En uno de los últimos episodios volcánicos islandeses, dos (entre cientos) de viajeros se quedaron tirados en el aeropuerto de Bruselas.
Los dos tenían que regresar, urgentemente, a Madrid.
El uno se obsesionó con el 'estoy en un aeropuerto y tengo que coger un avión a Madrid'.
El segundo abrió la pregunta: 'Objetivo: llegar a Madrid. ¿Cómo?'
El primero se pasó horas, días, pendulando entre el aeropuerto y el hotel, furioso, demandando a la aerolínea (a falta de dirección postal del "volcán de los c*j*n*s") y jugándosela ante la policía aeroportuaria en cada pelea con el personal de tierra.
El otro cambió su vuelo para ir a Zurich. Se auto-presentó en vuelo a otros tres pasajeros con destino España (que entre sí tampoco se conocían). Decidieron alquilar un coche en Suiza y conducir, turnándose, hasta la Península, llegando 36 horas después a casa (escalas en Barcelona, Zaragoza y Madrid, donde vivían).
El primero debe aún andar con los abogados. A fin de cuentas, tenía, y sigue teniendo, toooda la razón. Claro que sí, hombre.
Pero el segundo (más otras tres personas), en fin... consiguieron lo que querían.
Diferentes objetivos (tomar un avión sí-o-sí vs. ¿cómo llegar a Madrid?).
Cuántas veces dos personas que trabajan juntas creen que persiguen los mismos objetivos.
Cuántas veces dos personas que trabajan juntas creen que persiguen los mismos objetivos.
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