lunes, 9 de abril de 2007

:: La empresa de otro como medio para mis Tres Éxitos :: PARTE 3- Negociando mi Dinero

Por fin, el momento del que prohiben mencionar los libros de búsqueda de empleo, ese del que todo el mundo quiere hablar pero del que todo el mundo calla (como si ninguno supiéramos para qué hemos venido a esta entrevista):

"Y del dinero, ¿qué?"

De nuevo, según mi experiencia al otro lado de la mesa, esto es lo que vengo recomendando.
  1. Primero, una aclaración. ¿Cómo se calculan las ofertas salariales? Dos cosas. 1) Equidad Interna: puestos de responsabilidad similar deberían cobrar aproximadamente lo mismo. P. ej., si el puesto al que aspira el candidato tiene una responsabilidad similar que otro dentro de la empresa (medida en: presupuestos bajo su mando, número de personas en su equipo, capacidad de decisión, etc.) y este segundo está cobrando 100, entonces el candidato debe esperar que lo que le puedan ofrecer esté entre 80 y 120. 2) Competitividad Externa, es decir, que si el puesto al que aspira el candidato (pongamos jefe de atención al cliente de una compañía de móviles) tiene en industrias/empresas similares (competidoras que sean también operadoras de móviles) una valoración salarial de 100, lo suyo es que le ofrezcan algo similar (ni 40 ni 180). Si le ofrecieran 40, se iría a la competencia. Si le ofrecieran 180, es posible que la empresa necesite revisar sus costes.
  2. Deja que el entrevistador establezca cifra. Si has investigado lo anterior, es más que probable que puedan ofrecerte lo que quieres, así que no empieces tú poniendo cifra. Es raro, pero aún hay empresas que podrían ofrecerte los 180 (lo de sus costes, a corto plazo, no es problema tuyo).
  3. No te bajes los pantalones. Si acabas proponiendo tu cifra y acabas bajándola demasiado para aceptar la oferta, aparte de ser una negociación más propicia de bazar de recónditos y exóticos lugares que demuestra que una o las dos partes no ha hecho sus deberes, habrás demostrado cierta desesperación por el puesto. Error. Es decir...
  4. ... Aunque necesites ese trabajo desesperadamente, no lo muestres, no lo evidencies, no des pruebas. Es como jugar al poker. A las empresas les suele gustar más la gente segura de sí misma (o que aparente serlo) y, como a fin de cuentas, lo que está pasando es que tienen que aflojar la chequera, hay que trasladarles la certeza de que están comprando una ganga.

Y no lo olvides: es tu dinero de lo que se está hablando. Cuanto más alta sea esa cifra, más posibilidades de ahorro y, ergo, de inversión. Eso de 'te prometemos un aumento en 6 meses', aparte de ser poco creíble, no vale nada si no se plasma por escrito (y luego, buf, es incómodo ir al jefe para recordarle estos detallitos).

Si consideras que este, por fin, va a ser el trabajo en el que te vas a retirar, porque en los anteriores tenías ______ (jefes incompetentes, compañeros envidiosos, horarios infernales, comidas de cafetería que sabian como la del avión, etc. etc. etc.), entonces, suerte.

Pero si piensas gestionar tu dinero para ese gran objetivo que es la independencia financiera (trabajar porque quieres, si quieres; no por dinero), entonces tú ya estás siendo, de facto, el jefe de tu propia empresa:

Tú mismo, con tus habilidades, conocimientos, experiencias, contactos, ideas, competencias...

Negocia duro, entonces.

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