lunes, 8 de abril de 2013

Capítulo 53

Este es el capítulo 53 del libro que sacamos en mayo. Está descartado (ya no cabía!), así que lo dejo aquí como regalo (hace poco fue mi cumpleaños ;) )
 
Éxitos!
 
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La vida que vivimos es un perfecto compendio de dos realidades: lo que queremos y lo que no-queremos.
 
Lo interesante es que ambas las hemos creado, en gran parte, nosotros mismos.
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Algunos dicen que 'atraemos' lo que nos sucede... cuando, de hecho, es al revés: somos nosotros los que 'nos atraemos' a aquellas circunstancias, personas, eventos, trabajos, relaciones, ¿coincidencias? que nos acontecen cada día.
 
El mecanismo es sencillo:
 
- El 95% de nuestros pensamientos son automatizados – esto es, inconscientes, sin control. La naturaleza es eficiente: cuanto menos 'pensamos', menos energía (glucosa) consumimos.
 
- Estos pensamientos no-racionales nacen de lo más hondo de nuestra estructura de creencias personales: 'merezco', 'me falta', 'siento', 'persigo', 'añoro', 'consigo'..., es decir, un compendio de lo que creemos que hemos de esperar, pedir (o salir a buscar) a/de la Vida y que nos susurramos con una rapidez fulminante -- tanto, que pasa desapercibida delante de las narices de nuestro yo consciente. Y es aquí cuando nos metemos goles a nosotros mismos.
 
- Cada cosa que nos sucede, cada día, usamos (¡nos usan!) esas creencias y actuamos acorde a ellas: nos callamos cuando nos mal-habla el dependiente ('soy educado'), nos avergonzamos cuando alaban nuestra labor ('ha sido suerte'), negociamos a la baja un salario ('no merezco más', 'hay otros mejor cualificados').
 
- Desde ese inconsciente (es decir, involuntariamente), buscamos siempre, siempre 'tener razón'; esto es, que lo que pensamos (en nuestra mente, interno) sea coherente con nuestra realidad (externa). Por tanto, si pensáramos que 'la vida es una mi***a', entonces comenzaríamos a actuar 'como si', la vida fuera, en efecto, un excremento de ñu (somos hostiles con otras personas, consideramos a nuestro trabajo una carga divina, faltamos al respeto a nuestro propio cuerpo y mente, cebamos con esteroides a nuestros demonios mentales...) y... voilà, la vida nos devuelve con el tiempo, precisamente, eso – estiércol: trabajos sin sentido, relaciones destructivas, vivir añorando una existencia que, por algún extraño motivo, hemos decidido no abordar. En suma, 'nos atraemos' a nosotros mismos a lo que denominamos mal-estar.
 
Para las 'víctimas profesionales', esto es un problema: la cortina ha caído y se han encendido las luces. Quizás sigan intentando jugar a un juego en el que ya nadie más a su alrededor cree. Ya no queda otra que agarrar las bridas.
 
Para los demás, para los que están innegociablemente decididos a conseguir un cambio con sentido, hay un mecanismo de 'inversión de creencias' igualmente sencillo – pero solo si se está demoledoramente determinado a cambiar nuestro subconsciente. Con dos.
 
Nuestro subconsciente funciona con hábitos, y los hábitos son extremadamente difíciles de erradicar. Y, si es difícil, es más tentador desistir por el camino. Por eso, en lugar de eliminar esas creencias, es mucho más sencillo sustituirlas por otras que nos sean más útiles. Recordemos: la Naturaleza es manirrota y solo consume la energía estrictamente necesaria, sea para hacer germinar una semilla o para levantar un huracán de nivel 5. Nuestro cerebro no es una excepción: sustituir una creencia es más eficiente que erradicarla o luchar contra ella – lo segundo dejaría un vacío que, a falta de algo mejor, volvería a re-llenarse con, precisamente, ese hábito que estamos intentando quitar.

El proceso:
 
1) 'Baje' de su inconsciente a su consciente esas creencias que le menoscaban: en otras palabras, manténgase presente en su día a día, escuche los mensajes con los que usted se anima o machaca su propia voluntad de llevar adelante sus proyectos de vida. Haga esos mensajes presentes. Escríbalos. No los juzgue ni se castigue por su negatividad cuando la encuentre: pronto tendrá tiempo de darles, primero las gracias, y después la patada. Suficiente in-servicio le han prestado hasta ahora. Preste atención durante tres semanas, día sí, día también. No les voy a engañar: es extenuante... pero el premio lo merece: a fin de cuentas, están re-programando, re-configurando el software en su cerebro. Su versión 2.0.
 
2) Sustituya esas aseveraciones que ha escrito por su contrario, en positivo: 'es difícil' por 'soy capaz'; 'no me aman' por 'merezco aprecio'; 'no tengo dinero' por 'identifico oportunidades de éxito allá donde miro'. Está usted moviéndose en su plano consciente -- aún.
 
3) Ahora comience a automatizar esas nuevas creencias. Para ello, no hay otra: lávese su propio cerebro (si no, alguien lo hará por usted con lo que les convenga a ellos). Repítaselas una y otra y otra vez durante cada día, cada hora, cada minuto – sobre todo cuando le entren de nuevo las dudas (los hábitos, de uno u otro color, se agarran como lapas). Escriba post-its en el espejo del baño, el salpicadero del coche, la pantalla del móvil. Debe taladrarlas a fuego en su cerebro; malos tiempos para los impacientes que ansíen el atajo rápido tras depositar la moneda en la máquina. Lo que les propongo puede llevar años – si no una vida entera. Hay zarzas que llevan ahí desde que éramos críos, gracias; pero ya ha llegado el momento de la siega.
 
4) Antes de que se den cuenta, esas creencias 'inversas' estarán tan grabadas en los cables de su cerebro, que ante los mismos eventos de hace meses o años, ahora la primera opción que vendrá a su mente es 'cómo puedo obtener mayor éxito, mayor bienestar, para mí y para mi entorno en esta situación (pues 'lo merezco')' en lugar de ese tiro en el pie que le pegaba su antigua creencia (no queramos recordarla: siempre estará ahí esperando una segunda oportunidad).
 
Ese será el momento en que su nueva creencia ya estará comenzando a ser usada. Y, cuanto más sea usada, más arraigará en su subconsciente. Y cuando más se afiance en su subconsciente, más buscará usted que su realidad mimetice la idea mental que usted tiene de ella: enfocará su atención a metas, aprecio, logro, recursos, soluciones, opciones, alternativas. Éxito, en suma, como quiera que usted lo conciba.
 
Cuando se detenga en unos meses a observar su nueva realidad, verá que esta, simplemente, continúa reflejando su (nuevo) modo de pensar.
 
Como siempre ha sido.
 
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