Invertimos (¿malgastamos?) ingentes cantidades de tiempo ocupándonos de cosas que nunca sucederán. Peor aún: perdiendo la salud por los '... ¿y si...?' posibles que, sin duda, pueden pasar para cortar una buena racha o un buen momento de la vida.
Hay muchas personas que no solo sienten temor al fracaso... tienen miedo, incluso, al éxito. ¿Y si resulta que es solo temporal?, se dicen; ¿y si todo esto es un sueño?, dudan cuando las cosas parece que van saliendo bien.
Y, en efecto, tan predecible como la gravedad, acaban cayéndose del puente al agua. Aunque estuvieran caminando con arnés, cuerda de seguridad y en una estructura sólida de veinte metros de ancho.
Lo que tememos nos gobierna: es una ley universal. Quítese la vista del objetivo que se persigue, y únicamente hallaremos obstáculos (que los hay/hubo/habrá) para tenernos entretenidos... o para testar cuándo queremos 'de veras, de veras, de veras' aquello que decimos que queremos.
Ocuparse en una meta es crear las circunstancias para que la meta llegue: empleando las acciones que a cada paso están a nuestra disposición - un contacto, una información, una experiencia.
Pre-ocuparse es quemar energía preparándonos mentalmente para algo que, en muchísimos casos, nunca sucederá.
Pero, ¿y si pasa?
(Ah, persistente ese '¿y si?')
Pues se resuelve.
Como siempre hacemos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario