Nadie lo admite, pero es así. Un número elevadísimo de personas no tiene ni idea de qué es lo que quiere de veras, de veras, de veras hacer con su vida.
La inercia, ya lo decía Newton, es el estado que consume menos energía. Es más fácil dejarse llevar que emprender un cambio. Aunque sea a nuestro favor. 'Más vale malo conocido....' es el mantra.
Es predecible: nos pasamos más de veinte años siguiendo las directrices de otros y, ojo, cuidado con salirte de la foto.
Sin embargo, también se puede ir deshojando la margarita: deshaciéndonos, cada día algo, de lo estéril de la vida, de lo que nos consume tiempo y energía, de lo que nos debilita. Descremando de nuestra existencia aquello que no nos funciona: relaciones, trabajos, sueños que no son realmente tales, agujeros por donde perdemos energía emocional o física...
A veces hay que prepararse a ciegas: no sabemos por donde saltará la oportunidad. Pero que esta nos pille preparados es primordial para que la identifiquemos como tal.
Si no, ni nos daremos cuenta que esa oportunidad nos pasó de largo extendiendo un brazo para ver si la agarrábamos.
Y, sí, habrá más oportunidades viniendo.
Pero seguiremos sin ver ni una si seguimos distraídos en la rutina de la inercia que nos mantiene anestesiados.
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