La tarea no podía haber sido más concreta: 'diseñad una app. Conseguid que la gente la use. Repítase'.
Por el camino, los estudiantes consiguieron que millones de usuarios, en un tiempo récord (algunos en cinco semanas), emplearan y recomendaran a sus contactos estas apps gratuitas diseñadas para funcionar en Facebook. Y, claro, lo que sucede cuando tienes millones de usuarios es que los millones (de dólares) empiezan a brotar desde los anunciantes.
Un par de docenas de estudiantes (que rondaban la veintena) de esa clase se hizo millonario... así como sus profesores - echando abajo, de paso, el precepto de que 'para emprender hace falta dinero'.
Números rápidos:
- Coste de la inversión: casi cero.
- Número de usuarios: millones.
- Tiempo en viralizar esos millones de usuarios: semanas.
- Ingresos subsiguientes por publicidad: 2.500€/día, millones anuales.
- Tiempo empleado de producción (escribir el código de la app): unas cinco (no, no es una errata) horas.
Era indiferente que la app no tuviera muchos aderezos. La consigna de los profesores: 'distribúyanlas rápido y mejórenlas después'.
Tipos de apps: mandar abrazos, besos, peleas de almohadas, votar cuán 'hot' eran sus amigos... Nada particularmente denso.
¿El año?: 2007. ¿El lugar?: Universidad de Stanford.
Algunas de las cositas en las que derivaron estas apps embrionarias: Friend.ly, Buzzeo o Sharethrough.
No, no hace falta dinero necesariamente para empezar una empresa (o para retirarse en un par de años).
Es algo de ingenio...
... y un desprecio absoluto por los paradigmas de los mayores: 'estudia. Escoge una carrera con salida. Apriétate el cinturón toda tu vida. Hipotécate para siempre. Empieza a vivir a los 65 años'.
Va a ser que no. Ya no.
Maravilloso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario