El diamante
Un viajero llegó a las afueras de una aldea y acampó bajo un árbol para pasar la noche. De pronto llegó corriendo un joven que, entusiasmado le gritó:
-"¡Dame la piedra preciosa!"
El viajero lo miró desconcertado y le preguntó:
-" lo siento, pero no sé de qué me hablas".
Más calmado, el aldeano se sentó a su vera.
-"Ayer por la noche una voz me habló en sueños", le confesó. "Y me aseguró que si al anochecer venía a las afueras de la aldea, encontraría a un viajero que me daría una piedra preciosa que me haría rico para siempre".
El viajero rebuscó en su bolsa y extrajo una piedra del tamaño de un puñado.
-"Probablemente se refería a esta. Me pareció bonita y por eso la cogí. Tómala, ahora es tuya", dijo, mientras se la entregaba al joven.
¡Era un diamante¡ El aldeano, eufórico, lo cogió y regresó a su casa dando saltos de alegría.
Mientras el viajero dormía plácidamente bajo el cielo estrellado, el joven no podía pegar ojo. El miedo a que le robaran su tesoro le había quitado el sueño y pasó toda la noche en vela. Al amanecer, fue de nuevo corriendo en busca de aquel viajero. Nada más verlo, le devolvió el diamante. Y muy seriamente, le suplicó:
"Por favor, enséñame a conseguir la riqueza que te permite desprenderte de este diamante con tanta facilidad".
tomado de la Revista El País Semanal nº 1.779
Domingo 31 de octubre de 2010
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