jueves, 21 de julio de 2011

La zona

Dormir es vital. Sí, suena obvio, pero la realidad es que pocos duermen (em, dormimos) lo que el cuerpo necesita de veras. Y lo que necesita de veras es el tiempo que transcurre entre acostarnos antes de medianoche y la hora en la que el cerebro se despierta solo, sin reloj externo que se lo recuerde, a la mañana siguiente; y añadiendo a esto algo menos de media hora tras la comida. Es lo que nuestro ritmo circadiano humano determina.

Son dos tipos de sueño diferente: el de la noche es reparador (sana heridas físicas y emocionales, reconstruye tejidos, airea miedos y deseos -a través del sueño-, y consolida aprendizajes -nuevos senderos neuronales-) en tramos de unas dos-cuatro horas cada noche, algunos tan profundos que fracasarían los intentos de su compañero de alcoba por amenizarle la madrugada con una vuvuzela.

El sueño sestero no es (o no debería ser) profundo, pues ejerce más de 'carga de la batería' que del constructor/de-constructor descanso nocturno. Saltarse este ritmo es la razón por la que muchos se sienten mentalmente abotargados o malhumorados cuando se pasan durmiendo en la siesta.

Pero hay un punto, hay un espacio en ambos sueños, en el que el proceso creativo es mayúsculo. Es ese estado de paraconsciencia en el que ni está despierto ni está dormido; en el que ni está uno sujeto a su ego (lo que creo que debo ser, mis creencias, mis limitaciones, mis obstáculos, mis reglas inflexibles... la falacia de la hiperracionalidad en vigilia), ni está completa e irremediablemente perdido en brazos de Morfeo.

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Es una técnica interesante. Hay ocasiones en las que un determinado problema o cuestión que requiere creatividad nos tiene paralizados de tanto darle vueltas. Aunque suene contra-intuitivo, olvídese de él... pero deléguelo a su subconsciente.

Acuéstese pronto en una habitación completamente oscura, un papel y un bolígrafo en la mesa de noche y, a la mañana siguiente (o a la media hora de siesta), asegúrese de que no tiene que ir con prisa o salir corriendo a ninguna parte.

Cuando su mente esté despertando, mantenga los ojos cerrados, permanezca quieto... y déjese volar, transportar a ese lugar de semi-inconsciencia donde todo vale y nada es juzgado o segado, a esa Zona donde las respuestas aún-no-pensadas se tornan probables, y las probables se vuelven posibles. No las busque: tan solo quítese de enmedio y deje que le encuentren a usted.

Inténtelo durante varias noches. En menos de una semana tendrá tantas opciones nuevas escritas en el papel de la mesilla que tendrá a partir de entonces uno de los mejores problemas que puede tener un individuo:

Poder escoger.

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