martes, 1 de mayo de 2007

Gracias a vosotros.

Extracto de dos de los emails de lectores que vengo recibiendo estos meses.

Esto es lo que, de veras, le da alegrías a uno en la vida. Si al amanecer no intentamos aportar algo de valor a alguien, posiblemente ese día haya sido un gasto perdido.

No hay dinero que pueda pagarlo.

Gracias a vosotros.


'... he leído tu libro, y simplemente quería decirte una sola cosa, que en ocasiones significa mucho más que diez palabras: GRACIAS'.

'... lei el libro y me gusto mucho, muchisimo. Hace poco que lei el de (omito) y pense que iba a tardar en encontrar uno igual pero este me impacto mas...'

(Esta es una opinión en la web de una conocida librería) 'Lectura rápida, muy conciso, práctico, entretenido. Refleja por escrito lo que muchos pensamos cada dí­a al ir a trabajar... "sacude en la cabeza" al lector para que deje de dormirse en los laureles...'

Toda excusa es buena... e inútil.

Fin de la II Guerra Mundial.

Casi toda su familia aniquilada, absolutamente solas ella y su bebé durante años huyendo en los bosques de centroeuropa, ella se fue con apenas 24 años a aquel inhóspito país. Allá tuvo la fortuna de encontrar a otro hermano que también sobrevivió a la barbarie nazi y a un marido el cual creía muerto durante casi cuatro años.

Todos compartían habitación por aquel entonces en 1947, no un apartamento completo, mientras se las veían para poder llegar al final del día con algo en el estómago.

Y el hambre dolía. Y dolía tanto que solo les quedaba tiempo para actuar. Eso de 'lamentarse' por su situación no les daría nunca de comer.

Consiguieron ahorrar para comprar unos bidones de metal. Se les ocurrió llenarlos de gasolina y revenderla a los conductores que circulaban por las aún no pavimentadas calles de aquella ciudad agujereada por las bombas.

Consiguieron ahorrar a base de una vida espartana y se compraron una pequeña furgoneta destartalada para conducir a otros trabajadores a pavimentar las nuevas carreteras.

Siguieron ahorrando y compraron un pequeño terreno, donde plantaron la que sería su primera gasolinera. Y contrataron a su primer empleado.

A base de más trabajo, mayor austeridad, madrugones y perseverancia, siguieron creciendo y construyeron un edificio en el terreno contiguo a la gasolinera, que también adquirieron.

Y siguieron siendo espartanos en sus gastos. Siguieron sus madrugones. Sus duras jornadas.

Pero prosperaron.

Y compraron casas, y pisos, y más casas.

¿Codicia? No. Porque, como ella decía a sus hijos: 'nosotros ya pasamos hambre. Vosotros nunca la pasaréis'.

Ni ellos. Ni sus nietos. Ni sus bisnietos.

Ellos lo consiguieron. Sin Escuelas de Negocio. Sin oposiciones. Sin masters. Sin planes de negocio.
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Ambos ya descansan para siempre.

Y eran de mi familia.

A veces me pregunto por qué somos tan buenos inventándonos excusas para no prosperar: 'no puedo', 'no sé', 'es tarde', 'es pronto'.

A ellos se les agotaron. No les quedaba otra opción que crecer. Para que nunca más, nadie más, les quitara nada. Para no volver a pasar hambre.

Solo cuando crecieron y tuvieron dinero, se ganaron el respeto de los mismos que décadas antes intentaron aniquilarlos.

Así es la vida. Quéjate si quieres.

O actúa.
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Nuestro recuerdo está con ellos.

A Syma y Shie, con nuestro respeto y amor.

Descansen en Paz.

sábado, 28 de abril de 2007

jueves, 26 de abril de 2007

'El fin (inmobiliario) está cerca'

Yo creo que no.

Caída de valores inmobiliarios (el día p-e-r-f-e-c-t-o para tomar posiciones en esos valores, no hay nada como ir contracorriente cuando hay pánico en el parquet), batacazo, susto y los medios (no) especializados augurando el fin del mundo.

No es para tanto.

Es cierto que alguien ha perdido muchísimo dinero en apenas una semana, pero la incidencia sobre el sector no va a ser tan grave.

Primero, porque es diferente el análisis fundamental del técnico de esas acciones. Mientras aquel (sin casos de corrupción/malversación/gestión incompetente a lo Enron) parece por ahora saludable, aunque es cierto que el incremento de los precios inmobiliarios se va suavizando (señores, economía de mercado, ergo, cíclica. O sea, sube y baja. Este día tenía -tiene- que llegar, no lo duden); el segundo es uno de los incontables vaivenes que se producen cada día en miles de títulos a raíz de noticias, rumores, suposiciones, datos publicados, etc.

O sea, que también todo lo que baja volverá a subir.

Particularmente, prefiero las inversiones a largo plazo: comprar y aguantar. Ya he probado fortuna jugando a la lotería hace años y, ni comprando el décimo de Navidad en Sort, he podido conseguir más que el reintegro (que es perder en términos reales unos centimillos). Sin problema. Lo mío es invertir a largo. Comprar poco y bien. Vender menos y mejor. Y es lo que recomiendo para los que siguen trabajando por cuenta ajena mientras deciden optimizar su tiempo libre en generar otras fuentes de ingresos. Naturalmente, si se pretende ser inversor profesional, el tiempo exigido es mayor para adquirir experiencia y asumir mayores riesgos... para unos réditos mayores.

En suma, que los que esté comprando hoy propiedades sólidas (no a través de fondos inmobiliarios), que no esperen una revalorización del 15%-17% de media como en los últimos años, sino que, si es que realmente les vale la pena comprar (ojito con las subidas que vienen del Euribor), busquen cómo van a colocar el inmueble en el parque de propiedades en alquiler, se aseguren el mínimo de apalancamiento y el máximo de flujo de caja positivo una vez deducidos deuda financiera, impuestos, notarios, mantenimientos, comunidad, etc. Por ejemplo: piso en alquiler al lado de una universidad.

Si la inversión mensualmente no da algo claramente >0 (o sea, positivo), no tiren su dinero: sigan buscando esa propiedad. Con millones de inmuebles en España, es cuestión de tiempo encontrar 'el chollo del siglo'.

Quizás esta misma semana.

lunes, 23 de abril de 2007

¿Tan 'malo' es especular?

Es curioso esto del lenguaje, cómo lo que uno dice es la manera en que acaba pensando... y viceversa.

Según la RAE, la acepción de especular incluye los siguientes matices dignos del más rancio juicio de valor:

  • Efectuar operaciones comerciales o financieras, con la esperanza de obtener beneficios basados en las variaciones de los precios o de los cambios. Usados más en sentido peyorativo. (La negrita es mía) ¿Acaso debería venir siempre con el epíteto 'sucio'?: 'Eres un sucio especulador', por ejemplo.
  • Procurar provecho o ganancia fuera del tráfico mercantil. (¿'Fuera'? Suena a ilegal)

¿Por qué las palabras 'empresario', 'dinero', 'rico', etc. tienen esa connotación tan negativa?

Hablando con el jefe de una consultora cliente, me decía que la explicación radicaba (de nuevo) en la educación recibida en este país, en contraposición a la anglosajona. Me argumentaba que el motivo principal, por mucho que disguste a propios y extraños, nacía de la concepción tan diferente de dos cristianismos que tanto han marcado nuestra cultura, sociedad, esquema de valores y sistema legal: El católico, propio del sur de Europa; y el protestantismo, más extendido en EEUU.

Mientras que el primero penaliza la usura ('no se puede servir a Dios y al dinero', o 'déjalo todo y sígueme'), la segunda considera el dinero como un justo premio al duro esfuerzo y trabajo al arriesgar y emprender (véase la parábola de los talentos, o la interpretación del Génesis por la que, al concluir la Creación, 'Y Dios vió que todo lo que hizo era bueno'. Ese 'todo' incluye el dinero, claro).

No soy particularmente religioso, pero parece válido como parte del enfoque.

Cada semana sigue habiendo manifestaciones 'contra' el rico, el especulador, el empresario, el terrateniente, el propietario.

Me recuerda a la mediocridad de la que ya hablamos.

Manifestarse es fácil, muy fácil.

El mundo ha sido, es, y será siempre injusto. Lo cual no quita para que hagamos algo por que busquemos una mayor prosperidad para todos. Por tanto, buscando las maneras de 'igualarnos' por arriba (tener el máximo número de personas la mayor cantidad de riqueza), en lugar de 'igualizarnos' por abajo (condenar al empresario y quitarle las propiedades y distribuirlas entre los demás sin mayor reflexión).

La solidaridad es necesaria, qué duda cabe (en el libro lo llamamos Prosperidad Compartida). Pero la solidaridad (entendida solo como una distribución de recursos) es finita.

El reto es formar, informar, apoyar, estimular la capacidad emprendedora de la gente para que puedan crear (y ayudar a crear a su vez) riqueza para el mayor número de personas posibles.

Eso sí que podría ayudar a erradicar las penurias causadas por (la falta de) el dinero.

viernes, 20 de abril de 2007

Educación, Inteligencia y Dinero

Ayer terminó el bombardeo de preguntas al Sr. Rajoy quien posiblemente se diera cuenta de que un elevado contenido de las mismas se centraban en... lo mismo que le consultaron al Sr. Zapatero hace unas semanas; a saber: vivienda, educación, pensiones, salarios.

En otras palabras, dinero para la vivienda, educación para ganar dinero el día de mañana, cantidad de dinero para vivir procedente de salarios o pensiones.

Dinero, dinero, dinero, dinero. Cuántos de esos problemas reales que acucian al ciudadano medio realmente ocultan una preocupación más significativa:

Necesito (o quiero) más dinero.

Muchas de esas personas dan por sentado que una empresa debe contratarles indefinidamente para pagarles. Que el Estado debe contratarles vitaliciamente para sostenerlos. Que deben buscar toda su vida a alguien que les sufrague la existencia a cambio de su tiempo y/o esfuerzo.

¿Acaso nuestro sistema educativo genera dependientes?

Por otro lado, también es noticia otra vuelta de tuerca al sistema educativo: dentro de poco, a este paso, se podrá pasar curso sin aprobar ni una...

Ahora bien, si la educación debe preparnos para la vida (sea para ser ciudadanos o productores, está abierto a debate), ¿lo realmente importante es 'aprobar'?

¿La educación fomenta adecuadamente el desarrollo de la inteligencia?

Tras haber discutido sobre este tema con unos cuantos clientes, me encuentro con que la definición de inteligencia no halla criterios uniformes de aceptación: se puede tener inteligencia matemática, inteligencia espacial, inteligencia memorística, etc. Algunos nacen con una u otra más desarrollada. Otros consiguen expandirla a través de los estudios, ejercicios, etc.

Y, a pesar de tantas inteligencias, hay infinidad de personas extremadamente talentosas que se las ven para siquiera prosperar levemente en su vida. Por cada persona realmente con talento en las empresas, hay diez que viven del cuento. Y de lo que produce ese uno.

Tal vez, además de tantas asignaturas como hay en los planes de estudios, sea necesario ahondar en la única inteligencia que sobrevive cuando el resto de fórmulas matemáticas, capitales de países asiáticos, poetas románticos y ejercicios de genética con guisantes lisos o arrugados se nos han olvidado:

La Inteligencia Para la Vida. Aquella en la que nos podemos apoyar siempre, independientemente de la circunstancia o lugar en la que nos hallemos.

¿Qué es la inteligencia para la vida (IPV)? Aquella que nos permite ser, sencillamente, más prácticos (y, posiblemente, más felices) al servirnos para responder de manera efectiva a los entornos y circunstancias a los que somos expuestos en cada uno de nuestros días.

¿Qué es, si no eso, el éxito?

Por ejemplo, si tenemos miedo a algo, la IPV nos empuja a reducir la incertidumbre buscando información. A controlar ese miedo, a canalizarlo.

Si necesitamos libertad (ergo, dinero para comprar nuestro tiempo), la IPV nos ayuda a identificar oportunidades de negocio para crear valor para una sociedad a cambio de dinero... mediante la empatía, confianza en el saber crear estructuras de negocio (aspectos legales, fiscales...), liderazgo para atraer buenos equipos, la perseverancia; la filantropía para compartir el éxito.

La IPV es la única de todas las inteligencias realmente práctica. Y que no se olvida. La que más capacita en la vida.

Es, además, la única que sigue sin enseñarse en el aula.

Aunque sea perfectamente enseñable.