vendes?

Y, lo más importante:

¿Cuál es la solución que vendes a tu sociedad?

sábado, 12 de mayo de 2007

Tu idea, tu equipo.

Cada persona que aparece en nuestras vidas suele hacerlo con fecha de inicio y fecha de fin.

La gente viene. Y la gente se va, una vez que *lo que sea* que teníamos que aprender de ellos tiene lugar… o una vez que ellos han aprendido *lo que sea* que tenían que haber aprendido gracias a nosotros.

Y quedan atrás en su momento específico en el tiempo y el espacio. Y, posiblemente, nunca más volvamos a saber de ellos.

Son muchos los que, según van creciendo, se van dando cuenta de esta realidad. Es posible que te queden pocos amigos de la universidad, algunos menos del instituto, menos aún del colegio, y casi ninguno de primaria.

Si estás soltero, posiblemente eso de casarse te fuera herejía en su momento. Si finalmente sucumbiste a casarte, lo de los niños te resultaría lejano. Si decidiste tener hijos, lo de los divorciados te sería impensable. Si te divorciaste, entonces…

Cuanto más progresamos en nuestro recorrido vital, más tendemos a asociarnos con los que son ‘como nosotros’: solteros con solteros, casados con casados (o casadas, eh, que también), divorciados con separados…

O también…

… empleados con empleados…

… autónomos con autónomos…

… empresarios con empresarios…

… emprendedores con emprendedores.

Un buen amigo tenía un inmejorable puesto en un gran banco de este país. Tenía a lo que aspiran muchísimos jóvenes: buen salario, contrato, beneficios, etc. Hace un par de años decidió montárselo por su cuenta, eligiendo a un par de socios para lanzar una empresa relacionada con Internet.

Atrás corbatas, adiós horarios, adiós beneficios. Hola libertad, bienvenido mi proyecto, a apretarse el cinturón (este año ya no tanto).

Este buen amigo decía que cuando se encuentra a alguno de sus excompañeros empleados, siempre le preguntan ‘y tú: ¿dónde estás ahora?’

Él se ríe y responde: ‘¿cómo que donde estoy? Pues aquí, ¿no me ves?’ Y la conversación, claro, toma otros derroteros algo más incómodos con el típico colofón ‘ya nos llamamos’.

Para un empleado, ‘¿donde estás?’ (o ¿dónde trabajas ahora?) es la pregunta para ubicar, clasificar (y a veces prejuzgar) a otro empleado.

Pero no es tan común preguntar, de paso, ‘¿y cuánto te pagan?’.

Para un emprendedor/empresario el diálogo sin duda cubre, entre otros, aspectos sobre la facturación, los clientes, planes de expansión, o cómo encontrar áreas comunes posibles de colaboración.

Incluso se habla de ‘dinero’.

En suma: dos idiomas diferentes.

¿Cuál hablas tú?

¿El del empleado, o el del emprendedor?

Y, aún más importante:

¿Con quién los hablas?

__________________

Si eres empleado por cuenta de otro (tienes jefe y esa cosa llamada nómina), y estás pensando en lanzarte por tu cuenta, es fundamental que encuentres a personas para tu equipo (con un buen equipo tu iniciativa es más fácil que despegue y en menos tiempo) con una inquietud tanto o más emprendedora que tú.

Si te relacionas con el que siempre está diciendo ‘sí, jefe’, ‘lo que usted mande, jefe’, ‘ahora mismo, jefe’, posiblemente no te sea de gran ayuda. Déjale que encuentre su camino.

Si te relacionas con el que parece que le ha picado el bicho de la ‘emprendeduría’ porque anda diciendo cosas como ‘¿cómo podemos mejorar esto?’, ‘aquí se podría hacer esto mejor’, o, la palabra mágica ‘aquí hay una OPORTUNIDAD para…’, entonces tal vez ese tipo sea una persona para considerar en el lanzamiento de tu idea. Particularmente al principio o cuando las cosas vengan duras, que es cuando más necesitas empuje y no que te vengan preguntando ‘jefe, y ahora ¿qué hago?’.

En Recursos Humanos se suele hablar (según la escuela de WJ Reddin) de 4 tipos de Liderazgo: el autócrata (se explica solo), el social (ideal –también– para irse con él de vinos), el ejecutivo (aúna autócrata con social, todo un arte), y el burócrata (que preserva las cosas como son – no meneallo o ‘madrecita que me quede como estoy’, por si acaso algo se rompe).

Ninguno hay ‘bueno’ ni ‘malo’ per se. Cada uno tiene su rol en un equipo conjuntado, según sea lo que vayas a lanzar o la idea que tienes acerca de tu empresa.

¿Vas a lanzarte por tu cuenta? Entonces tu equipo debería tener:

  • Un ejecutivo, para dirigir el equipo inicial (si no te ves dirigiendo equipos, encuentra uno bueno que lo haga). Un dirigente con experiencia con personas y resultados.
  • Un autócrata, para asegurarte de que los objetivos/planes se consigan (no solo que ‘se sigan’). A veces, sí, un sargento de hierro (ojo, con guante de seda y carisma) hace falta.
  • Un social, quien posiblemente sea tu crack en ventas.
  • Un burócrata para los temas legales y contables.

¿En qué eres tú bueno?

Cada uno solemos tener uno de esos ‘estilos’ dominantes. Eso quiere decir que los otros 3 son los que te vendría bien prospectar. Imagina si no un equipo inicial con 4 autócratas o 4 contables-burócratas: en el primer caso, saltarían las chispas (eso del ego puede ser muy malito); en el segundo, las cuentas serían impecables… pero tampoco se vendería gran cosa.

En RRHH se suele decir en Selección que más vale contratar a una ardilla que enseñar a una gallina a subir árboles.

Depende de la concepción de negocio, claro: para poner huevos yo iría a por la segunda.

Y recuerda que siempre tendrás a mediocres que te dirán: ‘no puedes’, ‘no sabes’, ‘no tienes (suficiente) dinero’, etc.

Ni uno solo de los que me han dicho eso alguna vez eran, son o quieren ser empresarios. Más bien al contrario: estos son los primeros que me dijeron en su momento (y me siguen diciendo):

Hazlo’.

__________________

Y tú: ¿con quién te relacionas?

martes, 8 de mayo de 2007

Hacienda somos... ¿todos?

Tremendo el megaescándalo en Marbella. Y ése es solo *uno* de los que se ha destapado (o se ha querido destapar).

Leo en la revista Emprendedores lo siguiente:
  • Para los españoles, la mala imagen del sector empresarial supera al de la UE.
  • Un 59%, además, cree que el Gobierno no hace nada para solventar la corrupción existente.
  • Un 65% de los españoles cree que los empresarios, autónomos u profesionales liberales defraudan a Hacienda.
  • Este último año nos ha llegado aderezado con escándalos urbanísticos, numismáticos, blanqueos varios y venta de facturas falsas.

Casi nada. Creo que ya tengo otra respuesta a mi propio post acerca de la percepción negativa que se tiene en este país del que busca para encontrar fuera del trabajo por cuenta ajena.

Lo que me parece tremendo es que determinados famosos/as se lucren (limpiamente, en apariencia) haciendo lo que mejor saben hacer (cantar, bailar, jugar al futbol, estrella mediática, etc.) y luego sean capaces de las más asombrosas corruptelas contra una Hacienda pública que representa también a... las mismas personas que les encumbraron en su momento.

Pero lo más asombroso es que muchas de esas personas a quienes les están robando la parte de impuestos que deberían revertir en su bienestar les siguen defendiendo ciegamente.

Es como en la película Gladiator: 'haz que el pueblo te ame'... y añado: 'para hacer lo que te dé la gana'.

Me explico: si yo soy un astro del golf y me forro ganando campeonatos y entrenando duro, entonces, qué duda cabe, soy un crack y me merezco mis millones y la admiración de la sociedad. Cojo y muevo mi dinero legal y productivamente, aportando valor: compro/monto empresas, negocios, propiedades; lo destino a Fundaciones y proyectos de investigación médica... lo normal, vamos. Soy una figura mediática.

Todos conocemos buenos ejemplos de este tipo de personas.

Ahora bien, un buen día voy y me codeo con algún político (del color que sea) o individuo con su propia agenda y pongo la lavadora a funcionar, escupiendo millones de euros limpitos de regreso a un mercado para que Hacienda no se entere (como si fueran tontos, armados como están con sofisticadísimos programas informáticos e inspectores muy bien formados, de entre lo que vemos).

Pero, oh, sorpresa (en mi colegio decían que 'antes se pilla a un mentiroso...'): van y me pillan... y, a pesar del escándalo mayúsculo que se monta, la gente sigue adorándome, asistiendo a mis campeonatos y parándome para que le firme la camiseta a su retoño...

... La misma gente a la que he privado, por ejemplo, de tener mejores instalaciones en el colegio de ese mismo retoño, que tiene las carreteras aún sin asfaltar desde ese adoquinado romano (el original) o cuyo hospital de referencia está desbordadísimo por falta de recursos públicos.

Pero, por otro lado, naturalmente hay mucha gente que, sí, se ha dado cuenta y está tremendamente enfadada. Y con razón.

Supongo que es la diferencia entre ambición y codicia. La primera nos hace sentir vivos. La segunda nos entierra en vida.

Que no cuenten con mi simpatía los segundos. Pero sí mi admiración a los primeros.

__________

Las noticias, por otro lado confirman que, en España, 19 millones de personas ganan MENOS de 1.000 euros al mes.

He conocido gente que se quita formación (masters particularmente) e, incluso, 'empobrecen' el CV para conseguir un trabajo... porque a muchas empresas les asusta (como decía un lector de este blog -gracias, Adolfo-) captar talento del bueno, no vaya a ser que le muerda el culo en su ambición a un jefe con particular apego a su sillón de cuero.

¿Hacia donde estamos yendo?

Si empresario = corrupto... y empleado = explotado, entonces ¿cuál es la solución a nuestra existencia personal/profesional/financiera?

Creo que no hay *una*. Ni tampoco hay muchas.

Está la(s) tuya(s) particularmente. Única e intransferible, como el DNI.

La mía fue currar como una bestia para otro... y currar como una bestia para mí mismo... hasta que pude dejar atrás lo primero.

No hay otra independencia. Punto.

________________

¿Quién mejor que sabrá mejor que velar por tu bienestar financiero?

jueves, 3 de mayo de 2007

No lo dudes.

Empieza tu propia empresa. Hoy.

Es muy duro para un entrevistador tener delante a una persona que necesita con premura un trabajo que nadie le quiere dar a pesar de tener un CV inmejorable.

Es más duro saber que, órdenes del jefe, le vas a ofrecer muy poco dinero.

Y, más duro aún, saber que lo va a aceptar.

No, no es una anécdota. Es bastante más común de lo que parece. Cuando una persona busca trabajo, suele pasar por algunos entrevistadores. Por un entrevistador, sin embargo, pasan muchos muchos muchos entrevistados. Y se acaba viendo por donde se mueven los candidatos. Lo que necesitan. Lo que quieren. Cómo van a rendir. Lo que les motiva (de verdad). Y si han sido víctimas del espejismo de la 'seguridad laboral'.

Me he encontrado con docenas de profesionales despedidos, recolocados, 'reestructurados', en organizaciones deslocalizadas, 'adelgazadas', 'optimizadas', etc. Eufemismos que no faltan, pero donde el concepto es el mismo: dejar a una persona sin fuente principal de ingresos.

Cuanto más años tenemos, mejor queremos vivir.
Normal.

Y más nos pagan.
Sí, en teoría, aunque no siempre.

Y más responsabilidad nos dan.
Sí, suele pasar.

Y más seguros estamos con nuestro contrato (especialmente si es indefinido).
No. Rotundamente, no.

La precariedad laboral está aquí para quedarse. Aceptémoslo de una vez. Hay suficiente oferta de talento (conocimientos, experiencias, habilidades) en el mercado laboral como para deshacerse de los 'recursos' (otro eufemismo: personas) caros y sustituirlos por lo más granado (y barato) sin mayor complicación.

No tiene por qué gustarnos.
Simplemente: es lo que hay.

Podemos a) enfadarnos; b) luchar; c) lamentarnos; d) ignorarlo; e) rezar; f) _____
O empezar a velar por nuestro propio trasero (financiero).

Sin embargo...

Hemos seguido órdenes a lo largo de nuestra vida: padres, tutores, profesores, monitores, entrenadores, supervisores, jefes, directores. Todos han sabido muy bien (o no) decirnos qué hacer (y, en el peor de los casos, también cómo hacerlo)

¿Qué pasa cuando, de repente, no se tiene a nadie que nos diga qué hacer y obedecer a cambio de dinero?

A algunos esa sensación les puede parecer agobiante.

Muchos empleados estarían dispuestos a sacrificar parte de su salario por mayor tiempo para ellos, o sus familias (ya hablamos de la conciliación), pero no siempre el mercado laboral está dispuesto a someterse a nuestros deseos. Más bien está construido, hoy, para lo contrario.

¿Qué pasa entonces si somos 'nominoinómanos'? Que si nos quitaran esa única fuente de ingresos ('no te vamos a renovar', 'tenemos que prescindir de tu puesto', etc.), los gastos pendientes (facturas, recibos, letras... que no esperan) podrían complicarnos la vida muy mucho.

A pesar de lo lúgubre del escenario, tengo la absoluta certeza de que todos tenemos un gen emprendedor.

1º Porque desde bastante antes de la Revolución Industrial tirábamos de lo que producíamos nosotros mismos (una forma de 'emprendeduría'): fuera mediante trueque, para consumo propio o para venderlo en el mercado.

2º Porque cada una (repito: cada una) de las cosas que hemos c-o-n-s-e-g-u-i-d-o en nuestras vidas nos han traído a nuestro 'yo' actual. Y para conseguir cosas (aprobar, pasar entrevistas, ahorrar para un viaje, declarar nuestra atracción por alguien, etc.) hay un componente básico del emprendedor: la Iniciativa. Sin esa Iniciativa, ni siquiera nos hubiéramos levantado de la cuna para aprender a caminar y explorar nuestro entorno.

3º Porque si tú te dices que tienes esa vena emprendedora, nadie podrá decirte que no vas a poder conseguir materializar tus objetivos. (¿Acaso te importa tanto lo que te digan los mediocres?)

Eso sí: con cabeza.

Si eres de naturaleza lanzado (o te lo puedes/quieres permitir), entonces adelante con ello. Tengo la certeza de que acabarás llegando donde quieras llegar, antes o después.

Ahora bien, si eres conservador o te gusta ir paso a paso, tal vez quieras otro enfoque de tiempos. Considera invertir tu mejor activo con el menor riesgo: aprovecha, busca, expande como sea tu tiempo libre mientras estás en la nómina de otra empresa. Nada de 'calentar silla'. Nada de reuniones eternas. Nada de quedarte más allá de tu horario (si has terminado lo que tenías que hacer). Nada de televisión absurda por la noche o el fin de semana. Nada de permitir que te roben otros tu precioso tiempo.

E invierte ese tiempo libre-útil para 'tontear' con ideas, experimentar conceptos nuevos, buscar información, establecer contactos... para precisamente esa idea emprendedora que lleva rondándote la cabeza.

Sí: esa.

No hace falta que conlleve construir hectáreas de un complejo industrial, con factorías, chimeneas y máquinas de fichar. Es frecuente esa sensación de 'uf, qué pereza ponerme a montar algo'. Si vas a montar ese super-complejo, perfecto, ve poco a poco: busca tu gente, tu idea, la financiación.

O, por qué no, mira qué puedes hacer con menos recursos: desde casa, en tu salón, con un móvil, una conexión rápida a Internet, una cuenta de email. ¿Qué servicio puedes aportar en tu tiempo libre?

Juega y experimenta. Prueba a ver qué pasa.

¿Qué sale mal? No pierdes absolutamente n-a-d-a. Ya solo te quedan 9 intentos de media para hacerte rico. Y sigues teniendo esa nómina de otro mientras tanto.

¿Que sale bien? Perfecto. Estarás más protegido ante los rigores y vaivenes del mercado de trabajo. Tendrás, al menos, dos fuentes de ingresos diferentes para vivir mejor con menor riesgo.

Pero, ¿y si encima te sale de p**a madre?

___________

No le des muchas vueltas.

Hay muchas cosas aún por hacer en este planeta... y mucha gente dispuesta a pagar por que se las sirvas.

martes, 1 de mayo de 2007

Gracias a vosotros.

Extracto de dos de los emails de lectores que vengo recibiendo estos meses.

Esto es lo que, de veras, le da alegrías a uno en la vida. Si al amanecer no intentamos aportar algo de valor a alguien, posiblemente ese día haya sido un gasto perdido.

No hay dinero que pueda pagarlo.

Gracias a vosotros.


'... he leído tu libro, y simplemente quería decirte una sola cosa, que en ocasiones significa mucho más que diez palabras: GRACIAS'.

'... lei el libro y me gusto mucho, muchisimo. Hace poco que lei el de (omito) y pense que iba a tardar en encontrar uno igual pero este me impacto mas...'

(Esta es una opinión en la web de una conocida librería) 'Lectura rápida, muy conciso, práctico, entretenido. Refleja por escrito lo que muchos pensamos cada dí­a al ir a trabajar... "sacude en la cabeza" al lector para que deje de dormirse en los laureles...'

Toda excusa es buena... e inútil.

Fin de la II Guerra Mundial.

Casi toda su familia aniquilada, absolutamente solas ella y su bebé durante años huyendo en los bosques de centroeuropa, ella se fue con apenas 24 años a aquel inhóspito país. Allá tuvo la fortuna de encontrar a otro hermano que también sobrevivió a la barbarie nazi y a un marido el cual creía muerto durante casi cuatro años.

Todos compartían habitación por aquel entonces en 1947, no un apartamento completo, mientras se las veían para poder llegar al final del día con algo en el estómago.

Y el hambre dolía. Y dolía tanto que solo les quedaba tiempo para actuar. Eso de 'lamentarse' por su situación no les daría nunca de comer.

Consiguieron ahorrar para comprar unos bidones de metal. Se les ocurrió llenarlos de gasolina y revenderla a los conductores que circulaban por las aún no pavimentadas calles de aquella ciudad agujereada por las bombas.

Consiguieron ahorrar a base de una vida espartana y se compraron una pequeña furgoneta destartalada para conducir a otros trabajadores a pavimentar las nuevas carreteras.

Siguieron ahorrando y compraron un pequeño terreno, donde plantaron la que sería su primera gasolinera. Y contrataron a su primer empleado.

A base de más trabajo, mayor austeridad, madrugones y perseverancia, siguieron creciendo y construyeron un edificio en el terreno contiguo a la gasolinera, que también adquirieron.

Y siguieron siendo espartanos en sus gastos. Siguieron sus madrugones. Sus duras jornadas.

Pero prosperaron.

Y compraron casas, y pisos, y más casas.

¿Codicia? No. Porque, como ella decía a sus hijos: 'nosotros ya pasamos hambre. Vosotros nunca la pasaréis'.

Ni ellos. Ni sus nietos. Ni sus bisnietos.

Ellos lo consiguieron. Sin Escuelas de Negocio. Sin oposiciones. Sin masters. Sin planes de negocio.
___________

Ambos ya descansan para siempre.

Y eran de mi familia.

A veces me pregunto por qué somos tan buenos inventándonos excusas para no prosperar: 'no puedo', 'no sé', 'es tarde', 'es pronto'.

A ellos se les agotaron. No les quedaba otra opción que crecer. Para que nunca más, nadie más, les quitara nada. Para no volver a pasar hambre.

Solo cuando crecieron y tuvieron dinero, se ganaron el respeto de los mismos que décadas antes intentaron aniquilarlos.

Así es la vida. Quéjate si quieres.

O actúa.
___________

Nuestro recuerdo está con ellos.

A Syma y Shie, con nuestro respeto y amor.

Descansen en Paz.

sábado, 28 de abril de 2007

jueves, 26 de abril de 2007

'El fin (inmobiliario) está cerca'

Yo creo que no.

Caída de valores inmobiliarios (el día p-e-r-f-e-c-t-o para tomar posiciones en esos valores, no hay nada como ir contracorriente cuando hay pánico en el parquet), batacazo, susto y los medios (no) especializados augurando el fin del mundo.

No es para tanto.

Es cierto que alguien ha perdido muchísimo dinero en apenas una semana, pero la incidencia sobre el sector no va a ser tan grave.

Primero, porque es diferente el análisis fundamental del técnico de esas acciones. Mientras aquel (sin casos de corrupción/malversación/gestión incompetente a lo Enron) parece por ahora saludable, aunque es cierto que el incremento de los precios inmobiliarios se va suavizando (señores, economía de mercado, ergo, cíclica. O sea, sube y baja. Este día tenía -tiene- que llegar, no lo duden); el segundo es uno de los incontables vaivenes que se producen cada día en miles de títulos a raíz de noticias, rumores, suposiciones, datos publicados, etc.

O sea, que también todo lo que baja volverá a subir.

Particularmente, prefiero las inversiones a largo plazo: comprar y aguantar. Ya he probado fortuna jugando a la lotería hace años y, ni comprando el décimo de Navidad en Sort, he podido conseguir más que el reintegro (que es perder en términos reales unos centimillos). Sin problema. Lo mío es invertir a largo. Comprar poco y bien. Vender menos y mejor. Y es lo que recomiendo para los que siguen trabajando por cuenta ajena mientras deciden optimizar su tiempo libre en generar otras fuentes de ingresos. Naturalmente, si se pretende ser inversor profesional, el tiempo exigido es mayor para adquirir experiencia y asumir mayores riesgos... para unos réditos mayores.

En suma, que los que esté comprando hoy propiedades sólidas (no a través de fondos inmobiliarios), que no esperen una revalorización del 15%-17% de media como en los últimos años, sino que, si es que realmente les vale la pena comprar (ojito con las subidas que vienen del Euribor), busquen cómo van a colocar el inmueble en el parque de propiedades en alquiler, se aseguren el mínimo de apalancamiento y el máximo de flujo de caja positivo una vez deducidos deuda financiera, impuestos, notarios, mantenimientos, comunidad, etc. Por ejemplo: piso en alquiler al lado de una universidad.

Si la inversión mensualmente no da algo claramente >0 (o sea, positivo), no tiren su dinero: sigan buscando esa propiedad. Con millones de inmuebles en España, es cuestión de tiempo encontrar 'el chollo del siglo'.

Quizás esta misma semana.

lunes, 23 de abril de 2007

¿Tan 'malo' es especular?

Es curioso esto del lenguaje, cómo lo que uno dice es la manera en que acaba pensando... y viceversa.

Según la RAE, la acepción de especular incluye los siguientes matices dignos del más rancio juicio de valor:

  • Efectuar operaciones comerciales o financieras, con la esperanza de obtener beneficios basados en las variaciones de los precios o de los cambios. Usados más en sentido peyorativo. (La negrita es mía) ¿Acaso debería venir siempre con el epíteto 'sucio'?: 'Eres un sucio especulador', por ejemplo.
  • Procurar provecho o ganancia fuera del tráfico mercantil. (¿'Fuera'? Suena a ilegal)

¿Por qué las palabras 'empresario', 'dinero', 'rico', etc. tienen esa connotación tan negativa?

Hablando con el jefe de una consultora cliente, me decía que la explicación radicaba (de nuevo) en la educación recibida en este país, en contraposición a la anglosajona. Me argumentaba que el motivo principal, por mucho que disguste a propios y extraños, nacía de la concepción tan diferente de dos cristianismos que tanto han marcado nuestra cultura, sociedad, esquema de valores y sistema legal: El católico, propio del sur de Europa; y el protestantismo, más extendido en EEUU.

Mientras que el primero penaliza la usura ('no se puede servir a Dios y al dinero', o 'déjalo todo y sígueme'), la segunda considera el dinero como un justo premio al duro esfuerzo y trabajo al arriesgar y emprender (véase la parábola de los talentos, o la interpretación del Génesis por la que, al concluir la Creación, 'Y Dios vió que todo lo que hizo era bueno'. Ese 'todo' incluye el dinero, claro).

No soy particularmente religioso, pero parece válido como parte del enfoque.

Cada semana sigue habiendo manifestaciones 'contra' el rico, el especulador, el empresario, el terrateniente, el propietario.

Me recuerda a la mediocridad de la que ya hablamos.

Manifestarse es fácil, muy fácil.

El mundo ha sido, es, y será siempre injusto. Lo cual no quita para que hagamos algo por que busquemos una mayor prosperidad para todos. Por tanto, buscando las maneras de 'igualarnos' por arriba (tener el máximo número de personas la mayor cantidad de riqueza), en lugar de 'igualizarnos' por abajo (condenar al empresario y quitarle las propiedades y distribuirlas entre los demás sin mayor reflexión).

La solidaridad es necesaria, qué duda cabe (en el libro lo llamamos Prosperidad Compartida). Pero la solidaridad (entendida solo como una distribución de recursos) es finita.

El reto es formar, informar, apoyar, estimular la capacidad emprendedora de la gente para que puedan crear (y ayudar a crear a su vez) riqueza para el mayor número de personas posibles.

Eso sí que podría ayudar a erradicar las penurias causadas por (la falta de) el dinero.

viernes, 20 de abril de 2007

Educación, Inteligencia y Dinero

Ayer terminó el bombardeo de preguntas al Sr. Rajoy quien posiblemente se diera cuenta de que un elevado contenido de las mismas se centraban en... lo mismo que le consultaron al Sr. Zapatero hace unas semanas; a saber: vivienda, educación, pensiones, salarios.

En otras palabras, dinero para la vivienda, educación para ganar dinero el día de mañana, cantidad de dinero para vivir procedente de salarios o pensiones.

Dinero, dinero, dinero, dinero. Cuántos de esos problemas reales que acucian al ciudadano medio realmente ocultan una preocupación más significativa:

Necesito (o quiero) más dinero.

Muchas de esas personas dan por sentado que una empresa debe contratarles indefinidamente para pagarles. Que el Estado debe contratarles vitaliciamente para sostenerlos. Que deben buscar toda su vida a alguien que les sufrague la existencia a cambio de su tiempo y/o esfuerzo.

¿Acaso nuestro sistema educativo genera dependientes?

Por otro lado, también es noticia otra vuelta de tuerca al sistema educativo: dentro de poco, a este paso, se podrá pasar curso sin aprobar ni una...

Ahora bien, si la educación debe preparnos para la vida (sea para ser ciudadanos o productores, está abierto a debate), ¿lo realmente importante es 'aprobar'?

¿La educación fomenta adecuadamente el desarrollo de la inteligencia?

Tras haber discutido sobre este tema con unos cuantos clientes, me encuentro con que la definición de inteligencia no halla criterios uniformes de aceptación: se puede tener inteligencia matemática, inteligencia espacial, inteligencia memorística, etc. Algunos nacen con una u otra más desarrollada. Otros consiguen expandirla a través de los estudios, ejercicios, etc.

Y, a pesar de tantas inteligencias, hay infinidad de personas extremadamente talentosas que se las ven para siquiera prosperar levemente en su vida. Por cada persona realmente con talento en las empresas, hay diez que viven del cuento. Y de lo que produce ese uno.

Tal vez, además de tantas asignaturas como hay en los planes de estudios, sea necesario ahondar en la única inteligencia que sobrevive cuando el resto de fórmulas matemáticas, capitales de países asiáticos, poetas románticos y ejercicios de genética con guisantes lisos o arrugados se nos han olvidado:

La Inteligencia Para la Vida. Aquella en la que nos podemos apoyar siempre, independientemente de la circunstancia o lugar en la que nos hallemos.

¿Qué es la inteligencia para la vida (IPV)? Aquella que nos permite ser, sencillamente, más prácticos (y, posiblemente, más felices) al servirnos para responder de manera efectiva a los entornos y circunstancias a los que somos expuestos en cada uno de nuestros días.

¿Qué es, si no eso, el éxito?

Por ejemplo, si tenemos miedo a algo, la IPV nos empuja a reducir la incertidumbre buscando información. A controlar ese miedo, a canalizarlo.

Si necesitamos libertad (ergo, dinero para comprar nuestro tiempo), la IPV nos ayuda a identificar oportunidades de negocio para crear valor para una sociedad a cambio de dinero... mediante la empatía, confianza en el saber crear estructuras de negocio (aspectos legales, fiscales...), liderazgo para atraer buenos equipos, la perseverancia; la filantropía para compartir el éxito.

La IPV es la única de todas las inteligencias realmente práctica. Y que no se olvida. La que más capacita en la vida.

Es, además, la única que sigue sin enseñarse en el aula.

Aunque sea perfectamente enseñable.

miércoles, 18 de abril de 2007

Así hablamos, así pensamos... y así actuamos. (¿Prefieres tener razón a estar tranquilo?)

Lo que es el lenguaje.

1) La relación con uno mismo:

En coaching se valora mucho lo que la persona siente, piensa, hace... y dice. Es difícil romper la barrera mental que le convierte a uno en subordinado de un jefe de por vida si las palabras le llevan a uno a seguir lo que dice. Es un mecanismo normal de la psique humana: nos gusta tener razón. Nos sentimos incómodos con la contradicción en nosotros mismos.

Por tanto, si me digo que 'trabajar a largo plazo para otro es lo más seguro, menos arriesgado, la mejor opción para desarrollarse financiera/personal/profesionalmente...' entonces actuaremos acordemente: buscaremos como locos ese trabajo hasta que nos retiremos si hemos conseguido que no nos coloquen en la calle con cuarenta/cincuentaypocos años.

Sobre todo por satisfacer aquella frase tan orgasmática para nuestro cerebro:

'¿Ves? YO tenía razón'

Es sencillo cambiar, qué duda cabe. Cambia lo que dices (y piensas) y comenzarás a actuar de modo diferente, para conseguir resultados diferentes.

... 'nos sentimos incómodos con la contradicción'... Buscaremos tener razón para con nosotros mismos:

'¿Ves? YO sabía que MI empresa tendría éxito'

2) ¿Y qué sucede en nuestras relaciones con los demás?

La base de la que parten un elevadísimo porcentaje de disputas no está en 'la verdad' (algo objetivo) que se discute, sino en 'quién tiene razón' (los egos en disputa). Lo primero, si objetivable, no da pie a dudas (llueve, por tanto el campo se moja). Lo segundo, es la defensa de la posición personal de los dos individuos que discuten (agricultor: 'llueve. Buena noticia'; persona de vacaciones en la playa: 'llueve. Vaya m***da'). ¿Quién lleva razón?

Los dos. O ninguno. O cada uno la suya. Depende de lo radical que haya sido nuestra educación: si yo llevo razón (y nos encaaaaanta llevarla), entonces el otro, por exclusión, no la puede llevar. Y seremos capaces de debatir sobre futbol (tu equipo o el mío), sexo (tú o yo), política (tu partido o el mío) o, por qué no, ir a una guerra (tu país contra el mío). Porque yo tengo razón (en mis principios, valores, metas, visión de la vida...). Y tú no.

Preferimos guerrear (dialécticamente o de otro modo) antes que admitir que 'no tenemos razón'.

El 'feliz' no discute, debate o se enzarza: prefiere 'ser feliz'. El resto dirá que le falta personalidad. Pero a él ¿qué más le da? Es más estéril una lucha de egos que dedicar su tiempo a lo que de veras sea importante en su vida.

¿Qué es lo realmente importante en tu vida?