El tipo llevaba años confundiéndose y confundido consigo mismo.
Resultaba que no acababa de encontrar 'aquello' para lo que se supone y creía que había nacido. Cambió de trabajo, de amigos, de parejas, de ciudades, de estilo de vestir, y seguía perdido.
Pero no: no estaba descontento - bien al contrario. Aunque no le apeteciera hacer lo que hacía laboralmente hablando, la realidad es que entraba con cierta facilidad en estados de 'fluir', como enunció magistralmente Csikszentmihalyi. Leyó, por cierto, a este tipo y se dió cuenta de que tenía una personalidad autotélica (una infrecuente habilidad de marcarse uno sus propios objetivos, de aprovechar el tiempo simultáneamente, de mimetizarse con su realidad, de fluir), la cual chocaba con su alrededor: todo el mundo corría (a ningún sitio), luchaba (uno contra otro), competía (todos para conseguir lo mismo). Y le trataban como a un bicho raro... a veces incluso se burlaban de su calma los mismos que iban en manada como pollos sin cabeza.
Se le tachaba de incomprendido... incluso de que no tuviera ni idea de lo que quería hacer con su vida. Para él era paradójico: no es que le diera igual lo que hiciera... sino que de hecho, disfrutaba de cualquiera fuere la actividad en la que estuviera inmerso. Y de nuevo, la gente de su alrededor le tachaba de inconstante, de mostrarse falto de rigor, de ser un inmaduro.
Finalmente, tuvo una epifanía... meses después de pasar por una pérdida personal durísima. Nada exótico: fue en el Metro.
No: no estaba equivocado. Se dió cuenta de que había sido bendecido con la capacidad de planificarse un mejor futuro... mientras se emborrachaba de cada experiencia presente, de cada segundo que vivía - aunque fuera (según los estándares de otro, claro) algo considerado como 'desagradable' o inferior a lo que 'se esperaba' de él.
Su coach le dijo que eso mismo que vivía se llama 'resiliency', lo cual traduciría (libremente y parafraseando a Patton) como 'la capacidad de rebotar de un fracaso y llegar más alto que antes del golpe'.
Qué sencillo puede resultar en ocasiones cambiar la realidad de uno - si tan solo uno decide reenfocar o cambiar de cornisa desde la que mira su paisaje.
Prodigioso esto del transporte público.
No hay comentarios:
Publicar un comentario