viernes, 23 de diciembre de 2011

5:03

¿Apenas cinco minutos podrían resumir la fugaz eternidad que alguien experimenta cuando mira a su propio fin a los ojos y, de repente, una nueva vida le es regalada?

Ric Elias, superviviente de un accidente de avión, lo demuestra.

Con mis mejores deseos para los amigos que están, los que fueron y los que serán; los colegas que marcharon, los que son, y los que aparecerán; y para todos los que sospechan, con razón, que vivimos momentos para desperezarnos y levantar la vista más allá del horizonte.

Que reciban, como quiera que conciban estas fechas, todo lo mejor.


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