jueves, 27 de octubre de 2011

Vender ya no existe

Antes, cuando teníamos la TV, la publicidad nos decía lo que teníamos que comprar. El prestigio, posicionamiento, tamaño ('ande o no ande...') de la empresa, nos convencía como para agarrar el monedero, acercarnos a una tienda y adquirir ese producto o ese servicio.

Nos servían a cucharaditas lo que debíamos comer, beber, conducir, vestir, sentir, emplear, consumir, gastar.

Nos vendían las cosas.

Ya no.

Hoy no son las empresas quienes venden.

Son los consumidores quienes compran. O no.

Es indiferente el mensaje publicitario que nos sirvan, nos guiamos más por lo que hacen individuos con intereses parejos en las diferentes tribus a las que pertenecemos y a las que estamos conectados físicamente o tras un teclado.

Todos buscan un líder-de-opinión... que hoy puede ser una masa de miles de personas asociadas tras un grupo en FB. El grupo dice 'compra', y el inventario del ungido será historia y hará caja (un millón de pre-pedidos del iPhone 4S agotado en... ¡horas!). El grupo dice 'no-compra' y la empresa en el centro de la diana ya puede fundirse el presupuesto del año mandando mensajes, que les costará levantar la cabeza del polvo.

Churchill decía que 'la democracia es la tiranía de la mayoría'.

Hoy hay infinidad de minidemocracias en las que las decisiones compra/no-compra no son democráticas (votos a favor/cotos en contra), sino que son absolutamente consensuadas: no hay ya minorías en desacuerdo (y si la hubiera, cambiaría esta su grupo de adscripción).

Vender ya no es posible. Las empresas ya no pueden empujarnos sus productos.

Son los compradores los que tiran de ellos hacia sí.

O no.

Por muy grande que sea la empresa, o espectacular su publicidad.

4 comentarios:

  1. Bien Gregory.

    Bien es cierto que ahora son los clientes los que compran, que la publicidad tal como la conocíamos ha cambiado tal como dices...
    Pero quizá sea más cierto que quien se impone es el Márketing, que es el responsable de crear tendencia, nuevos hábitos, renombrar las cosas de siempre, añadir con golpes de frescura innovación a lo que estamos acostumbrados a ver.
    En fin a que nos sentamos diferentes, mejores, o sencillamente más felices incorporando a nuestra vida cosas que creemos nuevas aunque sean más de lo mismo.
    Márketing = Nuevas tendencias, nuevos hábitos, nuevas formas de vender lo mismo, o adaptar el producto a la forma de pensar del cliente.
    La vida es Márketing el Márketing nos cambia la vida

    Un saludo

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  2. Gracias por tu comentario, Antonio. Qué cierto.

    Hay incluso (entre otras) una vía adicional ('Eldorado'): la de ofrecer un producto nuevo, modificado, dividido, acoplado a otro... que el cliente/comprador/decisor *aún no* sabe que va a querer. Por ponerme delante en la arena, personalmente era de los que juré hace años que jamás tendría un móvil... '¿para qué?' respondía a los que me hablaban de aquellos primeros 'ladrillos' con antena extensible.

    Y por otro lado, quizás sea una habilidad importante como comprador: decidir si el producto que tenemos delante realmente es 'más de lo mismo con un lazo de otro color', o es acaso, quizás, algo (¡por fin!) que entusiasme al público.

    Un abrazo, Antonio -

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  3. creo que el problema, bajo mi punto de vista no es el comprar o que nos vendan, sino que para vendernos nos dan una información a medias.

    Has comentado sobre la telefonía móvil, yo puedo hablarte sobre productos especializado en salones de peluquería, que tenga una información en revista no especializadas,en canales no profesionales, y son productos que utilizamos en salones,que realmente son productos de calidad hacia un determinado tipo de cabello, pero los usuarios, desconocen ciertas propiedades,tan solo quieren ver y comprar lo que les ofrecen,
    Esto me recuerda una conversación con un profesor, que me dijo, que hacia exámenes, pero que sus preguntas no tuvieran mas de 140 caracteres, de lo contrario no terminarían de leer la pregunta, pues creo que tenemos un símil, el usuario no termina de informarse antes de la compra, y luego querrán resultados
    gracias por hacerme pensar.

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  4. Hola Loren! Gracias por compartir tu análisis.

    Ciertamente, estamos tan bombardeados por tanta información que, como apuntas, se destila cierta 'pereza' (el cerebro es vago muy a menudo, ay) por encontrar (o valorar) los datos que nos dan/encontramos.

    Si por cada información que nos dieran devolviéramos una pregunta '¿y cómo es esto posible?', llegaríamos al punto de reducción-'irreducible'. Por tomar el ejemplo que comentas, uno podría preguntar acerca de las bondades de un producto para el cabello. 'Fortalece el pelo', nos responderán quizás. Si insistimos '¿y cómo es esto posible?', posiblemente aprendamos acerca de las proteínas, la estructura del cabello, su tipología y la influencia de cada substancia del compuesto. Si volvemos a preguntar varias veces '¿y cómo es esto posible?' (que reconstituya el cuero cabelludo, que regenere el color, etc. etc.) acabaríamos hablando con los técnicos del laboratorio en sus batas y con sus pipetas. Sigamos preguntando y llegaremos a una base en la que el conocimiento o es a) aún desconocido o b) demasiado complejo para ser comprendido por un no-experto. Por eso, sí, 'nos dejamos convencer': buscamos expertos (o que nosotros percibamos como tales - deportistas, publicaciones, personalidades, encuestas, médicos...) que nos hagan el trabajo. Y nos lo tragamos, cebo, anzuelo y plomo ;-)

    Un abrazo, Loren -

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