lunes, 7 de noviembre de 2011

¿Abundancia?

Debemos a nuestra economía el que hayamos pasado de la escasez de la postguerra a la abundancia de tener mucho de todo.

Ejercicio: vayan a una zapatería cualquiera y calculen, a ojo, cuántos pares hay expuestos.

Después tomen una guía de teléfonos y estimen cuántas zapaterías hay en su ciudad, región, país. Averigüe cuántas personas (y pies) hay en su país.

Y lo verán:

No salen las cuentas.

Se producen miles, millones, de zapatos más de lo que la gente a) puede usar, b) quiere usar, c) quiere comprar, d) puede comprar. Ni regalados.

Ahora figúrense lo mismo con cepillos de dientes, abrigos, bañadores, coches, apartamentos, plazas hoteleras, paquetes de galletas con chocolate, paquetes de galletas sin chocolate, bebidas refrescantes con cafeína, sin cafeína, con extra cafeína, libros impresos, fundas de móvil, muebles háztelo-tú-mismo, saleros, turrones, bombillas, tarjetas postales, velas, cámaras de fotos de 14 megapíxels, pinzas para las cejas, tarrinas de mantequilla en los menús de los aviones y pañales diferenciados por signo del zodíaco.

¿Qué se hace con los productos perecederos (pan, yogur, leche) que sobran?

Se tiran. Se queman. Raramente se entregan a quien lo pueda redistribuir entre quien no tiene o directamente se penaliza.

¿Y con los no perecederos?

Se ofrecen de oferta, se regalan en 2x1... O se tiran. O se queman.

O sea: primero tiramos y quemamos los recursos para producir lo que consumimos nunca consumiremos y la energía necesaria para procesarlos, y luego tiramos el producto de esos recursos y energía.

Mientras, 3.000 millones de personas viven con menos de dos dólares al día según la ONU y el Banco Mundial.

Lo nuestro no es abundancia.

Es inaceptable.

2 comentarios:

  1. ¿todavía estas con ese coche?-
    ¿Por qué no te compras otro par de zapatos, si son los que te gustan?
    “”y después de las vacaciones, nos vamos de puente a Londres”” ¿y como lo vamos a pagar? “”no te preocupes para eso están las tarjetas””

    Podría seguir pero creo que sabemos de lo que estoy comentando, vivimos en una sociedad totalmente adquisitiva, “si puedo”,¿Por qué no?.

    Pero no nos damos cuenta que de esa manera vivimos una fantasía, (pues para mi se ha quedado) responderían otros, y quizás también tenga razón.
    Gregory, yo puedo poner un ejemplo de mi profesión, y es...si me entra una señora para peinar, le pregunto si no se va a teñir, si viene a teñir, le pregunto si no quiere mechas, si no quiere teñir ni mechas, y muchos menos cortar, estoy tratando de VENDER un tratamiento…en definitiva, y espero que no lo lean muchos clientes, pero a veces no le es necesario, pero el mercado no lo he impuesto yo, sino me he amoldado a él.
    Vivimos para comprar, para después volver a comprar, para después quizás no utilizar o mejor dicho para no darle la utilidad que deberíamos de utilizar, pero ¿Quién ha dado la señal de salida?...
    Somos una generación de consumista inconformistas, donde por darte un ejemplo, hoy en día los niños no tienen la ilusión del regalo de juguete, la ilusión se ha perdido por culpa de los bajos precios, y de la falta de calidad, hoy entras en un todo a 10 euros, y encuentras mil juguetes por dicho precio, que realmente no sirven tan solo para el momento de dejar de llorar el niño.
    Por ello, Gregory, yo soy mas conciente en dar ejemplo, y ofrecer calidad, a su precio, y con ello se regularia tantas y tantas compras injustificadas.
    Como injustificado es la carrera tecnologica que vivimos, si hoy tengo el galaxy y me ofertan el iphone 12… y mañana el table…hemos aprendido a comprar y tirar.
    Y a esto que comento lo podemos pasar desde nuestro domicilio, nuestros despachos, nuestros….
    Y para terminar,(el tema que has tocado es muy personal) me quedo con tu ultima frase..LO NUESTRO NO ES ABUNDANCIA, ES INACEPTABLE,
    Totalmente de acuedo.

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  2. Es, desde luego, un asunto subjetivo y, a veces, espinoso. ¿Dónde queda el límite entre consumo (necesario para vivir) y consumismo (la cultura del exceso)? ¿Y quién demonios puede establecer esa frontera?

    Difícil respuesta.

    Hubo una experiencia, para mí, 'recolocante': en un viaje a centroamérica, mi acompañante tiró un par de sandalias en buen estado a la basura de la habitación del hotel donde nos hospedábamos pues se habían mojado con la lluvia y comenzaban a enmohecer. Al día siguiente, nos topamos con la señora que hacía las habitaciones quien nos pidió (ojo, con toda dignidad) si podría quedarse con esas sandalias, pues solo era cuestión 'de lavarlas y como nuevas'. 'Por supuesto', acerté a responder y, admito, me sentí abrumado por la lección. A veces, nada como un cambio de observador ;-)

    Gracias por comentar, Loren!

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