Hace tiempo que la desilusión que me produce la clase política me acabó convenciendo de lo estéril de dedicarle más de 0,2 segundos a pensar o debatir acerca de sus actuaciones y decisiones... aunque nos acaben influyendo sus bandazos.
Hoy haré una excepción.
Había una vez un gran país regido por un pequeño gobierno que, desbordado por la incompetencia que les ahogaba en la resolución de la mayor crisis económica de su Historia, decidieron comenzar a legislar acerca de cualquier cosa con la condición, únicamente, de ser capaces de pronunciarla sin lenguarse la traba. Se me entiende.
Ahora van y regulan los tipos de juegos que tus hijO/As y los míos practican en el colegio y en el recreo. Verbigracia: si tu hijO juega a los indiOs y vaquerOs con sus amigOs, entonces el/la profesor/a que esté en el patio vigilando (ahora nunca mejor dicho) debe interrumpir el juego por estar considerado como 'sexista'. Supongo que para integrar un 50% de partenaires femeninos para defender/atacar el fuerte Comansi. Y cuidado si a tu hijA le da por jugar a las muñecAs solo con sus amigAs en el patio. Su profesor/a, de nuevo, tras años de formación y experiencia pedagógica y educativa deberá, por orden gubernamental, vetar/interferir/coartar ese juego. No vaya a ser que la pobre pequeña salga traumada o quiera ser madre de mayor.
Si fuera profesor, creo que pediría el traslado a otro país donde sus cabezas pensantes desplegaran un CI con un suelo mínimo de 80. Menos mal que muchos ya han expresado abiertamente su desobediencia civil.
No, no es c*ña. Tantos años de estudios y evolución científica, tantos avances en neurociencia, psiquiatría, psicología, pedagogía, magisterio... errados, equivocados. Qué perdida de tiempo, oigan. Tsch, científicos chalados, estos.
Me pregunto cuántos de estos asalariados del gobierno saben que el juego es crítico para el desarrollo del niño/a (y de -casi- todos los homínidos y mamíferos, a ver si estos se creen que somos anémonas). Que su identidad sexual adulta (sea la que sea) se desarrolla jugando (igualmente) desde infantes (y también como adultos, aunque la sociedad no necesariamente comulgue con ello). Que todo juego muestra al individuo nuevas interacciones sociales y posibilidades de desarrollo cognitivo o novedosas conexiones neuronales en ambos hemisferios. O sea, 'aprender'.
Estos mismos lelos que nos gobiernan, obviamente, jugaron de pequeños a juegos muy sexistas, porque si no uno no puede encontrar razón a tanta idiocia. O sí.
Pero uno, que no quiere debatir, propone la asunción de la medida. Esto es, ya solo falta el catálogo de juegos sexistas bendecido por nuestros magnos dirigentes.
Empiezo con una propuesta: quitar el salto a la comba, que a mí de pequeño me obligaban en la asignatura de Gimnasia y no conseguía hilar más de tres saltos seguidos.
Si ya sabía yo que era sexista, válgame. Maldita comba. Nunca más un/a pequeño/a deberá examinarse de esta tortura.
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