miércoles, 3 de septiembre de 2014

¿'Demasiado' pequeñas, dices?


Este no es el tipo de comentario que suelo hacer, pero hoy lo haré excepcionalmente.

Porque hoy, ciertamente, estoy orgulloso.

Estoy orgulloso cuando una persona, tras trabajar(se) duro en un proceso de coaching o de mentoring en los que me otorga el privilegio de acompañarlo, consigue lo que se propone, pero, lo más importante, porque abre el cofre de los tesoros en el preciso momento en que, quizás por primera vez en su vida, *se da el completo e innegociable permiso* de lograr, de crecer, de luchar por lo que sabe se merece.

He trabajado con más de 800 emprendedores y coaches en Alemania y España en estos últimos años --- pero lo que (me) ha sucedido hoy es, posiblemente, lo más gratificante que he experimentado en mucho, mucho tiempo. Lo llevaré siempre en mi corazón.

Quizás, para algunos, suene banal, pero para todos los demás -- esta es la historia:

Tres niñas aquí en Alemania, de entre 8 y 12 años me pidieron ayuda hace unos días para 'emprender por su cuenta' -- y, tras un par de días de aluvión de ideas, allá que se fueron: a vender su música, a vender una pequeña formación en una coreografía y a vender inspiración.

A la calle.

Bajo la lluvia.

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El primer día fueron ridiculizadas -- incluso por otras niñas que pasaban por delante.

Volvieron a casa exhaustas, decepcionadas. Y con los bolsillos vacíos.

Pero continuaron.

Al segundo día un tipo comemi*rda se burló de ellas, haciendo el ademán de pedir una hamburguesa como si estuviera en un McAuto. [Al principio, admito que cuando oí esto me encabr*né: pocas cosas me j*den más que ver a un 'fuerte' intentar aplastar a la semilla antes de que germine. Pero al ver la resistencia de las niñas ante la burla me tragué la bilis. Lección para mí].

Y a pesar del comemi*rda, continuaron.

Al tercer día ganaron 27 céntimos de euro. 

Desalentadas, por la tarde rediseñaron no obstante el concepto para el día siguiente -- quizás dándole la vuelta a un par de ideas podrían tener más tirón.

Al cuarto día ganaron 50 céntimos.

Volvieron a la mesa de diseño: tocaba mantener la oferta, cambiar la localización. Las otras niñas -que hacía unos días se burlaban- ahora querían unirse a las pequeñas emprendedoras: veían el potencial de la idea. Las tres primero dijeron que sí; después las botaron por 'no tener constancia'. [Segunda lección de vida -- y, sí, boquiabierto.]

Llegó el quinto día. Consiguieron un euro.

Pero hoy, en el sexto día, han logrado 21 euros [y tres helados gratis!]. En términos de inversión, estamos hablando de un crecimiento de un 21.000% en retorno -- aportando simultáneamente un valor a su sociedad. 

La cara que traían era absolutamente extática. Brillaban a distancia por el orgullo en la gesta de ganar 21 euros en un par de horas. [Quienes piensen que no es tanto: equivale a un salario mensual de 1.800€].

Y no tienen ninguna intención de detenerse.

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Cuando alguien emprende un proyecto que tiene grabado a fuego en la frente, si no vamos a ponernos detrás para ayudar a empujarlo, mejor quitarnos de delante -- antes de que nos arrolle.

Tres niñas de entre 8 y 12 años así lo ven. Y así de claro.

Sí -- estoy muy muy orgulloso de ellas. 

Amo este trabajo ;)



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