Una de las bondades y ventajas de compartir su proyecto con equipo y clientes es que automáticamente se genera a sí mismo la responsabilidad de asegurarse de que responde ante ellos según lo que ellos esperan de usted. Responde acerca de lo que prometió a otros que realizaría. Garantiza, negro sobre blanco, que cumplirá su palabra.
En otras palabras, pone lo más importante que tiene sobre la mesa: su reputación está en juego.
En otras palabras, pone lo más importante que tiene sobre la mesa: su reputación está en juego.
Quedarse los proyectos como secretos, para uno mismo, en ocasiones funciona para no diluir la propia energía explicando (¿justificando(se)?) a los c*gafiestas profesionales que cuestionan sus nuevas ideas (se les reconoce por el generoso empleo del 'no' para todo lo innovador o creativo o que cuestiona el modo en que hacemos las cosas por aquí).
Pero que esto no se convierta en la excusa para estancarse o para no-hacer-nada, al evitar el que nadie externo nos 'supervise' en nuestro propio compromiso.
Si no tiene quien le supervise mientras emprende, y lo necesita para impulsarse, entonces créese un supervisor que valide su progreso.
Y cumpla más de lo que promete.
Lo demás es mediocridad.
Y ya hay demasiado de eso.
Si no tiene quien le supervise mientras emprende, y lo necesita para impulsarse, entonces créese un supervisor que valide su progreso.
Y cumpla más de lo que promete.
Lo demás es mediocridad.
Y ya hay demasiado de eso.
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