Mientras escribo, todo el mundo está pendiente de una pantalla de televisión, viendo las consecuencias de la triple tragedia que se está desenvolviendo en Japón.
Hablaba con una amiga científico (la verdad, la primera y última vez que estudié algo de energía nuclear fue para un proyecto en la escuela secundaria) quien me decía, poco más o menos, que había varios escenarios posibles. El peor que, por lo que vemos, no es tan osado, pasa por una contaminación radiactiva de mayor o menor nivel - a escala global.
Las noticias son confusas, contradictorias, pero ahí está Chernobil: 13 países de Europa Oriental afectados entonces. Ahora el mundo está aún más globalizado, esto es, lo que no llegue por vía aérea o corriente marina, llegará gracias a la libre circulación de personas y mercancías.
Uno se pregunta cómo podemos los humanos ser tan arrogantes.
O tan codiciosos: los especuladores financieros asaltando el Yen mientras el país entero ni siquiera ha terminado de recibir el golpe.
O tan codiciosos: los especuladores financieros asaltando el Yen mientras el país entero ni siquiera ha terminado de recibir el golpe.
Creemos que podemos controlar la naturaleza, y la naturaleza elimina millares de vidas con un pequeño ademán.
Creemos, a veces, que en el mundo debe (?) prevalecer 'el/lo bueno' cuando, la realidad, es que el mundo gira completamente indiferente a lo que hagamos... salvo cuando jugamos a modificar sus reglas. Creamos una fuerza devastadora que buscamos enlatar en cómodos voltios que nuestra sociedad-termita (7 mil millones somos, y creciendo) devora en ordenadores, pantallas planas, videojuegos y móviles. Qué caro, y no me refiero al dinero, nos está saliendo esta sociedad desarrollada que nos hemos inventado.
Nos burlamos de los aborígenes, de los nativos, de las tribus... cuando ellos parecen entender que somos parte de un mundo en el que integrarnos - no al que debamos intentar someter. Y menos así.
Nos burlamos de los aborígenes, de los nativos, de las tribus... cuando ellos parecen entender que somos parte de un mundo en el que integrarnos - no al que debamos intentar someter. Y menos así.
Nuestro mayor coraje al pueblo japonés.
Nuestros mejores deseos para todos los que respiramos.
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