jueves, 23 de junio de 2011

Agradecimiento

Hay muchas cosas por las que estar agradecidos (a quien quiera que sea) en la vida: desde la posibilidad de percibir por los sentidos, hasta del vicio de quejarse por deporte; desde la capacidad de pensar racionalmente, hasta de disponer de la destreza de comer con palillos. La complejidad de la motorización, de la articulación verbal, del pensamiento es tal que, sí, el que funcionen cada día es (posiblemente) milagroso.

El agradecimiento es, de hecho, terapéutico. En inglés hay un dicho ('cuenta tus bendiciones') para expresar, sobre todo cuando estamos en 'modo: queja', que hay  mucho, muchísimo más de bueno en nuestra vida de lo que creemos (¿o queremos?) ver.

Y hay muchas formas de estar agradecidos por nuestro día a día, por obscuro que se presente. Entre ellas, dos.

Una, estar agradecidos como si lo que recibiéramos no lo mereciéramos. A veces, la emoción que se siente viene sazonada con culpa o vergüenza.

Otra, estar agradecidos con la certeza (y humildad, difícil equilibrio) de que valemos lo que nos ha sido otorgado o regalado.

Es ese genuino contento por disfrutar esas bendiciones.

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