miércoles, 18 de abril de 2007

Así hablamos, así pensamos... y así actuamos. (¿Prefieres tener razón a estar tranquilo?)

Lo que es el lenguaje.

1) La relación con uno mismo:

En coaching se valora mucho lo que la persona siente, piensa, hace... y dice. Es difícil romper la barrera mental que le convierte a uno en subordinado de un jefe de por vida si las palabras le llevan a uno a seguir lo que dice. Es un mecanismo normal de la psique humana: nos gusta tener razón. Nos sentimos incómodos con la contradicción en nosotros mismos.

Por tanto, si me digo que 'trabajar a largo plazo para otro es lo más seguro, menos arriesgado, la mejor opción para desarrollarse financiera/personal/profesionalmente...' entonces actuaremos acordemente: buscaremos como locos ese trabajo hasta que nos retiremos si hemos conseguido que no nos coloquen en la calle con cuarenta/cincuentaypocos años.

Sobre todo por satisfacer aquella frase tan orgasmática para nuestro cerebro:

'¿Ves? YO tenía razón'

Es sencillo cambiar, qué duda cabe. Cambia lo que dices (y piensas) y comenzarás a actuar de modo diferente, para conseguir resultados diferentes.

... 'nos sentimos incómodos con la contradicción'... Buscaremos tener razón para con nosotros mismos:

'¿Ves? YO sabía que MI empresa tendría éxito'

2) ¿Y qué sucede en nuestras relaciones con los demás?

La base de la que parten un elevadísimo porcentaje de disputas no está en 'la verdad' (algo objetivo) que se discute, sino en 'quién tiene razón' (los egos en disputa). Lo primero, si objetivable, no da pie a dudas (llueve, por tanto el campo se moja). Lo segundo, es la defensa de la posición personal de los dos individuos que discuten (agricultor: 'llueve. Buena noticia'; persona de vacaciones en la playa: 'llueve. Vaya m***da'). ¿Quién lleva razón?

Los dos. O ninguno. O cada uno la suya. Depende de lo radical que haya sido nuestra educación: si yo llevo razón (y nos encaaaaanta llevarla), entonces el otro, por exclusión, no la puede llevar. Y seremos capaces de debatir sobre futbol (tu equipo o el mío), sexo (tú o yo), política (tu partido o el mío) o, por qué no, ir a una guerra (tu país contra el mío). Porque yo tengo razón (en mis principios, valores, metas, visión de la vida...). Y tú no.

Preferimos guerrear (dialécticamente o de otro modo) antes que admitir que 'no tenemos razón'.

El 'feliz' no discute, debate o se enzarza: prefiere 'ser feliz'. El resto dirá que le falta personalidad. Pero a él ¿qué más le da? Es más estéril una lucha de egos que dedicar su tiempo a lo que de veras sea importante en su vida.

¿Qué es lo realmente importante en tu vida?

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