viernes, 21 de octubre de 2011

Ocupar o Producir

Si lleva todo el día haciendo cosas y llega a casa tarde y se da cuenta de que, en realidad, no ha conseguido (casi) nada, es momento de echar el freno de mano, apearse un momento en la vía de servicio y volver a preguntarse '¿a dónde se supone que tenía que ir?'

Una de las trampas del trabajo por cuenta ajena es que le enredarán a uno con cositas para tenerle atareado, ocupado, agobiado: reuniones, emails, llamadas, visitas - todas inoportunas, parecería, pero sin las cuales parece que el negocio (de su jefe, recordemos) se iría al carajo.

El problema de tenernos enredados tantas horas (que se convierten rápidamente en días, meses y años), es que perdemos destreza en aquello en lo que se supone habíamos venido a desempeñar. 'Se supone que tengo que estar diseñando una campaña publicitaria, pero no hago más que responder emails'. 'Soy el responsable del área comercial, pero me paso todo el día reunido'. 'Estoy en el área de innovación, pero los de marketing están prometiendo cosas que no tenemos'. Con todos ustedes, el bombero-torero. (Ovación).

Si acaso, por fin, ha llegado al punto en el que se ha dado cuenta de que todo esto no tiene sentido, enhorabuena: tiene ante sí la capacidad de decidir qué hacer con el tiempo que, sí, ahora se va a asegurar que le sobra. Si recibe a gente para una reunión, hágalo en pie para que se cansen y se vayan antes. Responda a todos los emails de una tacada, brevemente, sin copiar a quien no sea necesario. Por teléfono, comunique la idea, escuche lo que tenga que escuchar, y cuelgue. En Internet, deje de perder el tiempo distrayéndose - aunque todos lo necesitamos de vez en cuando, encuentre un hobby más didáctico y entréguese a él en el horario que asigne. Intente hacer lo máximo posible en casa, saliendo de la oficina antes de la hora punta y poniendo distancia entre usted y el pelmazo que no tiene otra cosa que hacer más que robar su impagable tiempo.

Tome todas estas nuevas horas que tiene, pero no las ocupe, sino comience a producir para usted cosas con ellas. 

Un mapa mental de su idea.

Un primer prototipo.

Una página web.

Una propuesta de venta.

Un cálculo de financiación inicial.

Una llamada a un potencial, el primer, cliente.

Céntrese en producir, aportar valor, a usted y a su (todavía gestante) mercado.

Y en cuanto note que se está ocupando de nuevo con los infinitos distractores que le rodean, sea implacable.

Es su tiempo el que malgasta.

Y los demás los que nos quedamos sin la materialización de su magnífica idea.

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