viernes, 29 de junio de 2007

Invirtiendo en ti (II): Control de costes

Austeridad. Es difícil anticipar cuándo vamos a necesitar un dinero por una emergencia… y es fácil pensar que, si vendiéramos esa super cámara digital, conseguiríamos el dinero que gastamos originalmente en su momento.

Ni de cerca. Merced a la depreciación, obsolescencia, desgaste de ese producto.

Antes de sacar la billetera, considera si *necesitas* o *quieres* lo que vas a adquirir. Y si es lo más económico para lo que necesitas de veras. Si consideras montar una empresa, particularmente al principio, hay que mirar donde va cada euro que tanto te ha costado ahorrar o pedir prestado.

Un cliente empleado se queja de que en una iniciativa que llevaba en su tiempo libre en una asociación con una empresa de turismo, esta última no le daba ni un despacho: solo una mesa, silla y ordenador.

Claro’, replico. Quien llevaba la empresa usaba cada céntimo para expandirla, para hacer lo que siempre tenía en mente: hacerla crecer para… venderla a una empresa mayor. Y, de paso, hacer una buena pasta por el camino, como así ha sido.

He visto despachos nada lujosos de emprendedores muy exitosos (algunas salas parecían ratoneras), porque para ellos es más importante reinvertir en su negocio que en aparentar estatus. Para estatus ya están los despachos de madera noble de las grandes corporaciones con ejecutivos con nóminas millonarias para un desempeño mejor o peor.

Ah, el estatus. Cómo gusta. Sobre todo para intentar que lo vea el vecino. 'Pues yo, más' que decíamos de (no tan) pequeños.

Es un buen hábito vivir un poco por debajo de nuestras posibilidades. Para vivir por encima siempre tendrás un banco en tu calle que te preste el dinero… o una empresa de reunificación de deudas o de préstamos inmediatos a tipos de interés por los que quemaban a la gente en la Edad Media por usureros.

Ahorrar para invertir es más fructífero a largo plazo (¿acaso la vida no es más una maratón que una carrera de 100 metros lisos?). Ejemplo: ahorras 100 y pides prestado 200. Mueves esos 300 en una inversión que te rente un 10% anual. Tras 4 años recuperas tu 100 inicial como interés de tu inversión y ya puedes volver a moverlo, mientras los 200 prestados se van pagando solos… y generándote un rédito. Los números son simplistas, cierto, pero la idea queda clara.

Y, lo dicho: austeridad.

Aunque no esté de moda.

Por de pronto, por si el Euribor sigue asomando los colmillos.

domingo, 24 de junio de 2007

Invirtiendo en ti (I): Formación

Aprovecha toda la formación que te dé tu empresa, sea ‘reglada’ (cursos) o ‘on the job’, o sea, currando.

De la primera, como especialista, ya te anticipo lo que vas a aprender:

Nada.

Ojo, no digo que sea una pérdida de tiempo. Digo que no vas a ‘aprender’ nada, ya que ‘aprender’ implica interiorizar e integrar en nuestro bagaje una manera (o muchas) de conseguir determinados resultados. En ese sentido, mientras no ‘hagamos’ algo, realmente nunca lo aprenderemos. Simplemente lo memorizaremos, entenderemos, racionalizaremos, comprenderemos.

Pero solo es haciendo cuando realmente se aprende. Aunque saquemos matrícula de honor.

A mí me explicaron una manera de invertir. Y lo entendí. Perfectamente.

Pero hasta conseguir un primer éxito, y hasta ‘conseguir’ un primer disgusto, no saqué la lección.

Eso solo lo puede aprender uno por sí mismo. Haciendo.

Hay dos tipos de esa formación ‘reglada’ que puede abrir muchas puertas a valiosos aprendizajes: técnicas (lo más ‘duro’: a hacer un análisis de inversiones, a llevar una contabilidad, a programar un software…); o de competencias (lo más ‘blando’: a negociar, trabajar en equipo, liderazgo…).

Participa en todas las formaciones que puedas: nunca sabes donde (y cuando) las vas a necesitar. Pero sobre todo, empléalas ‘on the job’: practica, practica, practica.

Y si la empresa no te ofrece esas opciones, busca en el mercado a quien te proporcione lo que necesitas para tus propios planes de futuro. En mi caso, mi primer curso de inversión en inmobiliario lo hice tomándome días de vacaciones mientras trabajaba por cuenta ajena y pagándolo de mi bolsillo.

La formación te debe producir un retorno (y el aprendizaje, al ser relativamente intangible, es difícil cuantificar) para tu futuro financiero. Sea el que sea el retorno que para ti sea importante.

Con buen criterio, será una de las mejores inversiones que podrás hacer con tu tiempo, energía, dinero.

Ya tendrás tiempo de recuperar esas vacaciones holgadamente.

lunes, 18 de junio de 2007

Entrevista en 'Expansión & Empleo'

Entrevista con Gregory Cajina en la edición digital de 'Expansión & Empleo' (14 de junio), acerca de las ventajas y desventajas de trabajar por cuenta ajena o propia. Para leerla, haz clic aquí.

miércoles, 13 de junio de 2007

¿(Des)Lealtad a una empresa? ¿(Des)Lealtad a uno mismo?

Empresa de auditoría. Se decide desvincular a un individuo por falta de ‘compromiso’ con la empresa. Su error: quejarse (con firmeza pero con elegancia) ante los cambios de última hora que le obligaban a modificar las vacaciones que tenía reservadas (y aprobadas por su jefe) desde hacía meses. Y no había, objetivamente, razón alguna para tal urgencia – menos aún porque se cercioró de dejar las cosas bien atadas. Allá que te vas, Estatuto de los Trabajadores.

Banco internacional. Se despide a una más que competente mujer perteneciente a un Comité Directivo tras solicitar (y ser aprobado) que las reuniones del CD tuvieran lugar por la mañana para poder asistir una vez se le hubo concedido la reducción de jornada por maternidad. No solo no se respetó ese acuerdo, sino que comenzaron a organizar las susodichas reuniones a partir de las 8 de la tarde de los viernes. Se la despidió por falta de ‘flexibilidad’.

Universidad. Se decide despedir a una persona por ‘deslealtad’. Su pecado: aprovechar que la residencia de estudiantes tenía ‘overbooking’ para adquirir una propiedad (un chalet – cuando los precios aún eran permisivos) y ofrecérsela en alquiler a los chavales que no pudieron acceder a la residencia. Una manera adicional de generar ingresos más allá de la nómina. Incluso se la criminalizó por ‘competencia desleal’ (una empresa de 70 millones anuales de facturación y una residencia saturada x 2 contra una persona con una nómina de 24.000€ brutos al año. Decididamente peligroso para sus intereses).

Cada día se produce una ingente cantidad de libros, seminarios, metodologías, cursos y herramientas para ‘tener mejores empleados’, ‘alinear las motivaciones de la totalidad de la organización’, ‘evaluar el compromiso con la empresa’, etc.

No me extraña: no hay nada más difícil que intentar ‘alinear’ (¿o es ‘alienar’?) a individuos con sus propias aspiraciones, deseos, preocupaciones para que ‘acaten’ (oh, perdón, quiero decir ‘ejecuten con diligencia profesional’) las órdenes de otro que está exactamente igual que él, pero con mayor nómina.

Mi experiencia (propia y contrastada con unos cuantos profesionales): es im-po-si-ble que una persona tenga su corazón en la empresa de otro a largo plazo. Antes (hace apenas unos años), hasta tendría su sentido: la empresa correspondía al esfuerzo del empleado en un círculo semi-virtuoso.

Hoy es, francamente, raro.

Tengo un amigo que, por defecto, desconfía incluso de los cazatalentos… a fin de cuentas, argumenta, ¿por qué oscura razón debería tener una empresa dificultad de encontrar cómo cubrir los puestos de personas que, se entiende, optan por alternativas profesionales fuera de esa empresa?

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Personalmente, creo que la primera lealtad que debe haber es hacia uno mismo. Naturalmente, eso no quiere decir que le mandemos al jefe a tomar viento (que seguro que hay más de uno que lo está pidiendo).

No por ahora, al menos.

En lo que invertimos nuestro tiempo trabajando para otro en conseguir cinco cosas:
  1. Formación
  2. Ahorros
  3. Contactos
  4. Experiencia
  5. Tiempo

Eso sí: con integridad. Nada de aprovecharnos de la empresa para la que trabajamos (y que nos da de comer). Hablo de aprovechar nuestro tiempo mientras estamos en esa empresa.

Es una buena lección si finalmente construimos nuestra propia empresa, ya que una de las cosas que habremos de hacer es atraer el talento necesario… que se marchará si no somos lo suficientemente hábiles para retenerlo, con todo el inmenso coste que eso supone: coste de selección, de formación descapitalizada, de incorporación de un sustituto, o de perderlo ante un competidor, entre otros. Una broma, vamos.

Lo vemos en los próximos días.

'De Empleado a Millonario' en 'El País' (Negocios)


'De Empleado a Millonario' en la sección de Negocios de 'El País' (10 de junio de 2007).

'De Empleado a Millonario' en las noticias de la CEC


sábado, 9 de junio de 2007

¿REALMENTE quieres DEJAR de trabajar?

¿Estarías dispuesto (de veras) a invertir TRES TARDES Y UN SABADO de tu vida a asistir a un curso/seminario/jornada para aprender cómo hacer tu primer millón?

Me lo han propuesto, me lo han insinuado, me lo han preguntado y me lo han pedido. Pero siempre ha sido a través de algunos emails, algunas conversaciones, o, como la última, tanteándome tras una cena. O sea, nada científico como encuesta.

Así que os lo pregunto a vosotros.

Tú decides: Si la respuesta final es ‘’ entre los suficientes de vosotros, lo organizaremos para ofrecéroslo.

Puedes responder mandándome un email con solo cuatro cosas acerca de ti:

  • Nombre.
  • Email.
  • Ocupación actual (profesión, estudiante, emprendedor...).
  • Ciudad y país donde resides.

Entre las respuestas, además, hay ganador:

  • Si el curso sale, sortearemos una inscripción para el mismo.
  • Si el curso no sale, sortearemos un libro (dedicado o no, al gusto del interesado) de ‘De Empleado a Millonario’ o una sesión uno-a-uno de coaching profesional conmigo (también al gusto).


Tú tienes la última palabra.

lunes, 4 de junio de 2007

DEaM en la Feria del Libro (II)


Gracias a los que vinisteis a la Feria del Libro el sábado pasado; fue realmente una experiencia muy agradable haber conocido y conversado con gentes de todos los rincones: España, Argentina, México, República Dominicana, Estados Unidos… Con personas como Federico, Rafael, Tomás, Lina, José Luis, Francisco, Liliana, Javier, Mónica, Óscar, Paola, Alberto, Luis…

... y Alicia, una futura lectora de ¡6 años! a quien su padre quiere ofrecerle mayor información para que cuando llegue el momento decida cómo generar su propia prosperidad más allá de lo que le inculquen en la escuela.

La foto es de aquel día… Como se podrá apreciar: ni rastro de Photoshop...

Es posible que volvamos otro día antes del domingo, último día de la Feria. Si es así, lo contaremos más adelante.

‘¿Por qué has escrito este libro?’

Pregunta a bocajarro de un lector el sábado pasado.

No: no lo he hecho para forrarme. (Si me apellidara Gala, Vidal, Brown o Rowling, tal vez, pero no es el caso…) Fue gracioso cómo una persona que se acercó a la caseta musitaba para su pareja acerca del libro que ‘(el autor) lo habrá escrito para enriquecerse’, sin saber que yo estaba delante. Después de responderle que ‘¡ojalá!’ se rompió el hielo con unas risas. Un par de minutos más tarde acabamos hablando de lo que esta persona hacía y, lo más importante, de lo que quería hacer con su vida en términos de algo tan personal como es el éxito.

No: no lo he hecho porque crea que tengo todas las respuestas. Hablo de lo que creo que funciona. Pero no aspiro a escribir para decirle a nadie ‘hey, aquí estoy yo’, como alguien me comentaba al concluir la lectura de otro libro (cuyo título y autor, naturalmente, he de obviar). No creo en ese tipo de mesías.

Y sí, rotundamente sí: lo escribí para ‘ayudar’. Entrecomillo esta palabra porque no se me ocurre ninguna mejor. En otras palabras, no asumo que la gente necesite (o no) ‘ayuda’, sino que, a base de entrevistar, formar, desarrollar, coachear a cientos de personas (yo vengo del área de Recursos Humanos), al final uno acaba viendo cosas que extraña que no le hubieran enseñado antes de comenzar a trabajar (de ahí el subtítulo del libro) y que creo DEBEN ser compartidas con el máximo número de personas.

Hablo de lo que sé, conozco, he hecho y he visto que han hecho otros. De lo que funcionó y creo que sigue funcionando.

Y no se me ocurría mejor manera de llegar a muchas personas simultáneamente que escribir este libro.

Así que, si eres lector, confío en que esta aspiración apoye a la consecución de tus propios objetivos profesionales, personales, financieros.

Ya lo dije: para mí no hay dinero que pueda comprar satisfacer esa aspiración.

Así (posiblemente) funciona tu jefe

Las cosas no cambian.

Comiendo con un buen amigo me presenta la situación en la empresa en la que trabaja, en el área de la publicidad:

  • Al menos doce horas de jornada de trabajo diario. ‘¿Fin de semana? ¿eso qué es?
  • Título del puesto que no cabe en la tarjeta de visita, del tipo ‘director de…’
  • Salario irrisorio. Incluso para un ‘mileurista’.
  • Eso sí: los altos ejecutivos de ‘la Casa’ rondando los 300.000 € anuales brutos al año.
  • Niveles de estrés equiparables al de nuestros antepasados australopitecos delante de un bisonte en celo y en ayunas.
  • Equilibrio vida personal / laboral = 0

He aquí la realidad de las cosas. Lo siento por los del ‘club de los 300.000’.

Pocos trabajos justifican un salario de 300.000 €… a no ser que las ciento y pico personas que haya por debajo no lleguen al salario que yo cobraba de becario hace unos añitos.

Ergo, la batalla por producir (o aparentar producir, mejor aún) mientras se asciende la escala organizativa, es la batalla por que llegue el día en el que, simplemente, ‘estemos’ (no ‘produzcamos’) durante doce horas al día para justificar lo injustificable (25.000 € al mes de nómina).

Una vez allá arriba, el tipo se blinda en el Comité de Dirección junto a los otros 3-5 elegidos del Olimpo para que nadie les quite el preciado despacho de 100 m2 en madera de caoba y muebles de diseño (¡¿pero cuántos becarios cuesta ese espacio?!)

Comoquiera que el individuo en su fuero interno *sabe* que su trabajo no vale tanto (pero tampoco le apetece/sabe hacer otra cosa) entonces recurre a una de las mejores autodrogas naturales que existen para ‘colocarse’ y así apaciguar esa especie de culpable vergüenza de cobrar tanto por ‘conseguir’ hacer tan pocas cosas:

La adrenalina.

Caso típico:

Comienza un nuevo proyecto (contrata, plan, acuerdo) con un plazo de consecución de X meses.

El superejecutivo 300 se reunirá, reunirá, reunirá con el equipo hasta extenuar su tiempo y paciencia. Reuniones típicas que comienzan con el consabido ‘vamos a hacer una reunión de seguimiento’, que no siguen nada, que no tienen hora de fin y en las que no se concluye, en fin, nada. Y digo nada: pero nada de nada de nada.

Cuando pasan los X meses -3 días, las reuniones se tornan más tensas, necesarias y estresantes… porque ‘no llegamos a tiempo al cliente’.

¿Cómo responde entonces el cuerpo del tipo? Liberando una sobredosis de adrenalina (sí: como la que nos servía para cazar esos bisontes) y, por tanto, activando al 110% la atención, fortaleza física, capacidad del adrenalínico.

Sintiéndose, en suma, un poco más superhombre (o mujer).

Y de paso, sintiéndose necesario. Algo que añora. Pobre.

Total: alguien tiene que sostener el látigo, ¿no? Y, a fin de cuentas, ‘para eso me pagan’.

Y le gusta sentirse, de nuevo, (aparentemente) necesario, útil… no vaya a ser que se dé cuenta el Presidente (este es del club 500) de que el tipo no está haciendo nada.

Corre de un sitio a otro por el pasillo, de un despacho al otro despacho, grita desde su silla, manda emails punzantes, truena por teléfono, y trata a su gente por debajo de lo aceptable en la mismísima Convención de Ginebra.

Y justifica (in)conscientemente para sí, lo que el resto de personas sigue viendo claramente:

pero ¿cómo es posible que este tío esté cobrando lo que cobra?

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No le des más vueltas. Las cosas son así.

Puedes ponerte a la cola en esa escala jerárquica y esperar (e intrigar) hasta llegar a lo más alto…

O, tal vez, hacer algo más (o menos, o diferente) para conseguir más tiempo para ti.

Tu jefe, desde luego, no lo va a hacer por ti.

Está ocupado con 300.000 € que justificar.

'De Empleado a Millonario' en 'Directivos y Empresas'



Reseña de ‘De Empleado a Millonario’ en la Revista ‘Directivos y Empresas’ nº 57.