jueves, 6 de enero de 2011

10.000 horas

Contábamos hace unos días acerca de las diferencias entre las motivaciones intrínsecas (placer en la propia tarea en sí) o extrínsecas (pasta, vamos). Hablábamos también que aquellos artistas que andaban enfocados en convertirse en maestros de su oficio acababan encontrando el éxito exógeno (reconocimiento público, riqueza...) aunque paradójicamente no hubiera sido este su interés.

Quizás estemos entonces hablando de dos enfoques vitales (laborales, profesionales, financieros) dispares: 1) pasarnos la vida buscando maneras de hacer dinero, en cuyo caso, previsiblemente, vayamos danzando de un trabajo a otro, de un proyecto a otro; o 2) invertir unas 10.000 horas (según Gladwell) en alcanzar la excelencia en cierta disciplina... en la confianza de que el dinero ya llegará (y mucho), una vez esa maestría sea socialmente reconocida... y el mercado pague por ella.

La primera alternativa es como la piedra llana que tirábamos de pequeños en los lagos, para hacer 'ranitas', viendo como iba emergiendo y sumergiéndose dos, tres, cuatro veces antes de hundirse. La segunda llega hasta el fondo, la excelencia, el dominio de, quizás, una sola cosa.

'Para mí ya es tarde´, se dirá a sí mismo alguno, 'ya me pilla mayor'.

Permítanme discrepar. El cerebro, tan plástico y expandible por toda la vida (sí: toda - eso de que ya estamos mayores para aprender nada nuevo es una creencia infundada afortunadamente dinamitada por los descubrimientos en materia de Neurociencia), puede permitirse 10.000 horas para adquirir una nueva destreza hasta el punto de la maestría. Para aquellos que tengan un trabajo a tiempo completo (40 horas a la semana), les llevaría unos 5,5 años (a razón de cinco horas al día de dedicación a la nueva habilidad... empezando de cero). Lógicamente, a mayor dedicación diaria, menos años de transición... aparte de que, previsiblemente, a partir del tercero ya empezaríamos a llamar la atención de aquellas personas interesadas en esto nuevo que hemos aprendido: un hobby convertido en profesión, un software nuevo, una tienda online, una trilogía novelada, un prototipo de vehículo novedoso...

No, nunca es tarde para invertir la primera de esas 10.000.

Se necesitan buenos expertos en este planeta. No falte a la llamada.

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