viernes, 11 de diciembre de 2009

De la DPO a la DPM

La Dirección por Objetivos (o Management by Objectives) palidece ante la nada despreciable influencia de la Dirección por Miedo, algo que veo en uno de mis clientes y que, ciertamente, me inquieta.

A pesar de que soy firme defensor de las redes de freelances autónomos en las empresas (sé que a los sindicalistas esto les sonará aberrante, pero este tipo de asociaciones en el trabajo no las he inventado yo; más bien en este caso hago de cronista de las tendencias que estamos viendo – y el mercado manda), me parece todavía increíble (uno nunca acaba de sorprenderse) como se emplean los contratos mercantiles para encubrir relaciones laborales... por ende abusivas.

Un ejemplo: una red de consultores financieros es despedida (la crisis, la crisis) y recontratada con contrato de servicios (relación mercantil). Los consultores de la red comprometen con este cliente A una serie de horas a la semana de trabajo (26 particularmente, perfectamente estructuradas con horarios y días concretos).

Hasta aquí, bien – durante los primeros 4 meses.

Sin embargo, se les acaba de notificar que deben (repito, deben) asistir a un evento social en el que el CEO del cliente A va a estar presente. 'Desafortunadamente', responden, 'no podemos atender, pues tenemos un compromiso con otro cliente (B) con el cual ya habíamos acordado unas horas fuera del compromiso que teníamos con vosotros (A)'.

Demonios, uno se dirá, uno tiene derecho a hacer lo que le venga en gana fuera del horario comprometido con un cliente, ¿no?.

No.

De facto han sido amenazados con la resolución del contrato (una especie de despido) en el caso de no atender al evento de A en cuestión.

Dilema: ¿quedan mal – o pierden el contrato - con el cliente B con el que tenían el compromiso partiendo de la información de horarios disponibles con A o, por el contrario, dinamitan su relación con el cliente A quien, claramente, está ejerciendo un abuso de fuerza (y, previsiblemente, actuando en fraude de ley por encubrir una relación laboral de facto?)

Remache: 'deberíais estar agradecidos de que estemos contratando vuestros servicios', A dixit.

Inquietante.

Al final ¿tendrán razón quienes abogan por el miedo como factor primario de motivación efectiva en un entorno de trabajo?

Los individuos tienden a replicar lo que a) les funciona y/o b) les proporciona placer - somos así de rudimentarios. Y como estas empresas están gestionadas por individuos, luego no es de extrañar que se destapen tantos casos de jefes o relaciones laborales tóxicas.

1 comentario:

  1. No es inquietante, es que nunca debes dejar que un cliente te genere más del 30% de tu facturación.

    (Ojo, un mes puede que solo le factures a un cliente; siempre hablo a lo largo de un año, y teniendo en cuenta que si quieres ser autónomo de verdad tienes que tener al menos un año de pasta en el banco, y estar dispuesto a gastártelo)

    Si dejas que un cliente controle más del 30% de tu facturación terminas siendo un empleado (encubierto) de él; y salvo que sea una muy buena persona, puede tener tentación de hacer uso de su poder de negociación en tu contra.

    Personalmente me ha pasado un caso relacionado con el tema: un cliente que ha comenzado a poner clausulas abusivas a un contrato ya negociado, y que comencé a ejecutar sin cobrar un porcentaje previo (no se lo hago a nadie, lo hice con ellos porque trabajé para ellos como empleado y tenía una muy alta consideración de ellos. Error. Basta con que hagas una excepción para que te la cuelen por la escuadra). Hay cambio de persona de contacto (se fue mi interlocutor a otra empresa), los correos de "no te preocupes, arranca el trabajo ya, pase lo que pase cobrarás lo trabajado" quedaron olvidados, y el nuevo "interlocutor" decide negociación posicional dura, a apretarme las clavijas y sacarme los ojos con clausulas distintas de lo negociado originalmente y cada vez más abusivas.

    El hecho de tener más de un cliente, de tener fondos suficientes para maniobrar, y de no dejar que nadie me controle la facturación me permitió levantarme de la mesa de negociaciones.

    Un mes de trabajo perdido, pero no me meto en un proyecto que con las condiciones "nuevas" me forzaría a hacer lo que mi cliente quisiera, como y cuando quisiera, durante un año, por cuatro duros; y me habría dejado tocadísimo con un mínimo de mala fe que hubiera por parte de mi cliente.

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