martes, 27 de abril de 2010

La Agresión mas Sutil

Cuando se confunde una orientacion al servicio o ayuda a otros con un mensaje de incapacitación, puede ser seductor dejarnos llevar por lo segundo creyendo que es lo primero.

Me explico.

Caso 1: un individuo se encuentra ante una situación complicada, difícil, novedosa. Solicita ayuda a otra persona, quien le proporciona guía, consejo, recursos… para que nuestro protagonista consiga hacer lo que necesita por sí mismo. Idílico, pero posible.

Caso 2: mismo escenario. Nuestro ‘ayudante’, de malas formas, le dice a nuestro protagonista que ‘no sabe, no tiene ni idea, quita que ya lo hago yo’. Hostil, en efecto, pero clarito, clarito. Sin conservantes, ni colorantes.

Caso 3: en un escenario similar, nuestro individuo vuelve a solicitar ayuda. Esta vez, sin embargo, la persona que le presta esa ayuda, decide realizar la tarea por él, pero con amabilidad – esa cortesía de doble filo tan esquiva. Las razones pueden ser muchas: ‘es mas rápido si lo hago yo’, ‘así puedes hacer tu otra cosa’, ‘no te preocupes’, etc. Pero el mensaje puede ser, al igual que en el caso anterior ‘no sabes, quita, que ya lo hago yo por ti’ – aunque estas palabras nunca se verbalicen en voz alta. El ayudado, definitivamente, se queda en su zona de comfort. El ayudante, quien sabe, quizás este satisfaciendo una necesidad por sentirse útil… a costa de incapacitar a los demas.

Y luego esta el barroquismo de este principio. Hace la torta de años tuve un jefe que tenía lo que llamábamos el ‘Síndrome de Mesías’: primero creaba un problema tremendo enfrentando a departamentos diferenciados… para despues erigirse como salvador al aportar la mediación y resolución (en fin, un decir) del conflicto – concluimos que operaba de este modo porque a) su trabajo, realmente, era innecesario y tenía que mantenerse ocupado (o, al menos, aparentarlo); b) una escasez en su infancia (que difícil es calibrar la atención que hay que dispensarle a los hijos); c) el calorcito de su butaca de cuero negro habia que preservarlo aparentando ser más alto… asegurándose para ello de que los demás quedaban más abajo.

Sutilmente, claro. No vaya a ser que se note.

jueves, 8 de abril de 2010

Por Qué es Peor en España

Un buen amigo, JM, banquero internacional, compartía su visión como financiero de lo que está ocurriendo en este país - para intentar explicar por qué tenemos la segunda tasa de paro más alta de la Europa de los 27. Resumen:
  • La crisis solamente (cursiva mía) está afectando al estrato social más desfavorecido, aquel que tiene una menor instrucción académica yo experiencia.
  • De igual modo, está golpeando al trabajador que: a) no sabe/ía hacer otra cosa más que aquello en lo que trabaja/ba; b) no tiene flexibilidad o agilidad para reciclarse, reinventarse, formarse para cambiar sus modos de ingresar dinero; c) está anclado (¿siempre es voluntariamente?) a un lugar geográfico, particularmente por su i) falta de idiomas para ir a otras tierras más verdes; ii) ac*jone para mudarse geográficamente (incluso nacionalmente), aunque hable esos idiomas; iii) filiación familiar (pareja, familia biológica o mascotas varias); iv) hipoteca modelo soga-del-ahorcado.
  • Como quiera que la economía de este país se sustenta/ba en inmobiliarias, turismo y servicios financieros, es natural que de las dos primeras se esté yendo tanto trabajador al hoyo.
  • A los demás, como él dice, solo les afecta una crisis de confianza y/o conservadurismo: 'no gasto, por si acaso acabo en el paro', aunque su empresa vaya razonablemente bien y tenga un salario moderadamente permisivo. De ahí el record en el ahorro mensual de las familias españolas, la caída del consumo, el déficit, etc., etc., etc.

El tipo describía este escenario con una calma que sonaba feroz en su análisis.

¿Solución?

Vuelta a los principios: reinventarse una nueva profesión - y mejor si esta es múltiple: es más seguro tener 10 jefes (los clientes de uno) que paguen 100€ al mes, que un solo jefe (nómina) que le paga a uno los mismos 1000€ mensuales. Los primeros se pueden expandir (y reducir, claro), pero lo segundo es definitivamente más arriesgado. Y más cuando la concepción clásica de empleado en la que crecimos expiró ya.

miércoles, 7 de abril de 2010

Credibilidad y Vida

Tras ver el (pen)último escándalo de corrupción en este país que salpica al principal partido de la oposición, tras leer acerca de los pecadillos de los obreros de la Iglesia Católica (nada menos que con infantes), tras ser testigo directo de la inadecuación de los principios clásicos del matrimonio para toda la vida (o de las -comúnmente establecidas- relaciones sentimentales en general), tras haber conocido a individuos en corporaciones cuyo máximo interés era enriquecerse brutalmente a costa del de abajo, tras constatar escándalo tras escándalo tras escándalo en organizaciones supuestamente intachables (Organismos Internacionales, Gobiernos, Ministerios, ONGs, Sindicatos, Patronales...), al final uno se pregunta si esa corrupción siempre fue así (Homo Sapiens somos, tiempo ha) y si la única diferencia en la actualidad es que nuestra sociedad, hipercomunicada, destapa en horas corrupciones, tramas, ardides, intrigas y demás juegos de individualismo (que no individualidad) canibalizante que siempre caracterizaron a nuestra especie.

O juegas al juego (adoptando una posición de ganador, perdedor, competidor) o te intentas aislar, apear del mundo.

¿Acaso la vida es tan decepcionante?

La realidad es que a la vida (al Universo, al mundo, o como lo denomines), parece que le es insultantemente indiferente lo que nosotros llamemos decepcionante, bueno, malo o magnífico: el mundo sigue girando completamente igual, haya sufrimiento o dicha en los miles de millones de homínidos que poblamos esta tierra llena de (según algunos científicos, por accidente) vida (entendiendo por vida a nivel macro la reacción química, eléctrica, molecular, proteínica que hizo que algo empezara a intercambiar energía y materia con el agua de nuestra querida Tierra hace tantos millones de años que no existía ni lo existente).

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Al final, el significado de la vida de cada cual (a nivel micro) no puede encontrarse. Menos mal. Es más bien un trabajo de construcción - como cuando Miguel Angel, preguntado acerca de su magistral Moisés, replicó que él se limitó 'a sacarlo del bloque de mármol donde estaba oculto'.

Hablaba con un profesor de ética (no religioso) hace unos días quien me dijo que él no enseñaba nada, sino que su profesión era preparar a sus alumnos para que abracen su futuro.

Para un observador externo con prisa, el trabajo de este profesor es el mismo, se mire como se mire (enseñar ética). Para él, por el contrario, no consiste en ejercitar una tarea diariamente en la escuela (dar clase), sino que hace años acordó consigo mismo que tenía la, sí, Misión de acompañar a sus alumnos adolescentes en la transición a la vida real adulta. Sin aditamentos dogmáticos ni creencias a- o para-científicas.

Táchesele de chalado, si quieren. De hereje.

Sin embargo, esta es su verdad; así la manifiesta. Y así es feliz.

Aunque su Gobierno ande atareado en otro (pen)último escándalo.

'Individualidad', me decía - no 'individualismo', Gregory. 'Los individuos quieren conocer, conocerse, descubrir y descubrirse. Esa es la clave'.

Definitivamente, es hora de dejar de leer los periódicos.