jueves, 29 de marzo de 2007

Soluciones, soluciones... (Parte II)

1. Educación.

En primer lugar, a costa de meterme en un lío por lo que voy a decir, tras haber recibido buenísima educación (sus becas me costó) y haber trabajado para el sector educativo durante años, puedo concluir, sin morderme la lengua que la educación de este país (ojo: y de gran parte de la sociedad 'occidental') es tan obsoleta que sirve para formar a los chavales (incluso en muchas de las grandes Escuelas de Negocios) simple y llanamente, para que tengan un jefe… y para una economía que ya no existe.

Así de sencillo.

Lo he vivido en propias carnes. Lo he visto en gente cercana (y no tanto). He hecho cientos de entrevistas (lo mío de origen es el campo de los Recursos Humanos) que me lo han corroborado (en próximos días hablaré de algunas pistas para convencer en las entrevistas de trabajo). Y, de hecho, he conocido individuos a los que hubiéramos calificado como 'ah, ¿que no has ido a la universidad?. Qué perdedor' con más pasta (ergo, más libre con su tiempo) que otros muchos top ejecutivos de seis dígitos con los que trato, quienes no muestran en su CV detalles como: amagos de fallo cardíaco, úlceras, divorcios-de-destrucción-masiva, callar-y-acatar ante jefes incompetentes etc. con treintaymuchos o cuarentaypocos tacos.

Si asumimos que la posesión de la vivienda es, en principio, una buena manera de incrementar el patrimonio de una persona a largo plazo (discutible, lo acepto, pero lo rebatiré gustoso), entonces, vista la situación de precios actual, estudiar una carrera y esperar a cobrar mil eurillos al mes (netos, con suerte) es, francamente, asegurar el que el chaval en cuestión sea un adicto-más-a-la-nómina en un país de 'nominoinómanos'.

¡¡¡ Anatema !!! ¡¡¡Hereje !!! ¡¡¡ A la hoguera con él !!!

Lo sé, lo sé. Ya oigo a alguno diciendo 'con lo mucho que he estudiado', 'con lo duro que trabajo para llevar adelante mi familia', 'con lo cara que está la vida' etc. etc. y ahora llega éste y nos dice que somos unos ‘mandados’.

Pues sí: lo digo. Y precisamente por esas mismas razones. Eso es lo que significa trabajar por cuenta ajena después de todo. Mi padre lo fue (ya explico la historia en el libro, una historia que me trae hasta aquí). Yo también lo fui, durante más años de los que hubiera deseado, pero que me fueron vitales para decidir un buen día ser mi propio jefe... entre otras cosas tras un tremendísimo accidente que tuve en circunstancias en las que las posibilidades de que éste ocurriera eran realmente bajas. Para que luego digan de lo caprichoso del azar. Pero eso es otra historia.

A todos aquellos os pido algo de paciencia: veremos qué podríamos hacer para mejorar nuestra situación financiera en próximos posts. Ahora retomemos a nuestros jóvenes.

Tenemos ejemplos de maestros del deporte o de la música que empezaron con su baloncito, su raquetita de tenis, su palito de golf, su pianito Casio o su guitarra de juguete... desde que tenían tres años (o antes). Sin embargo, con esto del dinero, oh qué tema tan sucio, no nos metemos a educar a los chavales acerca del ahorro, acerca de la nómina (que eso es lo que hacemos al darle a nuestros hijos una paga semanal), del trabajo... o, mejor aún, de la 'emprendeduría', el 'éxito', la negociación gano-ganas, la filantropía, la generosidad, la creatividad (de 'crear' valor para otros), etc.

Las escuelas deberían incluir, como parte del temario, la creación de riqueza a cambio de la creación de un valor. Le solventaríamos parte de la vida a nuestros retoños, mediante el desarrollo de las habilidades de vender, de negociar, de escuchar, de (una vez más) crear, crear, crear. Valor a cambio de dinero. De trabajar en equipo para conseguirlo. De generar un éxito compartido, no de crear tiburones financieros.

Una vez escuché una simplificación acerca de la comparación entre los jóvenes españoles y los estadounidenses (en este aspecto exclusivamente) pero que creo que pudiera bastar para explicar la idea (puristas, no se queden con el ejemplo, fijémonos en la idea): EEUU es el país más pujante mundialmente (nos guste o no, ese es otro tema) en términos empresariales porque allá un preadolescente vende galletas para comprarse una bicicleta, mientras que aquí se dedican a irse de botellón con la paga del padre/madre.

Creo que eso lo explica bien.

Admito lo ‘grueso’ (como prejuicio) de la comparación: aquí en España hay talentos excepcionales, y en EEUU también hay zotes. Como en todos sitios, vamos.

¿Acaso nuestra vida hoy no sería distinta si nos hubieran enseñado en la escuela acerca del dinero?: maneras de ganarlo, crearlo, ahorrarlo, invertirlo, compartirlo, emplearlo, administrarlo… en vez de dilapidar las exiguas nóminas en la (pen)última chorrada que sale al mercado. O, peor aún, simplemente en llegar a fin de mes.

Tal vez hubiéramos creado nuestra primera empresa siendo adolescentes… y hoy iríamos a la universidad porque nos apetece a estudiar lo que nos apetece. No lo que nos dijeron que ‘tiene muchas salidas’.

Ahora bien, ¿qué hacemos si ya estamos metidos en la espiral de la nómina? Lo veremos en próximos días.

Prosigamos mientras con el siguiente punto: Aspectos Legales.

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