domingo, 5 de junio de 2011

Encontrando una misión

A veces nos obsesionamos con el proverbial 'haz lo que quieras hacer, realmente, en la vida'. Y esto, en efecto, en multitud de ocasiones lleva a la frustración. Frustración porque la vida actual sigue mientras intenta la persona definir una nueva vida deseada. Hay que seguir pagando la hipoteca, el colegio de los niños, la letra, las facturas... Y todo esto último referido a aquellos que se pueden permitir el ganarse la vida para pagar estas cosas.

Hay personas que nacen, no obstante, en un entorno desfavorable. No salen en las primeras filas, precisamente, en la carrera de F1. De hecho, nacen sin siquiera los mínimos básicos con los que competir. Y muchos de estos miran ahí delante, al fondo, a los que pilotan los últimos modelos y desean ser como ellos, superarlos, avanzar en la vida.

Pero mientras, tienen que comer. O pagar deudas. O lidiar con despidos. O con separaciones. O con pérdidas personales. O con el pegajoso cemento fresco que tienen que pisar todos los días para intentar llegar al menos a cubrir un estado de mínimo mantenimiento.

A veces, la Vida te pone delante problemas o circunstancias serios que, en realidad, encierran en su cáscara el germen de ese cambio, de esa transición a esa vida deseada. Hay personas que descubren, a base de un extenuante desbrozo, sus oportunidades a partir de esas circunstancias. Es fácil crear una empresa endeudado o con dinero heredado. Es menos fácil crear una sin recursos, mientras estudia y trabaja, pagando una habitación de alquiler y mientras cuida de alguien cercano.

Quizás la Misión de una persona en la vida deba girar más sobre la circunstancia-actual-no-perfecta, más que en una circunstancia-deseada-óptima -  la cual, muchas veces, busca imitar lo que los pilotos aventajados (aparentan) estar consiguiendo. Sí: a veces lo que semeja ser un (severo) contratiempo oculte el más inesperado de los amaneceres.

Hace un tiempo, adopté una costumbre de desear 'éxito' y no 'suerte' a aquellos con los que me cruzo en el discurrir de cada día. Sobre la segunda, es tan azarosa y volátil que esmerarse en perseguirla es como perseguir a la propia sombra. Sin embargo, la primera es, en suma, lo que una persona consigue hacer con la suerte que le viene dada en ese momento.

Éxito.

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