viernes, 4 de abril de 2008

Pareja y Dinero

(Para todos aquellos que deben comenzar de nuevo tras una ruptura destructiva).

Acertar o no en la elección de tu pareja puede ser tan determinante como acertar o no en los socios con los que trabajes en tu empresa.

Pedro, María, Raquel y Tomás eran supervivientes de la guerra. Ninguno de los cuatro tenía nada en este mundo más allá de lo que llevaban puesto cuando esta terminó. Ni siquiera los estudios de bachillerato.

Los cuatro se conocían y eran amigos. Pedro y María se casaron pronto después de esa guerra, al igual que Raquel y Tomás.

Tomás y Raquel se decidieron a ir por su cuenta: empezaron comprando y vendiendo gasolina por bidones para los conductores que comenzaban a circular tímidamente por las derruidas calles y carreteras.

Pedro comenzó a trabajar en una maderera, por cuenta ajena. María limpiaba donde le pudieran pagar algo.

Llegaron los hijos.

Tomás le propuso a Pedro asociarse en su iniciativa. No era mucho dinero en aquel momento, había que trabajar mucho y el jornal no estaba garantizado. Pedro rechazó la invitación y continuó su rutina de 5 de la mañana a 4 de la tarde durante los siguientes 40 años de su vida. Trabajó muy muy duro y ahorró lo que pudo (una cifra bastante razonable en ese tiempo) para que sus hijos lo heredaran. Viajó de vacaciones tres veces, contadas, en su vida.

Tomás y Raquel, por su lado, comenzaron a crecer. Y a los 20 años de trabajo, tenían tanto capital acumulado (valor de la empresa + flujos de caja de la empresa + propiedades inmobiliarias compradas a golpe de ahorro), que habían cubierto las necesidades financieras propias, de sus hijos, de sus nietos y de sus bisnietos.

¿Historias de éxito? Tal vez. ¿Suerte? Bueno: los cuatro se lo trabajaron mucho para llegar allá.

Sin embargo, si Pedro se hubiera asociado a Tomás en aquel entonces, posiblemente los cuatro hubieran sido extremadamente prósperos. Pero, entre otra combinación de factores, la elección entre ellos de sus parejas/esposos/matrimonios determinó buena parte de su situación financiera.

Leo un post de una persona que decía ‘me divorcié, entre otras cosas, porque mi mujer no entendía que yo quisiera emprender, tener mi propia empresa’. Para él, su esposa dinamitaba su misma naturaleza creativa pues ella deseaba una vida casada de ‘marido y nómina para toda la vida’.

Las parejas suelen cambiar con los estadios de la vida, al igual que las necesidades de uno, su sabiduría, su visión de la vida y, sí, la manera en que las personas buscan cómo generar mayor éxito, prosperidad, en sus vidas.

Por ¿amor?, hay personas que castran su iniciativa empresarial. Pero esta nunca se pierde: al final siempre sale por algún lado, en algún momento. Es parte de la pugna por ‘ser uno mismo’ que busca diferenciarse como individuo.

Muchas empresas familiares comienzan por los dos trabajando en la misma iniciativa: crecen, y su éxito queda en casa, en los hijos, en los nietos.

Otras iniciativas se frustran, porque el uno torpedea al otro: impaciencia, falta de fe, de apoyo o, simplemente, incompatibilidad de percepción de lo que, realmente, significa ‘realizarse’ o ‘seguridad’.

La sabiduría popular ya lo dice: ‘llega más rápido el que viaja solo, pero llega más lejos el que va acompañado’.

Si no funciona, sí, es mejor andar solo.

Nunca es tarde para volver a empezar. Nunca.

Bach (divorciado dos veces) decía que ‘si sigues vivo, es porque todavía tienes algo que hacer en este mundo’.

Cada persona, cada individuo, merece su segunda, tercera, cuarta oportunidad de beber cada trago de su vida.

Y solamente nosotros somos dueños de la decisión de dárnosla.

miércoles, 12 de marzo de 2008

¿Envidia? No: Mediocridad

Discusión 'filosófica' con el fisio que me machaca el hombro (secuela de un accidente de tráfico):

Debatíamos acerca de si la envidia es un 'deporte nacional', como dicen algunos, o, simplemente, es consustancial a algunas 'personas humanas' (entrecomillo de un ex-jefe mío, bastante canelo él: va por ti, Miguel).

Mi fisio (por cierto, erudito como pocos y profundo conocedor de los clásicos) y yo llegamos a una especie de consenso:

La ambición es 'buena' (disculpas por la simplificación moral dicotómica), en tanto que estimula al individuo a actuar, hacer lo necesario, para alcanzar lo que desea en la vida. Si ve a otro que ha triunfado en ese mismo objetivo, le ve con un punto de vista constructivo: 'yo también puedo conseguirlo'.

La envidia es, por contra, su antagónica. No solo la persona no actúa para conseguir lo que desea, a lo que aspira, sino que, cuando ve a quien sí lo ha conseguido, le desea que lo pierda. Vaya manera de quemar su vida.

Varsavsky, en su blog, incluye un vídeo en el que se lleva por delante (argumentadamente) a todos esos individuos que le (pre)juzgan como poco más o menos que un anticristo por el sencillo motivo que construye una empresa-la hace crecer-y (si la vende) se forra.

¡Pero si es suya!

Si a eso añadimos el nuevo pecado capital de la riqueza 'obscenamente excesiva' (este Benedicto XVI representa al mayor poseedor de bienes raíces del planeta, ojo), entonces, tal vez deberíamos asumir el destino del entorno social y económico en el que le toque a cada uno nacer y, simplemente, aguantar allí hasta que dejemos de existir.

[[Damasio, un neurólogo excepcional (personalmente me parece más sólido en su 'Looking for Spinoza' que Punset en su 'Viaje a la Felicidad', quien por cierto es prologado por aquel en la versión en inglés), argumenta que el ser humano está programado no solo para subsistir -life preservation-, sino para prosperar y hacer prosperar a otros al darse cuenta hace milenios que la cooperación (acuerdo) lleva más lejos que la competencia (guerra) por los recursos (comida, resguardo, procreación).]]

Vuelta a Varsavsky. Incluyo extracto del comentario que hice a su post (no oculto mis respetos por su labor) que dedica a esos 'mediocres':

...También he recibido, como muchos, por e-mail, en el blog, etc. todo tipo de lindezas como ‘lobo capitalista’, ‘especulador’ (despectivo), ‘te aprovechas de las miserias de los demás’ y otras similares, sin conocer ni saber - supongo que una pequeña porción de lo que tú recibes cada día.

Pero, sí, también es cierto, que cada vez (a veces por necesidad, otras voluntariamente) cada vez en este país nos vamos orientando más a la ‘emprendeduría’. Por fin.

‘Dime con quien andas…’, y, si les hubieras escuchado hace años, jamás estarías aquí en este blog y con tus iniciativas. Serías un currante más, rascando para llegar a fin de mes y, quizás preguntándote ‘¿por qué demonios escuchaste a tanto mediocre diciendote “no, Martín, no vas a poder conseguirlo”‘?

Menos mal, para millones de personas, desde los niños a los que educas, a los clientes que sirves, que no les escuchaste.

A eso lo llaman ‘la soledad del pionero’ - la misma que, con calma, experimenta el escalador cuando llega a la cima… porque no hay nadie más ahí arriba.

Para eso el es primero.

Por tanto, Martín, acostúmbrate a que mucha gente te seguirá viendo desde la cómoda llanura al pie de la montaña, cotilleando entre ellos que ’seguro que la vista desde allí arriba no es tan bonita’, o ‘que suerte tiene, pero seguro que no se lo merece’. Todo excusas perfectas para no-hacer-nada ellos mismos con sus vidas ¿’predestinadas’?.

… pero, sí, Martín, cada vez hay más gente que, también, mira hacia arriba y se dice a sí mismo: ‘yo también puedo’.

Y comienzan a escalar.

Mis respetos por tu ejemplo para demostrar que, ’sí, es posible’ conseguir que una idea flotando en la materia gris puede valer más para la sociedad que los millones en que lo valoran los banqueros de inversiones.

jueves, 28 de febrero de 2008

El ¿‘secreto’? de toda empresa exitosa

Según las estadísticas (ignorando, con permiso, lo de las ‘damn lies’, Wilde dixit), el 25% de las empresas de nueva creación que sobreviven al primer año (crear empresas está chupado; lo divertido es hacer que funcionen) comienza a prosperar tras cuatro años de actividad… entendiendo por ‘prosperar’ el comenzar a hacer dinero...

... mucho dinero.

En EEUU definen al trabajo por cuenta ajena como el ’40x40x40’ (40 horas a la semana durante 40 semanas al año –pocas me parecen – durante 40 años).

Alternativa:
  • Ordena tus finanzas y apriétate el cinturón. (No, no necesitas ese navegador hi-tech para el coche con mapas actualizados de La República de Trakitistan). ((N.B.: no la busques en Wikipedia, aún no existe)).
  • Consigue una idea de moderadamente interesante a buena (si acaso vender gominolas y ositos de gelatina te parece una memez, pregúntale a los hermanos Hans y Paul Riegel que, desde Haribo, en Alemania, venden $2kM anualmente en gominolas). ((N.B.2: Desconozco cuán contento está el gremio de dentistas por allá)).
  • Preséntala de una manera impecable a tus primeros clientes. Gánatelos.
  • Asóciate con un par de personas para conformar un equipo que se complemente (ingeniero-ventas-contable; conceptual-práctico-organizador; asertivo-social-ejecutivo… llámalos como quieras, pero que funcione).
  • Ama tu idea más que a ti mismo, pero ama a tus clientes hasta el punto de querer solventarles un problema – aunque no les conozcas (todavía) de nada.
  • Financiate barato: lo mejor, los FFF: family, friends and fools (familia, amigos y esos locos que creerán en ti, como los chalados -¿seguro?- que invirtieron un día en vender gominolas).
  • Olvídate del equilibrio vida personal-laboral durante un año.
  • Sobrevive ese primer año.
  • Trabájatelo duro tres más. Tienes 25% posibilidades de ganar (las posibilidades de que te toque la loto son del 0,0000071% - y cada vez que la juegas tienes esas mismas opciones).
  • Sé ese 25%.
  • Dos opciones. Una: quédate con la empresa: innova, diversifica, crece. Dos: véndela.
  • Finalmente, al gusto: comparte lo que has aprendido - para que otros crezcan también.

Otro día sigo:

Ahora tengo que ir a comprar gominolas.

lunes, 11 de febrero de 2008

Próximo Seminario: 12 de Abril de 2008 (Madrid)

Algunos de los beneficios del Seminario DEaM:
  • Practica, en un entorno realista y seguro, los mismos pasos que la mayor parte de las personas con éxito han seguido para conseguir su bienestar financiero.
  • Convierte tus propias ideas empresariales en realidad en tu propio tiempo.
  • Conoce las inversiones más conservadoras para hacer crecer esas ideas, con mínimo riesgo y máximo retorno.
  • Descubre en un solo día lo que la mayor parte de las personas con éxito ha aprendido en años... Sin un jefe.
  • Establece contactos de valor con personas con tus mismas motivaciones y objetivos.
Para descargarte el programa de la jornada (.pdf), clic aquí.

viernes, 1 de febrero de 2008

DeaM en PymesyAutonomos.com

Para leer la referencia a 'De Empleado a Millonario' en el post 'Elige tú el motivo', firmado por Óscar (abogado especialista en sociolaboral), clic aquí.


martes, 29 de enero de 2008

¿El Camino Rápido? ¿Existe?

El boom inmobiliario en EEUU (y el que se contagió a la mitad de las sociedades occidentales, España incluida) forma parte de todo ciclo de prácticamente cualquier producto con vida estable en el mercado (como los metales preciosos, los carburantes o ciertos alimentos). Muchos ‘nuevos ricos’ aquí se metieron en seis o siete años de compra en un momento en el que el valor de las propiedades seguía subiendo para luego venderlas antes de que el mercado se saturara o fuera incapaz de absorber más construcción.

Si a eso le añades no uno, sino dos booms seguidos, y lo aderezamos con algo tan indefinible como la codicia (vs. la ambición que debe mover a cualquier humano con ganas de sacarle jugo a la vida), pues ahí tenemos el resultado:

La persona de la calle ve que su vecino se ha forrado comprando barato (o relativamente) y vendiendo caro (o mucho). Amigo, y oye esa dulce vocecita: ‘yo también quiero’.

Así que se acerca al banquero de turno, quien está muy contento por las docenas de hipotecas que atrae en una semana para su sucursal (y su bonus anual) sin casi mover un dedo, y le pide una hipoteca. El Sr. Banquero, muy contento, la concede sin demasiada consideración ante la capacidad de pago del nuevo hipotecado.

Todos tienen fe ciega en el mercado. Está creciendo. El tipo de interés está bajo. Hay euforia: ‘¿te acuerdas del compañero de trabajo de la segunda planta? Se ha forrado con el inmobiliario… y eso que no tiene ni idea’. Ay, de nuevo, sí: ‘yo también quiero’. Como pincha ese pensamiento.

El banquero, no le perdamos, debe seguir repartiendo créditos: ¡eso sí que es negocio! Pero como no puede esperar a que pasen 30 años (o más) a que el hipotecado salde su deuda, pues divide ese papel que dice ‘el Sr. Hipotecado me debe 200.000€ a pagar en 30 años’, en pequeños y cómodos papelitos ('titulizando') y se lo vende a inversores (o fondos), quienes se lo compran al Sr. Banquero por un descuento. Así, todos contentos: el banquero recibe rápidamente la mayor parte de su dinero, sin esperar 30 años, y está ya sacándole brillo para volver a prestarlo; el inversor se lleva una inversión ‘segura, segurísima, sin riesgo’ (cuenta con información muy cuestionable proporcionada por el banquero; o información correcta acerca de la capacidad de pago del hipotecado pero no la considera arriesgada); y el comprador sigue pagando religiosamente esperando a que pueda, tal vez, dar el pelotazo y retirarse. Como le dijeron que hizo también, por cierto, el de la tienda de la esquina.

Pero el mercado manda. Y el mercado sube. Y también baja. El Sr. Hipotecado deja de pagar – por las razones que sean: el interés sube ese medio puntito con el que no contaba; deslocalizan su empresa y su nómina y el resto de préstamos le aprietan... El inversor, por tanto, no cobra. El banquero pierde credibilidad. Y dinero. Y el sistema, basado en una economía especulativa (no real, no orientada a la creación de valor), se va al traste. Los bancos que sobreviven se convierten en inmobiliarias a la fuerza. El precio cae. Se pierde confianza en las empresas. Hay que ahorrar para que no le quiten la casa a nadie. Por tanto, no se compran otros artículos. Las empresas no venden. Como no hay dinero, se despide a parte de la plantilla. Si EEUU estornudaba, Europa se resfriaba. Parece que EEUU apunta ahora a neumonía… pero creo que, esta vez, Europa va a aguantar el tirón. Malos tiempos para el dólar.

Y el inversor experimentado, silencioso, vuelve a comprar. Porque esa casita que costaba tanto hace tres años, por fin, ha bajado de precio.

Y vuelta a empezar.

Buscar incrementar la riqueza individual es bueno. ¿Por qué no? Si se invierte en inmuebles para aumentar el parque de viviendas en alquiler a los colectivos que más lo demandan (y de paso, por fin, contribuir a racionalizar el mercado en España, porque es absolutamente incomprensible para el resto de Europa y para cualquier persona interesada en el asunto), puede uno prosperar aportando un valor al entorno, y no solo a su bolsillo.

Es más lento, pero más constructivo. Aporta valor. Aporta servicio. Y beneficios dinerarios.

Ah, pero ese no es el camino rápido.