Cada persona que aparece en nuestras vidas suele hacerlo con fecha de inicio y fecha de fin.
La gente viene. Y la gente se va, una vez que *lo que sea* que teníamos que aprender de ellos tiene lugar… o una vez que ellos han aprendido *lo que sea* que tenían que haber aprendido gracias a nosotros.
Y quedan atrás en su momento específico en el tiempo y el espacio. Y, posiblemente, nunca más volvamos a saber de ellos.
Son muchos los que, según van creciendo, se van dando cuenta de esta realidad. Es posible que te queden pocos amigos de la universidad, algunos menos del instituto, menos aún del colegio, y casi ninguno de primaria.
Si estás soltero, posiblemente eso de casarse te fuera herejía en su momento. Si finalmente sucumbiste a casarte, lo de los niños te resultaría lejano. Si decidiste tener hijos, lo de los divorciados te sería impensable. Si te divorciaste, entonces…
Cuanto más progresamos en nuestro recorrido vital, más tendemos a asociarnos con los que son ‘como nosotros’: solteros con solteros, casados con casados (o casadas, eh, que también), divorciados con separados…
O también…
… empleados con empleados…
… autónomos con autónomos…
… empresarios con empresarios…
… emprendedores con emprendedores.
Un buen amigo tenía un inmejorable puesto en un gran banco de este país. Tenía a lo que aspiran muchísimos jóvenes: buen salario, contrato, beneficios, etc. Hace un par de años decidió montárselo por su cuenta, eligiendo a un par de socios para lanzar una empresa relacionada con Internet.
Atrás corbatas, adiós horarios, adiós beneficios. Hola libertad, bienvenido mi proyecto, a apretarse el cinturón (este año ya no tanto).
Este buen amigo decía que cuando se encuentra a alguno de sus excompañeros empleados, siempre le preguntan ‘y tú: ¿dónde estás ahora?’
Él se ríe y responde: ‘¿cómo que donde estoy? Pues aquí, ¿no me ves?’ Y la conversación, claro, toma otros derroteros algo más incómodos con el típico colofón ‘ya nos llamamos’.
Para un empleado, ‘¿donde estás?’ (o ¿dónde trabajas ahora?) es la pregunta para ubicar, clasificar (y a veces prejuzgar) a otro empleado.
Pero no es tan común preguntar, de paso, ‘¿y cuánto te pagan?’.
Para un emprendedor/empresario el diálogo sin duda cubre, entre otros, aspectos sobre la facturación, los clientes, planes de expansión, o cómo encontrar áreas comunes posibles de colaboración.
Incluso se habla de ‘dinero’.
En suma: dos idiomas diferentes.
¿Cuál hablas tú?
¿El del empleado, o el del emprendedor?
Y, aún más importante:
¿Con quién los hablas?
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Si eres empleado por cuenta de otro (tienes jefe y esa cosa llamada nómina), y estás pensando en lanzarte por tu cuenta, es fundamental que encuentres a personas para tu equipo (con un buen equipo tu iniciativa es más fácil que despegue y en menos tiempo) con una inquietud tanto o más emprendedora que tú.
Si te relacionas con el que siempre está diciendo ‘sí, jefe’, ‘lo que usted mande, jefe’, ‘ahora mismo, jefe’, posiblemente no te sea de gran ayuda. Déjale que encuentre su camino.
Si te relacionas con el que parece que le ha picado el bicho de la ‘emprendeduría’ porque anda diciendo cosas como ‘¿cómo podemos mejorar esto?’, ‘aquí se podría hacer esto mejor’, o, la palabra mágica ‘aquí hay una OPORTUNIDAD para…’, entonces tal vez ese tipo sea una persona para considerar en el lanzamiento de tu idea. Particularmente al principio o cuando las cosas vengan duras, que es cuando más necesitas empuje y no que te vengan preguntando ‘jefe, y ahora ¿qué hago?’.
En Recursos Humanos se suele hablar (según la escuela de WJ Reddin) de 4 tipos de Liderazgo: el autócrata (se explica solo), el social (ideal –también– para irse con él de vinos), el ejecutivo (aúna autócrata con social, todo un arte), y el burócrata (que preserva las cosas como son – no meneallo o ‘madrecita que me quede como estoy’, por si acaso algo se rompe).
Ninguno hay ‘bueno’ ni ‘malo’ per se. Cada uno tiene su rol en un equipo conjuntado, según sea lo que vayas a lanzar o la idea que tienes acerca de tu empresa.
¿Vas a lanzarte por tu cuenta? Entonces tu equipo debería tener:
- Un ejecutivo, para dirigir el equipo inicial (si no te ves dirigiendo equipos, encuentra uno bueno que lo haga). Un dirigente con experiencia con personas y resultados.
- Un autócrata, para asegurarte de que los objetivos/planes se consigan (no solo que ‘se sigan’). A veces, sí, un sargento de hierro (ojo, con guante de seda y carisma) hace falta.
- Un social, quien posiblemente sea tu crack en ventas.
- Un burócrata para los temas legales y contables.
¿En qué eres tú bueno?
Cada uno solemos tener uno de esos ‘estilos’ dominantes. Eso quiere decir que los otros 3 son los que te vendría bien prospectar. Imagina si no un equipo inicial con 4 autócratas o 4 contables-burócratas: en el primer caso, saltarían las chispas (eso del ego puede ser muy malito); en el segundo, las cuentas serían impecables… pero tampoco se vendería gran cosa.
En RRHH se suele decir en Selección que más vale contratar a una ardilla que enseñar a una gallina a subir árboles.
Depende de la concepción de negocio, claro: para poner huevos yo iría a por la segunda.
Y recuerda que siempre tendrás a mediocres que te dirán: ‘no puedes’, ‘no sabes’, ‘no tienes (suficiente) dinero’, etc.
Ni uno solo de los que me han dicho eso alguna vez eran, son o quieren ser empresarios. Más bien al contrario: estos son los primeros que me dijeron en su momento (y me siguen diciendo):
‘Hazlo’.
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Y tú: ¿con quién te relacionas?
Lo de como el español se relaciona con los demas es muy curioso. La mentalidad siempre va por el camino de a ver que le saco al vecino pegandome a el, hasta que le exprimido todo lo posible y le he pasado mi anemia, en lugar de a ver que podemos hacer y como podemos crecer juntos y complementarnos. En la base de todo esta el hecho de que no hay intencion de aportar nada tangible.
ResponderEliminarY con esto no me limito a ningun ambito pues creo que atañe tanto a relaciones personales como profesionales. Todo el mundo es empresario si el otro es el que HACE las cosas mientras yo me voy de vinos...
Esta caracteristica se nota tambien a nivel de la "personalidad" de las empresas. La empresa española no trata de aportar valor en un entorno global, no sabe ni lo pretende, sino es un argumento o excusa para el que la monto se forre. Se trata de buscar el sitio y posicionarse entre medias de la cadena de valor para conseguir que lo que pase por ella pague su peaje. Pero pocas veces he visto narices para proponer cadenas de valor alternativas.
Supongo que somos asi de miedocres y miserables. Lo que no alcanzo a determinar es la sostenibilidad de un comportamiento generalizado como ese, aunque nuestra balanza de pagos lo deja patente.
Pero estas son consecuencias. Diagnosticar las causas seria interesante para otro post.
Saludos, Adolfo.