jueves, 21 de mayo de 2009

Homo Sapiens Alpha

Estuvo gracioso. Hace un par de días, yendo a ver a un cliente, paré a comer un sandwich en Delina's (me sigue pareciendo caro, si bien preparan los mejores de Madrid para mi gusto), al lado de la Torre Picasso, en el centro financiero de la capital.

Como quiera que me sobraban unos cuantos minutos (la vena germana a veces le pierde a uno), me puse a contemplar con mi sandwich de atún, apio y nueces a los ejecutivos y ejecutivas, agresivos y agresivas, que se arremolinaban alrededor de la fuente que hay al pie de la Torre.

Fue divertido.

Divertido porque yo era uno de ellos hace... buf... 15 años aprox.
Divertido porque los machos-alfa ponían cara de... machos-alfa (algo así como 'mira qué gafas de sol más molonas llevo, mira qué molón soy. No me mires mucho que me gasto. Tsch, cuidadín conmigo, socio').
Los machos-beta (versión un punto inferior), intentando poner la misma cara de los homínidos del escalón superior, si bien con los labios más fruncidos si cabe. Y gafas de sol, de veras que sí, muy molonas.

Por su parte, las hembras-alfa ponían la misma cara que sus compañeros machos-alfa. (No sé quien fue el genio que anticipó que la feminización de las empresas humanizaría las corporaciones: qué demonios tendrá que ver el sexo de los directivos con la cultura organizativa de sus equipos).
Y las hembras beta, en fin, por lo menos se daban el respiro de sonreir de vez en cuando.

Todos, por supuesto, impecablemente vestidos.

Todos con una pose estudiada. Una seguridad imponente. Una insolencia del que se sabe con una gran empresa en su tarjeta de visita.

Todos guapos, altos, listos, sobradamente preparados.

Todos...

... con un jefe.

________

En efecto, yo estuve ahí hace unos años. Era de esa estirpe de 'ejecutivos' (lo único que nos dejaban 'ejecutar' solitos era el PowerPoint). Y ahora me parece tan tan tan lejana esa época.

Fue interesante, no obstante.

Fue interesante especular acerca de cuántos de ellos habrán sido despedidos, al menos una vez, antes de los 40.

Cuántos de ellos se darán cuenta de que esta milonga de 'el escalafón jerárquico' sirve (más o menos) durante el período de tiempo en el que se dan cuenta que no satisface su más hondo talento. Si es que alguna vez les da tiempo a sentirlo.

Que el dinero compra su tiempo en una oficina a las 10 de la noche de un viernes. Pero no su compromiso. Ni su 'alineación con los objetivos estratégicos de la empresa'.

Que ese dinero (nómina) sabotea la capacidad de decidir algo tan básico como decirle 'no' con respeto a un jefe que acaba de decir una insensatez sin miedo a ser reprendido.

¿Acaso hay tanto talento desperdiciado? ¿Habrá entre tantos alfas y betas, algún omega al que le ebulla la sangre por crear el siguiente Google, el siguiente Adidas, el siguiente Banco Grameen?

_____________

Volveré dentro de otros 10 años.

Quién sabe: a lo mejor me encuentro a alguien, vestido de paisano, de unos 40 años, comiéndose un sandwich del Delina's mientras contempla a la gente alrededor de la fuente.

Y sonriendo.

Será divertido.

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