sábado, 20 de noviembre de 2010

La Educación del Futuro... ya está(ba) aquí

Hablábamos hace unos días de la importancia de cambiar determinados paradigmas, sobre todo asociados a la educación.

Además del sistema pedagógico Waldorf, estuve viendo una escuela en Holanda, Wittering (aquí el enlace), que, desde luego, no deja indiferente.

Algunas cápsulas que resumen la idiosincrasia de esta escuela:
  • No hay asignaturas; se trabaja cada año con ocho conceptos complejos (por ejemplo, la energía, el poder, el crecimiento... en todas sus vertientes y enfoques: científico, social, económico, político, artístico...) en clases conjuntas que comprenden edades entre los 4 y los 12 años.
  • Los niños deciden (!) cada día lo que van a hacer, lo planifican, y se hacen responsables de que eso se lleve a cabo. El profesor actúa solo de catalizador del proceso de aprendizaje diario - orienta, pero no coarta o dinamita la expresión natural del aprendizaje del chaval. (Si desde pequeñitos nos inculcan el hacernos responsables, ¿qué excusa nos queda como adultos para echar la culpa a otros de lo que nos acontece: la crisis, mi pareja, mi jefe, mi compañero, el charcutero... ¿Se imaginan cuántos problemas se evitarían si cada uno fuera responsable de qué hacer con su tiempo (libre) en lugar de 'sentirse solo' o angustiarse porque no queda más remedio que 'estar con uno mismo', una de las tentaciones principales para iniciar hábitos tóxicos... o una depresión?)
  • Naturalmente, hay un núcleo duro de aprendizaje: lectura, escritura, cálculo... que el profesor asegura que se cubra... pero aprovechando el fluir de la clase - la cual trabaja, sin supervisión alguna, interactuando y cooperando entre ellos.
  • Busca desarrollar los talentos naturales (genéticos) de cada alumno... en lugar de forzar a aprender cosas que, simplemente, no vienen de fábrica... o, por el contrario, tapando o infradesarrollando las habilidades innatas del chaval. Ya conocen el dicho de Recursos Humanos: 'es más fácil contratar a una ardilla que enseñar a un pollo a subir árboles'.
  • Los educadores no son solo profesores, son pedagogos especialistas en ciencias, artes, tecnología... y van rotando en su propio desarrollo y aprendizaje.
  • Tienen una regla muy estricta: cuando un niño está en flow (fluyendo con su experiencia, aprendizaje, cuando se ve que está completamente enchufado e inmerso en su aprendizaje) no se le interrumpe... ¡nunca!: es uno de los indicadores más fidedignos (el gesto en la cara de enfoque que tiene el chaval), que sus enlaces neuronales (o sea, aprendizajes) están, en ese instante, a plena máquina. Quitémosnos de enmedio, no molestemos.
  • Esto les va a encantar: no hay examenes. No tienen notas, sino certificados de progreso en relación a lo que el propio chaval (¿acaso no somos todos únicos e irrepetibles?) es capaz de alcanzar, no con respecto al resto de la clase o un rasero estándar. Y como intuyen, sí, en efecto, también tienen discapacitados en la misma aula. Que crezcan , pues, todos.
  • Al concluir la jornada, cada uno completa unas carpetas que resumen el progreso del día, la cual es verificada por las tres partes implicadas: alumnos, profesores y... ¿sorpresa?, los padres. Nada de Asociación de Padres por un lado, y la de Profesores por otro. Esto es cosa que atañe a todos. Se toman en serio esto de no te acostarás cada noche sin saber algo más... cooperativamente.
  • Comen cuando tienen hambre, descansan cuando están cansados, juegan cuando lo necesitan, dentro de unas reglas de convivencia.
  • Se lo pasan bien... aprendiendo. ¿O es al revés? Como anécdota: increíble - había una niña de seis años (repito, seis) preparando, sin ayuda, una presentación en PowerPoint (incluyendo sus visitas a Google) acerca de botánica para el trabajo de día.
  • Y eso respetando (atención, ilustre gobierno de este país, ocupado en censurar juegos 'sexistas') la diferencia (sí: diferencia) entre chicos y chicas: se han dado cuenta que, en general, uno/as son más hábiles en ciertas destrezas que lo/as otro/as... potenciémoslas, entonces, concluyen. De cajón. ¿Por qué insistimos, pues, en que todos hagan siempre lo mismo como si fueran de serie?
  • ¿Que si se quedan atrás en sus estudios los chicos? Para nada. El Gobierno Holandés define claramente el qué tienen que saber los alumnos y cuándo. El colegio es libre para decidir el cómo - y es lo que hacen. Esto es sacar la educación de la cadena de montaje en la que está fosilizada.
  • La premisa es clara: ¿cómo podemos educar a nuestros niños hoy para dentro de quince años si las metodologías que existen tradicionalmente son de hace 50 años... y ni siquiera sabemos cómo será el mundo la semana que viene? Respuesta: desarrolle usted las competencias del chaval. Haga del niño una persona automotivada, autorresponsable, consecuente con sus decisiones, resiliente, constante, con autoestima, cooperativo, empático... O sea, dele las herramientas para que sea, sí: Feliz. Con el tiempo, el resto de conceptos repetitivos que enseñan en la escuela (¿alguien me lo quiere rebatir?), se olvidan.
  • Estos tipos empezaron hace cuatro años con catorce alumnos... hoy tienen 240... y tienen lista de espera para los próximos cinco años.

¿Que cuánto cuesta esto? Adivinenlo.

¿600€ al mes? ¿1.000€, quizás?

Pues no.

Exactamente, cero euros: todo esto está financiado con el mismo monto de fondos públicos del gobierno que si fuera una escuela 'clásica' (¿clásica = anacrónica?).

Mismo dinero, diferente modo de emplearlo.

Invirtiendo en personas únicas y con la simiente de la autorrealización.

No clones.

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